Los cárteles de la droga en México, los más poderoso de América Latina, se están diversificando hacia un negocio que puede provocar una guerra de precios en los mercados de materias primas (commodities) a nivel mundial. Los hidrocarburos y los alimentos son los nuevos mercados de los que podrían adueñarse los grupos criminales.
Estos grupos, afirman investigadores, ya desarrollaron un mercado ilegal de materias primas con países como China, Colombia, Estados Unidos, Guatemala, Honduras y Nicaragua, que involucra productos como minerales, gasolinas, maderas y piedras preciosas.
En 2013, cuando el extinto cártel de Los Caballeros Templarios –que dominaba el suroccidente del país- se adueñó de las plantaciones de limón al cobrar cuotas a los productores, a los cortadores y a las empresas, México tuvo un ejemplo de lo que puede pasar si el crimen organizado se diversifica y empieza a traficar y controlar alimentos.
Ése año, en una entrevista con la estadounidense CNN, el historiador Ilán Semo narró cómo este episodio trajo un aumento de 25% en los precios del limón, que no podía salir de Michoacán –uno de los principales productores del país- si alguna de las cadenas de producción no pagaba cuotas a los templarios, lo que impactó en los precios de otros alimentos de consumo básico, que aumentaron hasta cuatro veces, y al sector del transporte, ya que quienes llevaban la producción de un lugar a otro, se habían quedado sin trabajo.
En las principales capitales mexicanas, el precio del producto pasó de 8 pesos –unos 40 centavos de dólar a la cotización actual- a 40 pesos –unos 2.22 dólares-, sin contar el daño que provocó a los exportadores.
Lo mismo sucedió con el aguacate, que llegó a costar hasta cinco veces más.
Para Semo, la relación era sencilla de establecer: entre más aumentaba la extorsión, los precios se hacían menos sostenibles para los productores, lo que obligó a muchos a retirarse de la actividad en medio de una convulsión del mercado y la escasez de una serie de productos.
Los Caballeros Templarios, grupo al que el gobierno mexicano declaró desintegrado en marzo de 2015 tras ser desplazado por el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), nunca fueron poderosos en el tráfico de drogas. Encontraron en el control y tráfico de alimentos y materias primas, como el acero, su principal área de oportunidad.
Durante años, controlaron el puerto de Lázaro Cárdenas, en la costa del pacifico, uno de los principales puntos de entrada y salida para quienes buscan hacer negocios con China.
El acero se convirtió en uno de los principales negocios del cártel y en 2013 el sector mostró una de sus peores caídas al registrar un decrecimiento mensual de aproximadamente 2.03%, como lo indican cifras de la industria.
De México hasta China
Tony Payán, director del Centro de Estudios sobre México del Baker Institute que depende de la Universidad de Rice (Estados Unidos) ha estudiado durante décadas el comportamiento de los cárteles de la droga mexicanos y su relación con sus pares a nivel mundial. Payán afirma, en entrevista con Infobae, que esta nueva área de oportunidad no sólo está relacionada con los grupos criminales mexicanos sino con mafias internacionales que podrían adueñarse del mercado de commodities para provocar inestabilidad en los precios y escasez, a tal punto que obliguen a los gobiernos y a las empresas a comprarles materias primas.
"Esto es bastante real y se puede poner peor, a pesar de que no hay cifras porque están generando un mercado fuera de la ley. (Los cárteles) en México ya han explorado todo, desde el tráfico de drogas hasta la extorsión, el tráfico de personas y tienen 10 años enfrentando una guerra contra las drogas en México y más de 50 años de persecución en Estados Unidos, lo que les ha costado dinero, obviamente, y muchas bajas, pero ahora ya se están dando cuenta de que el tráfico de commodities, desde los granos hasta el petróleo, es menos arriesgado, tiene un mercado más grande y les causa menos bajas en cifras de muertos en enfrentamientos contra las autoridades", señala.
Se están dando cuenta de que el tráfico de commodities, desde los granos hasta el petróleo, es menos arriesgado, tiene un mercado más grande y les causa menos bajas en cifras de muertos
Payán considera que la incursión de los cárteles en este mercado tomó por sorpresa a toda América Latina, incluso a Estados Unidos, pues mientras sus oficiales en la frontera con México están a la caza de toneladas de droga, células de grupos criminales como Los Zetas, que operan en la zona norte, se han encargado de desarrollar todo un mercado ilícito de venta de gasolina, que roban de los ductos o camiones transportadores de la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) para venderla más barata a gasolineros estadounidenses.
El Departamento de Seguridad Nacional de EEUU documentó que a través de pipas –transportadores de hidrocarburos- en color plateado, con una zeta roja como logotipo, Los Zetas introdujeron a ese país, en al menos un año, gasolina robada por casi 2 millones de dólares, que después fue vendida a empresas como Continental Fuels y Valley Fuels LTD. Cuatro ejecutivos fueron sometidos a juicio por este caso.
Carlos Rodríguez Ulloa, investigador del Colectivo de Análisis para la Seguridad con Democracia (Casede), un think tank mexicano especializado en temas de seguridad, asegura que, en este momento, este tráfico se estaría dando en volúmenes importantes en México, Estados Unidos, China, Centroamérica y en algunos países de América del Sur.
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"De entrada hay actores que están compitiendo de forma desleal, entonces eso rompe la idea del mercado", dice Ulloa. El problema, agrega, es que este mercado se ha desarrollado de la mano de actores legales, como las empresas establecidas, que pagan impuestos y cuentan con los registros que les piden sus gobiernos, tal y como lo muestra el caso de las compañías estadounidenses que compraban gasolina a Los Zetas.
Rodríguez Ulloa afirma que en estos momentos el mercado ilegal se estaría moviendo con China comprando minerales –negocio que no sólo involucraría a grupos criminales de México, sino también de Asia y Medio Oriente; EEUU comprando gasolinas al igual que Guatemala, Honduras y Nicaragua.
En otros países latinoamericanos también está cobrando auge este mercado. En Colombia, por ejemplo, se estaría traficando a México esmeraldas y tipos de maderas que no se encuentran en el país.
"No podemos hablar todavía de un consorcio internacional criminal dedicado al tráfico de commodities, sino algo muy básico como 'yo tengo minerales y los quiero vender' y las transacciones se hacen a través de células de distintos grupos criminales", señala el investigador del Casede.
Para los analistas es momento de que los gobiernos empiecen a ver este nuevo riesgo, de lo contrario, en la medida que crezca el negocio, los cárteles de la droga podrían provocar un colapso en los mercados de graves consecuencias.