El Senado brasileño abrió el debate final del impeachment de Dilma Rousseff, que culminará en unas horas con un veredicto que todos descuentan la desplazará del poder de Brasil.
Ricardo Lewandowski, presidente del Supremo Tribunal de Brasil, admitió que la sesión será larga y que cree que no concluirá este martes. "Estimo que la votación del juicio político a Dilma Rousseff se realizará este miércoles, lo más temprano posible", comentó.
"El impeachment es un remedio constitucional al que necesitamos recurrir cuando la situación se revela especialmente grave, y es lo que pasó", señaló la abogada de la acusación Janaina Paschoal.
"Fue Dios quien hizo que, en el mismo momento, varias personas percibieran lo que sucedía en el país", añadió esta abogada en sus argumentos para probar que la primera mujer en presidir Brasil violó la Constitución al manipular las cuentas públicas y por eso debe dejar la presidencia.
Combativa, serena y por momentos sonriente, la presidente brasileña se defendió la víspera durante más de 14 horas, en una sesión histórica en la que reiteró su inocencia y afirmó ser víctima de un "golpe" para reemplazarla hasta fines de 2018.
"No acepten un golpe que en vez de solucionar, agravará la crisis brasileña", pidió Rousseff al pleno de 81 senadores, convertidos en una especie de gran jurado.
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— Infobae América (@InfobaeAmerica) August 30, 2016
Rousseff fue suspendida de su cargo el 12 de mayo y asumió de forma interina su vicepresidente, Michel Temer. Si todo sale tal como pronosticaron los sondeos, será este político conservador, de 75 años, enemigo acérrimo de Dilma, quien se convertirá en presidente de Brasil. Para ello, se requiere el voto de 54 senadores.
El impeachment probablemente cerrará cuatro ciclos en el poder del emblemático Partido de Trabajadores (PT), referencia regional de la izquierda. Un final trágico para esta organización nacida en los años 80 por movimientos sindicales liderados por Lula y conocido en el mundo por programas sociales que lograron a sacar a millones de la pobreza.
Y también para esta ex guerrillera de 68 años, curtida de batallas, que gobierna Brasil desde 2010 y que heredó un país en pleno boom económico, motor de crecimiento en la región.