El presidente interino de Brasil, Michel Temer, confesó este lunes que no escuchó la defensa realizada ante el Senado por la mandataria suspendida, Dilma Rousseff, pero aseguró que acompaña el proceso con "absoluta tranquilidad".
"Soy obediente con las instituciones", afirmó en declaraciones a periodistas el mandatario, quien concluirá el mandato que finaliza el 1 de enero de 2019 si Rousseff finalmente es destituida por la Cámara Alta.
En una jornada política de alto voltaje, el presidente interino señaló que no tuvo "tiempo" de escuchar los alegatos presentados personalmente por Rousseff porque había estado "trabajando" durante todo el día. "Espero que el Senado decida pronto", declaró.
Temer cumplió sus compromisos con normalidad, de espaldas al juicio legislativo que avanza en el Senado, situado a escasos metros del palacio presidencial de Planalto donde el presidente interino recibió a los medallistas de los Juegos Olímpicos.
Rousseff, por su parte, jugó su última carta en el Senado y lo hizo arropada por su padrino político, Luiz Inácio Lula da Silva, algunos de los que fueron sus ministros y su amigo, el cantante y compositor Chico Buarque.
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A horas de la votación, Rousseff denunció “un golpe de Estado” en su contra https://t.co/VoerrXH9Gi pic.twitter.com/2efLfwbZG6
— Infobae América (@InfobaeAmerica) August 30, 2016
La mandataria suspendida insistió acerca de su inocencia y aseguró que, en el ejercicio de su mandato, cumplió con rigor con el "compromiso de defender la Constitución" y las leyes, a diferencia de lo que argumentan los senadores que apoyan su destitución.
Rousseff ha sido acusada de irregularidades con los presupuestos, de contratar créditos para el Gobierno con la banca pública y de emitir una serie de decretos que alteraban los gastos sin la debida autorización del Congreso, lo que está vetado por las leyes brasileñas.
La presidente se defendió este lunes por última vez antes los senadores, a los que advirtió que están a un paso del "golpe de Estado", e, inicialmente, a partir de este martes enfrentará su juicio final, el cual desvelará su destino político tras un largo proceso.
Los senadores necesitan de dos tercios (54 votos) para destituir a Rousseff, quien fue reelegida para un segundo mandato en octubre de 2014.