La detención de Marlon Francisco Monroy Meoño, alias "Teniente Fantasma" o "M-3", un teniente retirado que lideraba una estructura dedicada al traslado de cargamentos de cocaína de la costa del Pacífico en Guatemala hacia México, y que logró posicionarse como uno de los narcotraficantes más importantes del país gracias a sus contactos militares, pone en relieve una larga historia de involucramiento de las fuerzas militares centroamericanas en el crimen organizado.
Esa historia se remonta a los años 70, cuando los países que integran el llamado Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, El Salvador y Honduras) se encontraban sumergidos en sangrientas guerras civiles entre las fuerzas armadas y las guerrillas izquierdistas, explica Edgar Gutiérrez, director del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala (IPNUSAC).
"Hay un antecedente en los años 60, cuando cubanos anti-castristas llegaron a Centroamérica y sirvieron de puente del narcotráfico que entonces entraba por Miami. Sus ganancias servían para financiar la ofensiva en contra del régimen de Fidel Castro", afirma Gutiérrez. "Tras la firma de la paz en la región -sigue-, los cárteles colombianos buscaron operadores que conocieran los pasos de fronteras, y éstos solían ser ex colaboradores del ejército y ex oficiales, perpetuando así el vínculo entre militares y crimen organizado".
En estos años, se produce un cambio en la geografía del narcotráfico ya que los cárteles colombianos quedan fragmentados y los mexicanos crecen hasta controlar la producción de droga en Colombia y el trasiego por el territorio centroamericano. La cadena de valor de la droga se distribuyó más en la región, explica Gutiérrez, y la droga se encarece considerablemente.
La captura de capos como Monroy Meoño, apunta a que el involucramiento de los militares en el narcotráfico persiste hasta el día de hoy. "El problema es que las sociedades post-conflicto no logran hacer evolucionar a los mandos militares para tener ejércitos adecuados al tiempo de paz y en la medida en que se militariza la lucha contra el narcotráfico surgen las oleadas migratorias de kaibiles (el cuerpo élite del ejército guatemalteco) hacia el narcotráfico mexicano, mientras que otros forman sus propios cartelitos de droga", afirma el analista mexicano David Martínez-Amador.
Guatemala
Marlon Francisco Monroy Meoño
Conocido como "Teniente Fantasma" o "M-3", Marlon Francisco Monroy Meoño, de 42 años, se educó en el Instituto Adolfo V. Hall, el colegio militar más destacado de Guatemala. Durante su carrera militar, entre 1992 y 2004, aprendió el uso de las armas y alcanzó el grado de teniente. Descrito por la DEA como "violento y sanguinario", a Monroy Meoño se le señala por ser el enlace en Guatemala del Cártel de Sinaloa. Detenido el 6 de mayo de este año en la ciudad colonial de Antigua Guatemala, las autoridades estadounidenses lo consideran como el narcotraficante de mayor influencia en Guatemala. Su estructura operaba en los departamentos de Guatemala, Escuintla, San Marcos y Huehuetenango. Actualmente enfrenta un proceso judicial de extradición a Estados Unidos.
Manuel Antonio Callejas y Callejas
El nombre de Manuel Antonio Callejas y Callejas volvió a figurar en los titulares de prensa el 6 de enero de este año cuando fue detenido junto con otros tres militares retirados, sindicado de la desaparición forzada de Marco Antonio Molina Theissen, de 14 años, en 1981. Como otros muchos militares latinoamericanos señalados de violaciones contra los derechos humanos cometidas durante las dictaduras de los 70 y 80, Callejas y Callejas se graduó de la Escuela de las Américas en 1970, donde fue entrenado en inteligencia militar, estrategias de combate y tácticas de tortura.
Callejas y Callejas es conocido como uno de los principales creadores de "La Cofradía", una fraternidad de oficiales de inteligencia militar. Durante la década de los 70, fungió como subdirector de la Sección de Operaciones (G-3) y como segundo comandante de la Policía Militar Ambulante y de la Base Militar en Cobán. Posteriormente, bajo la dictadura de Romeo Lucas García, a inicios de los años 80, fue nombrado director de la Sección de Inteligencia (G2).
En 1986, bajo la administración de Vinicio Cerezo, fungió como subjefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional. Un año después, fue nombrado subjefe del Estado Mayor Presidencial (EMP) y luego jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional, cargo que ocupó hasta 1989.
De 1990 a 1991, fue nombrado director general de Aduanas donde presuntamente creó una organización clandestina al interior del Ministerio de Finanzas Públicas, cuya función era detectar el tráfico de armas y municiones destinados a la guerrilla. Con los años, esta organización fue mutando y logró penetrar otras instituciones del estado para llevar a cabo operaciones de contrabando, narcotráfico y otras actividades ilícitas. Callejas y Callejas también ha sido vinculado a la "Red Moreno", organización delictiva liderada por el contrabandista salvadoreño Alfredo Moreno Molina.
En noviembre de 2002, el gobierno estadounidense le revocó la visa a Callejas y Callejas debido a su presunto involucramiento en el narcotráfico, contrabando y violaciones de derechos humanos. La investigaron de sus cuentas bancarias logró pocos avances.
Luis Francisco Ortega Menaldo
Según documentos desclasificados del Archivo Nacional de Seguridad, fue uno de los fundadores de "La Cofradía", junto con Manuel Antonio Callejas y Callejas. En 2002, el gobierno estadounidense le retiró la visa por sus presuntos vínculos con el narcotráfico. También se le vincula a una organización delictiva que supuestamente vende pasaportes guatemaltecos a extranjeros. Ortega Menaldo mantuvo una estrecha relación con el ex presidente Alfonso Portillo (2000-2004), quien fue detenido en 2010 y extraditado a Estados Unidos para enfrentar cargos de lavado de dinero. A pesar de que dos de sus colaboradores más cercanos han cumplido condenas por malversación de fondos, Ortega Menaldo nunca ha sido procesado y siempre ha negado sus vínculos con "poderes ocultos" como "La Cofradía".
Napoleón Rojas Méndez
El coronel Napoleón Rojas Méndez también figura entre los cinco militares retirados a quienes las autoridades estadounidenses retiraron las visas en 2002 debido a sus presuntos nexos con el narcotráfico. En 1989, trabajó para la Dirección de Inteligencia del Estado Mayor de la Defensa Nacional (D-2), entidad desde la cual participó en una intentona golpista contra el presidente Vinicio Cerezo. En 1996, cuando se desempeñaba como asesor en seguridad del ex presidente Alfonso Portillo, fue dado de baja del ejército debido a su presunto involucramiento en la "Red Moreno".
Jacobo Esdras Salán Sánchez
Otro de los militares retirados que perdieron su visa estadounidense durante una investigación sobre sus presuntos vínculos con el narcotráfico, Jacobo Esdras Sálan Sánchez se graduó de la Escuela de las Américas en 1974 y de la Escuela Politécnica (la academia militar guatemalteca) cinco años después, alcanzando el grado de coronel. Durante los años 80s y 90s, ocupó varios cargos en la Dirección de Inteligencia del Estado Mayor de la Defensa Nacional (D-2) y en 1996 fue dado de baja, junto con Rojas Méndez por sus presuntos vínculos con la Red Moreno. Según la Oficina en Washington para América Latina (WOLA), un centro de investigación con base en Washington, la relación entre Salán Sánchez y el gobierno estadounidense se tensó debido a la creciente sospecha de que se estaba robando las drogas incautadas durante los operativos anti-narcóticos, al punto de que las autoridades estadounidenses solicitaron extraoficialmente su remoción. Las organizaciones de derechos humanos también lo acusan del secuestro y asesinato de varios estudiantes de la Universidad de San Carlos y del asesinato del ciudadano estadounidense Michael Devine, en 1990. Igual que Rojas Méndez, mantuvo una estrecha relación con el expresidente Portillo y fungió como jefe de seguridad durante su campaña presidencial y posteriormente como el director de facto del Estado Mayor Presidencial (EMP).
Carlos René Ochoa Ruíz
El teniente coronel retirado Carlos René Ochoa Ruíz, alias "Charlie", fue el primer militar guatemalteco que la DEA trató de enjuiciar por cargos relacionados con el narcotráfico. La corte federal de Florida lo acusa de ser el enlace del Cártel de Colombia en Guatemala, encargado de transportar cargamentos de cocaína a los Estados Unidos para dicha organización. En 1990, agentes de la DEA infiltraron su organización, la cual operaba desde una finca en el departamento de Escuintla, en la costa del Pacífico. Observaron a Ochoa Ruíz y a otros cargar una avioneta, la cual fue interceptada en Tampa, Florida, con media tonelada de cocaína valorada en unos US$40 millones. Luego de que las autoridades estadounidenses solicitaron su extradición, el ejército guatemalteco lo dio de baja junto con otros dos militares señalados de pertenecer a la organización: los capitanes retirados Leonel Pérez Franco y José María Flores Montes. Sin embargo, un tribunal militar los dejó en libertad por falta de evidencia. Las autoridades estadounidenses apelaron esta decisión en la Corte de Constitucionalidad (CC), cuyo presidente, Epaminondas González Dubón era conocido por su integridad. En marzo de 1994, González Dubón dictaminó que la extradición de Ochoa sí era constitucional. Días después, fue asesinado en la Ciudad de Guatemala. La CC revirtió el fallo y Ochoa nunca fue extraditado, aunque sí fue detenido y condenado a 14 años de prisión por la venta de cocaína en la Ciudad de Guatemala.
Carlos Pozuelos Villavicencio
En 1994, la DEA señaló al general Carlos Pozuelos Villavicencio, comandante de las Fuerzas Aéreas Guatemaltecas, de utilizar aviones militares para transportar cocaína a los Estados Unidos. La administración de Bill Clinton le retiró la visa pero nunca fue enjuiciado ni extraditado.
Honduras
El caso Ferrari
En diciembre de 1977, el narcotraficante Matta Ballesteros, quien fungía como enlace entre las organizaciones delictivas en Colombia y México y facilitaba el transporte de mercancía ilícita por territorio hondureño, ordenó la tortura y el asesinato de sus antiguos socios, los traficantes de cocaína, esmeraldas, y armas Mario y Mary Ferrari, a quienes acusó de haberlo engañado con el precio de un cargamento. Las investigaciones periodísticas realizadas por los diarios Prensa y El Tiempo, y posteriormente por el tanque de pensamiento europeo Transnational Institute, revelaron que los Ferrari eran el enlace entre Ballesteros y un grupo de militares que permitían el paso de mercancía ilícita por los puertos, aeropuertos y fronteras terrestres del país. Este grupo de militares fue el que supuestamente se encargó de eliminar a los Ferrari. El grupo incluye al coronel Ramón Reyes Sánchez, al coronel Leónidas Torres Arias, jefe de la unidad de inteligencia militar (G-2), al jefe de la Interpol Juan Ángel Barahona, y al integrante de la Dirección Nacional de Investigación Armando Calidonio. Torres Arias, en particular, reveló la investigación de Tiempo, fungía como enlace entre Ballesteros y el coronel panameño Manuel Noriega, cuya dictadura (1983-1989) facilitó el trasiego de drogas hacia los Estados Unidos. Inicialmente, Torres Arias contó con el beneplácito de la CIA, la cual guardó silencio sobre su involucramiento en el narcotráfico debido a sus fuertes credenciales anti-comunistas.
El Salvador
Héctor Antonio Martínez Guillén
En 2011, Héctor Antonio Martínez Guillén, un ex oficial del ejército salvadoreño fue detenido durante un operativo en el cual trató de vender explosivos, armas y municiones a un agente encubierto estadounidense, creyendo que era un integrante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC). Martínez Guillén también había accedido a transportar 20 kilos de cocaína de Washington a Nueva York.
Elmer Espinoza Hércules
En abril de 2011, el ejército salvadoreño detuvo a dos suboficiales y cuatro soldados que intentaban robar 1,812 granadas de mano para venderlas al crimen organizado, las pandillas y el narcotráfico. Los investigadores salvadoreños creen que el mayor Elmer Espinoza Hércules, quien desapareció un año antes, fungía como nexo entre el cartel mexicano Los Zetas y una estructura local dedicada al robo y a la venta de armamento.