Un muro de ladrillo, cemento y alambre de púas de 43 kilómetros de longitud, resguardado por soldados armados, perros y obstáculos anitanque, separó a Berlín por el mismo centro de la ciudad durante durante más de 28 años, entre 1961 y 1989.
La infame barrera y símbolo de la Guerra Fría, de cuyo derrumbe se cumplen este sábado 30 años, fue parte de los 155 kilómetros de frontera que separaron a Berlín Occidental del territorio de la República Democrática de Alemania (DDR, en alemán), que a su vez estuvo dividido de la República Federal de Alemania (BRD) por una línea de 1.400 kilómetros desde el Mar Báltico hasta la entonces Checoslovaquia.
El Muro de Berlín comenzó a ser construido el 13 de agosto de 1961, en un contexto de fuertes tensiones entre Estados Unidos y Rusia y ante el deterioro de las condiciones de vida en la DDR y el flujo incesante de inmigrantes hacia el oeste (calculado en 2,7 millones de personas entre 1945 y 1961). En esta etapa, conocida como “de primera generación”, la sencilla “barrera de protección antifascista”, como fue bautizada por las autoridades comunistas, contaba sólo con alambre de púas y paredes de ladrillo de baja altura.
La pared corría a lo largo de la frontera acordada por los aliados vencedores de la Segunda Guerra Mundial (Unión Soviética, Estados Unidos, Reino Unido y Francia) en 1945. Dividía a los barrios de Reinickendorf y Wedding (oeste) con Pankow y Prenzlauerberg (este) en el norte; avanzaba entre el parque Tiergarten (oeste) y la Puerta de Brandenburgo y el Mitte (este); y separaba a Neuköln y Kreuzberg (oeste) de Friedrichshain y Treptow (este) en el sur.
Había además nueve cruces oficiales dentro de la ciudad, entre Berlín Occidental y Oriental, y otros seis en el resto de la frontera, entre Berlín Occidental y la DDR, de acuerdo a datos oficiales del municipio de Berlín y las fundaciones Gedenkstätte Berliner Mauer (Memorial estatal del Muro de Berlín) y Chronik der Mauer (Crónica del Muro).
En 1962 las autoridades comunistas iniciaron un proceso de expansión y sofisticación del muro que continuaría hasta su derrumbe.
La segunda etapa o “generación” continuó hasta 1965 y se caracterizó por la construcción de una segunda pared a 100 metros de la primera y en paralelo a ésta, conformando una tierra de nadie en el medio que llegaría a ser conocida como la “franja de la muerte”: donde los guardias de frontera tiraban a matar. También, los edificios de departamentos que quedaron en esta zona fueron derrumbados y sus habitantes reubicados.
En 1965 comenzó la construcción de la “tercera generación”, que incorporó los ya famosos bloques de concreto coronados con un cilindro que impedían que fueran escalados. En tanto la “franja de la muerte” comenzó a llenarse de barreras antitanque y zanjas, entre otros obstáculos.
En 1975 las autoridades de la DDR iniciaron la construcción de la que sería la última y cuarta generación del muro, conocida como Grenzmauer 75 (Muro de frontera 75). A los avances anteriores se sumaron 259 casetas para perros, 302 torres de vigilancia y 20 búnkers con nueve cruces oficiales.
En total, el muro contaba con 45.000 bloques de concreto de 360 centímetros de alto y 120 centímetros de ancho, con un peso de 2.750 kilogramos cada uno.
Durante esta etapa, la de mayor importancia para el muro, 7.000 soldados de las Grenztruppen (guardias de frontera pertenecientes al Ejército Nacional Popular de la DDR) estaban afectados a su custodia.
Todo este dispositivo estaba montado con el único fin de evitar que los ciudadanos de la DDR emigraran a Occidente, y por tanto las diferentes capas de obstáculos y las fortificaciones defensivas miraban exclusivamente hacia el este, siempre asimétricas. No fue nunca una trinchera defensiva para evitar una invasión desde el oeste, ni una barrera para controlar un flujo masivo de inmigrantes hacia el este.
El muro en sí cubría los 43 kilómetros de frontera “urbana” entre Berlín Occidental y Berlín Oriental. Había otros 112 kilómetros de frontera entre Berlín Occidental y la DDR demarcados por alambres de púas, minas antipersonal y puestos de guardia, pero sin llegar a la sofisticación del Grenzmauer 75.
Dentro de estos 43 kilómetros “urbanos” había nueve cruces fronterizos oficiales, incluyendo el famoso Checkpoint Charlie/Friedrichstrasse, destinado a extranjeros y diplomáticos, el Invalidenstrasse/Sandkrugbrücke para ciudadanos alemanes y la parada de trenes Friedrischtrasse, la única del sistema de trenes subterráneos (U-Bahn) y de superficie (S-Bahn) que continuó conectando íntegramente a Berlín, luego de que numerosas estaciones debieran ser cerradas por encontrarse en el lado equivocado de la ciudad.
Las víctimas del muro
Entre 140 personas, según datos del Gedenkstätte Berliner Mauer, y 169, de acuerdo a la Fiscalía de Berlín, murieron en el muro entre 1961 y 1989. La mayoría de estos fueron asesinados por las Grenztruppen, que tenían órdenes de tirar a matar si no se podía evitar el escape por otros medios, o por causa de obstáculos o en accidentes dentro de la “franja de la muerte”. Entre estos figuran también ocho guardias de frontera muerto a manos de los que intentaban escapar, en muchos casos desertores, y un soldado soviético fallecido en accidente.
En total, 600 alemanes del este fueron masacrados por las autoridades de la DDR mientras intentaban escapar al oeste en diferentes puntos de la frontera de 1.400 kilómetros entre las dos Alemanias.
Ida Siekmann, una mujer de 59 años, es comúnmente señalada como la primera víctima del Muro de Berlín. Murió el 22 de agosto de 1961 por la caída tras lanzarse sobre Berlín Occidental de su edificio en la Bernauerstrasse 48, que había quedado justo pegado al muro.
Mientras que Günter Liftin de 24 años, es considerado el primer fusilado por las Grenztruppen, que le dispararon el 24 de agosto de 1961 mientras intentaba cruzar a nado el río Spree.
Tres personas murieron en 1989, el último año de existencia del muro.
Ingolf Diederichs, de 24 años, falleció luego de saltar de un tren en movimiento el 13 de enero.
Mientras que Chris Gueffroy, de 20 años, fue asesinado de un disparo en Britz mientras intentaba escapar.
El último en morir fue Winfried Freudenberg, de 32 años, quien perdió la vida cuando el globo el que había intentado escapar, y en el que llevaba flotando cinco horas, se precipitó a tierra en el barrio de Zehlendorf, aún en Berlín Oriental.
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