La enfermedad de un presidente en tiempos de Twitter

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Parece obvio suponer que un equipo de comunicación profesional como el que tiene el Gobierno tenga un protocolo de actuación ante casos de crisis. La enfermedad del Presidente es un caso típico. En las sociedades modernas el secreto no es posible. Es una verdad que Mauricio Macri conoce de memoria. Pero una cosa es saberlo y otra, muy distinta, actuar en consecuencia.

La Secretaría de Comunicación informó oficialmente pasadas las 21 que "el Presidente tuvo esta tarde, alrededor de las 15, una leve arritmia que no le impidió continuar con su trabajo y mantener la agenda de actividades previstas en la quinta de Olivos". Y que siendo ya las 19.30, aproximadamente, la Unidad Médica Presidencial decidió que se realizara una revisión.

Ese grupo médico decidió internarlo, avisó a la Clínica Olivos que más tarde llevaría al Presidente y pasó el diagnóstico: "fibrilación auricular cardíaca". La información trascendió y fue publicada por el portal de Caras a las 18 horas, aproximadamente. Más precisamente, dijo que el Presidente estaba internado en ese mismo momento.

Pasaron segundos para que twitter estallara.

Infobae se comunicó con una fuente oficial y la respuesta fue taxativa: "es mentira". En efecto, Macri estaba en un off the record con los periodistas Eduardo Feimann, Gloria López Lecube, Walter Curia y Edi Zunino. El vocero Iván Pavlovsky sacó la foto del encuentro. Desde que apareció la información en Caras hasta que esa foto fue publicada en twitter por un asistente de prensa, pasaron entre 20 y 30 minutos. La situación informativa se distendió.

Pero un periodista de Infobae, desconfiado como tienen que ser todos los periodistas, quiso averiguar un poco más. Confirmó que el Presidente, una vez concluido el off con los periodistas, fue directo a la Clínica. Llamó a un funcionario que reconoció que era cierto. A las 20.38 publicamos el alerta, perfectamente chequeado, de que Macri estaba internado.

Lo curioso de la situación es que Macri estaba internado en la misma clínica y con la misma afección que había informado el portal de Caras dos horas y media después, cuando no era cierto, porque estaba trabajando, y había periodistas que podían atestiguarlo. Dos horas y media después, lo que había sido desmentido -y con pruebas- resultó ser cierto.

Al confirmar la internación del Presidente, una alta fuente gubernamental le dijo a Infobae que "en una hora" saldrá de la clínica. No fue en una hora, pero fue en tres, cuando había medios que decían que se quedaría todo el fin de semana e, incluso, podría ser trasladado a otra institución.

Desde que apareció la primera noticia sobre la salud del Presidente hasta que volvió a la Residencia de Olivos pasaron menos de seis horas.

La información corrió como reguero de pólvora porque no hay nada que le interese más al ciudadano común, de cualquier país, que la salud de su Presidente.

Es verdad que todo esto sucedió en pocas horas, y en los tiempos de Twitter, que obligan a cualquier Gobierno a una gimnasia nueva, ultraprofesional, la información sobre la salud del Presidente es vital, y cómo se la comunica, también.

Para la próxima alcanzaría con que Macri suspenda su agenda apenas se sienta mal, y se informe a la población inmediatamente. Se cuidaría la salud presidencial y se evitarían los rumores y trascendidos, que adquieren velocidad en las redes sociales.

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