Que los blancos argentinos estén alcanzando el nivel de los tintos parece un cuento, pero no lo es. Hace tiempo que muchos productores apostaron por la calidad desafiando la eterna superioridad de esta última variedad por sobre la primera. Es que a partir de una buena uva se pueden hacer grandes vinos (incluso blancos).
Primero fue el Chardonnay, que con más ganas que ideas se impuso rápidamente como el mejor exponente nacional. Muy competitivo con los estadounidenses cuando se apoyaban en el roble, pero corriendo desde lejos a los chilenos, y desde mucho más atrás a los afamados franceses de la Borgoña. Por suerte hoy la búsqueda de la calidad y el estilo ha obtenido su merecido premio y son varios los Chardonnay de alta gama que empiezan a lucirse con vuelo internacional propio.
También el Sauvignon Blanc tuvo su auge, básicamente los de altura mendocina. Pero en diez años no logró delinear un perfil definido más allá de su acidez marcada y mayor frescura. Pero los vinos blancos de novela vienen por otro carril, fundamentalmente por el de los blends. Utilizados hace años y dejados en el olvido por sus vagas intenciones que en general no iban más allá de satisfacer la demanda cuantitativa. Hoy, los blends blancos han vuelto al ruedo con todo.
Es cierto que hay que darles la derecha a pioneros como el Gala 3 de Luigi Bosca, el Tiasta de Viña Alicia, el Lágrima Canela de Bressia y al Apartado de Rutini, entre otros. Pero los nuevos sabores son más atrevidos, conceptual e ideológicamente. Porque no se preocupan por los cepajes de moda, sino que se vinifican a conciencia, pensando en lo mejor para el vino.
Hoy son un puñado de etiquetas, seguro inspiradoras de otras que van a venir, y tan atractivas como sus pares de tintos. No importa si esta lista es corta o si faltan referentes, lo interesante es que poco a poco aparecen más y mejores vinos blancos.
Con la ventaja de la frescura de su lado a la hora de sentarse a la mesa. No sólo por su acidez natural sino también por la temperatura de servicio, que los hace más refrescantes a la vez. Si a eso se le suman texturas, sabores y complejidades, el consumidor se encontrará ante una nueva era de vinos blancos argentinos. Y el dolor de cabeza que provocan estos, a diferencia de sus antepasados, no es al consumidor sino a sus pares tintos.
Otros dos vinos que no son blend pero se ganaron el premio "blanco varietal original" y desafían de igual a igual a los tintos son el Garnacha Blanca que elabora Matías Mayol en La Consulta, y el patagónico Soil Blanco de Pinot Noir de Aniello.
Alma Gemela Pedro Giménez 2015 - Mariana Onofri, Lavalle, Mendoza -$195
Fermentado con sus levaduras indígenas, este blanco de rendimientos altos presenta buen volumen en boca, de paso algo rústico, y con final vinoso que le da carácter. Tiene cuerpo y una textura casi de taninos, con sabores de frutas secas y una agradable vivacidad.
Puntos: 85
Los vinos blancos buscan la complejidad del consumidor, con variedades diferentes
Zenith Nadir 2014 - Mariana Onofri, Mendoza - $400
Curioso blend de Chardonnay (52%), Fiano (32%) y Sauvignon Blanc (16%), fermentado en barricas nuevas, de segundo y tercer uso. De aromas con carácter y bien equilibrados, es voluptuoso, tiene agarre y complejidad. Su final es seco pero profundo, bien integrado. En su paso hay graso con vivacidad, y sus sabores son diferentes al igual que sus texturas. Tiene cuerpo, equilibro y vivacidad, también agarre. Un vino completo y con onda propia.
Puntos: 90
Blanchard & Lurton Grand Vin 2014 - Bodega Blanchard & Lurton, Valle de Uco - $380
Sus aromas son neutros y austeros, pero muy expresivos. Su entrada en boca es clásica, pero con buena tensión y profundidad. Su paso es con delicadezas, hay leves tostados finales elegantes, con una frescura interesante y una textura muy fina. Algo de madurez sobre el final de boca, con un dejo floral complejo en su expresión. Se sale del molde de lo frutal y le agrega matices con su austeridad. Es un blanco voluptuoso, con energía y gran potencial, insinuando una guarda con mucha complejidad por delante.
Puntos: 93
Susana Balbo Barrel Fermented White Blend 2015 - Bodega Susana Balbo Wines, Mendoza - $300
Combinando Torrontés y Sauvignon Blanc de Altamira, con Semillón de La Consulta, crearon un blanco diferente. De acidez bien sostenida y voluptuoso. Su paso es filoso, con una expresión frutal diferente y una profundidad muy limpia. De trago bien refrescante y tenso, con cuerpo y notas de piel de naranja, también hay algo maduro. Se agarra del paladar, al final de boca, con algo salvaje pero muy limpio. Tiene un carácter muy pensado, se nota que es un vino hecho a propósito, y que goza de un gran potencial de guarda.
Puntos: 93
Aniello Soil Blanco de Pinot Noir 2015 - Bodega Aniello, Mainqué, Río Negro $190
Una curiosidad, al menos en vinos tranquilos, este vino a base de Pinot Noir abriga aromas austeros y densos. De paladar bien fresco pero poco profundo, hay volumen, es limpio y filoso en su paso pero con buen volumen. Bastante lineal en sus expresiones, tiene cuerpo y cierto nervio con firmeza. Hay fuerza y un final seco que pide la compañía de un plato consistente. Beber entre 2016 y 2018.
Puntos: 88
Mayol Garnacha Blanca 2014 - Matías Mayol, La Consulta, Valle de Uco - $160
De aromas compactos y algo cerrado. Entrada equilibrada, tiene algo del Chardonnay y del Riesling maduro. Con mucho cuerpo para un blanco y sabores muy perfumados. Fermentó durante seis meses en barricas de segundo uso. De paladar franco y buena frescura, hay algo salvaje en el final de boca, potente (13,9 grados) y con fuerza, firmeza y densidad. Para sorprender en la mesa o para seguir esperando para ver como evoluciona con la estiba.
Puntos: 87
Por: Fabricio Portelli
@FabriPortelli