Giethoorn es un encantador pueblo holandés que parece salido de un cuento de hadas. Está ubicado en la provincia de Overijssel, dentro de la municipalidad de Steenwijkerland, a 120 kilómetros de Amsterdam. Y este pequeño tesoro de los Países Bajos logró posicionarse en el mapa debido a la ausencia de rutas y autos. Los vecinos y turistas recorren el lugar en botes o canoas, razón por la que se ganó el apodo de la "Venecia de Holanda", o la "Venecia del Norte".
El poblado, que fue fundado en el siglo XIII, no tiene calles por las que circulen vehículos ni transporte automovilístico de ningún tipo. La única manera de manejarse por allí es caminando, en bicicleta o en botes, que circulan a través de los varios canales (que alcanzan la extensión de casi 90 kilómetros en total) que unen a la comunidad. Estas rutas acuáticas crean una imagen salida de la fantasía, gracias a los 176 puentes que adornan su geografía.
La única forma que tienen los turistas de llegar a Giethoorn es dejando el auto en las afueras y trazar el resto del camino a pie, o a través de los que se conocen como "botes silenciosos", que se llaman así debido a que los motores que utilizan no hacen ruido. Es más, la paz y la tranquilidad son elementos esenciales del lugar, y su sitio web oficial explica que "el sonido más fuerte que uno puede escuchar generalmente es el 'cuack' de un pato o el canto de los pájaros".
Residencias, restaurantes y hasta museos se ubican en las riberas de este pueblo "acuático", que son accesibles por los habitantes y los viajeros que arriban aquí a través de embarcaciones. Las actividades que pueden realizarse en Giethoorn son variadas, y van cambiando de acuerdo con la estación del año.
En el verano, los deportes acuáticos y la vida marítima toman protagonismo, mientras que uno de los hobbies locales preferidos durante la época invernal es el patinaje sobre hielo. Las caminatas también son una opción imperdible, en especial para los que buscan sosiego y un mayor contacto con la vida salvaje.
Además, Giethoorn ofrece postales increíbles para los aficionados a la fotografía, su espíritu tan especial une con armonía la rutina de la población, el alma marítima y el relax de pasear por los canales.
También hay varios festivales que se llevan a cabo en este pueblito en el transcurso del año, algunos dedicados a la música y otros a deportes acuáticos. De Oude Aarde es también una de las mayores atracciones, donde se puede explorar una exhibición sobre gemas, minerales y fósiles que se coleccionan en este museo desde 1969.
La bicicleta es parte de lo cotidiano. Si bien es uno de los medios de transporte más antiguos, desde hace algunos años volvió a adquirir popularidad en todo el mundo, y cada vez son más las ciudades y las personas que se suman a una iniciativa que intenta cuidar el medio ambiente, y evitar el sedentarismo. Pero en este pueblito holandés, la bici siempre fue una gran manera de explorar el lugar. La mayoría de los hoteles y alojamientos ofrecen un servicio de alquiler de rodados, el medio de transporte ideal para recorrer los campos infinitos de los Países Bajos.