Chau cigarrillo: cómo lograrlo sin subir de peso

Abandonar la adicción provoca ansiedad, lo que aumenta la tentación por la comida. Qué alimentos facilitan la transición sin ganar kilos de más

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Abandonar para siempre el cigarrillo es un desafío enorme. En el duro camino que debe transitar un fumador en la búsqueda de erradicar la adicción, pueden aparecer otros inconvenientes en la salud relacionados de manera directa con este mal hábito.

"Se estima que uno de cada tres fumadores se plantea dejarlo. Entre los que lo intentan, un 25% no alcanza las 24 horas sin volver a probar, el 40% resiste entre dos y siete días y solo un 12% supera los 3 meses sin hacerlo", explicó Hernán Provera, médico cardiólogo y jefe del Departamento de Riesgo Cardiovascular de INEBA.

Para Ricardo del Olmo, neumonólogo del Centro de Investigación de Enfermedades Alérgicas y Respiratorias (CIDEA), "las personas ansiosas son las que suelen caer presas de adicciones. Entonces, es probable que ese 'nerviosismo' empeore cuando se le saca esa sustancia".

Uno de los grandes desafíos luego de abandonar el tabaco es la alimentación, ya que muchas personas suelen canalizar su ansiedad en la comida.

"El que fuma sabe que le hace mal. Cuando deja el cigarrillo, es consciente de que comer engorda y esto también es peligroso para la salud", sostuvo Rubinstein.

"Cualquier decisión es bienvenida mientras haya iniciativa por estar mejor. El verdadero propósito debe pasar por fortalecer la calidad de vida de las personas", dijo la especialista.

"Si se lleva a cabo una alimentación correcta y se practica actividad física de manera habitual, no se va a producir forzosamente un engorde. Curiosamente, tanto el tabaco como cierto tipo de comidas compuestas por hidratos de carbono refinados (harinas con grasa y sal, harinas con azúcar, entre otras) confluyen en la excitación de una zona del cerebro llamada hipotálamo, donde se encuentra un centro de 'recompensa y placer'. Por eso, al dejar de fumar, el impulso lleva a querer consumir ese tipo de alimentos y no otros", explicó la nutricionista Rubinstein.

Al dejar el hábito del cigarrillo, mejoran enormemente los sentidos del gusto y del olfato, por lo que las comidas pasan a tener mejor sabor y aroma y así se despierta más el apetito. "Se come con más ganas y se comienzan a desear alimentos con sabores fuertes. Se genera más ingreso de comida y, por ende, más calorías que llevan al aumento de peso", sostuvo Rubinstein.

La sugerencia de la nutricionista es evitar los alimentos hipercalóricos y poco nutritivos. En la ausencia del tabaco, aumenta el estrés y la ansiedad y se intenta calmar los nervios comiendo más de lo debido.

Para Jordana Wolf, licenciada en psicología, "no se deja de fumar ni de comer sabiendo, sino sintiendo": "Todos saben que tener alto el colesterol es malo, pero éste no duele. Hasta que no se siente el límite, el umbral de la limitación física (incluso el miedo), nadie se anima a dejar aquello que hace mal. Por ahí debe empezar todo".

"En los grupos de descenso de peso, hay algunas personas que vienen a bajar algunos kilos porque engordaron después de dejar de fumar; mientras que otros más previsores lo hacen antes de abandonar el cigarrillo, para no subir luego más de lo mínimo inevitable", concluyó Wolf.

Lo más importante es entender que es vital para la salud dejar de fumar. También que, como efecto sustitutivo, no es bueno reemplazar el tabaco por la comida sino por otra actividad que produzca distracción sin hacerle daño al organismo.

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