Argentina, y Buenos Aires en particular, es célebre en el mundo por contar con la mayor cantidad de psicólogos por habitante a nivel global. De hecho, existe un "mini barrio" dentro de Palermo que pasó a llamarse Villa Freud. A tal punto llega esta costumbre de ir al psicólogo, que es moneda corriente escuchar términos como "somatizar", "fobia" u "obsesivo compulsivo". La psicología es un tema que apasiona a muchos, pero, ¿qué hay que tener en cuenta a la hora de iniciar terapia? ¿cómo elegir un profesional?
La asistencia psicológica ayuda en la vida emocional y es necesaria para resolver distintos problemas que enfrentan los individuos a lo largo de su vida. El primer paso es reconocer que la persona no puede afrontar sola una situación que le genera angustia, como puede ser un duelo, una separación, un trastorno de ansiedad o personalidad. Hay diferentes enfoques para abordar la terapia, según la necesidad del individuo. La elección del tratamiento adecuado es vital para comenzar.
La doctora Liliana Moneta, psiquiatra y psicoanalista (M.N 72276) explica las diferencias entre algunas de las terapias existentes:
El psicoanálisis trabaja con la asociación libre. "Es fundamental que el paciente diga lo que le pasa por la cabeza por más mínimo que le resulte". El analista trabaja con la atención flotante, es decir que escucha al paciente sin privilegiar ningún elemento del discurso de este último y dejando obrar su propia actividad inconsciente.
Se tienen en cuenta los sueños, olvidos y actos fallidos. Se pone el foco sobre aquello que el paciente desconoce, el inconsciente, y que se expresa a través de lo enunciado previamente. "Se bucea en lo profundo del psiquismo para disolver el síntoma", expone la doctora Moneta.
La terapia cognitiva trata de focalizar cuáles son la situaciones para trabajar y "hace exposiciones con dichos conflictos por medio de ejercicios preestablecidos", que también se realizan fuera del ámbito terapéutico para disminuir y, eventualmente hacer desaparecer la manifestación sintomática. El enfoque trabaja desde lo "observable fenoménico", que es la conducta.
El tratamiento sistémico se aplica para el tratamiento de disfunciones, trastornos concebidos como expresión de las alteraciones en las interacciones, estilos relacionales y patrones de comunicación humano. Trabaja con el individuo como parte de un sistema e integra sus vínculos.
En términos generales, la persona que intenta iniciar un trabajo psicológico consulta con amigos, familiares y conocidos que estén haciendo terapia sobre las bondades de su terapeuta o bien que les pidan al psicólogo que los trata que les recomiende un colega, según detalla el médico psiquiatra Harry Campos (M.N 43389)
Llegar por una recomendación es el escenario deseado ya que el eventual paciente cuenta con información de fondo que fortalece el vínculo inicial
Otra de las variables en la elección del psicólogo es el tema geográfico. A pesar de aparentar ser un dato menor, en épocas donde transitar por la ciudad se ha convertido en un desafío, la cercanía es clave para garantizar la asistencia a la sesión.
Tampoco el tema financiero escapa a este ámbito y la pregunta sobre el monto de los honorarios a abonar es una de las primeras que deben formular los interesados. Es un factor que puede llegar a incidir en la elección del terapeuta.
Por último, la derivación a un psicólogo por medio del sistema de medicina prepaga u obra social es otra de las formas habituales de llegar a un terapeuta. Sin embargo, ésta resulta ser una de las posibilidades menos valoradas tanto por profesionales como por pacientes ya que no media elección alguna por ninguna de las partes, tal como detalló el médico psiquiatra Campos.
La doctora Moneta destaca que el primer contacto se debe realizar a través de una recomendación. "Las personas no consultan con cualquiera, se suelen buscar referencias. Cuando le dan el nombre del profesional, enseguida lo googlean y buscan su currículum vitae".
Para el doctor y psicólogo Andrés Rascovsky resulta conveniente averiguar si pertenece a alguna agrupación o asociación avalada. En el caso del psicoanálisis, por ejemplo, existen importantes instituciones que respaldan su trabajo, como por ejemplo la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APDEBA), Sociedad Argentina de Psicoanálisis (SAP) Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) y Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP-WAP)
Por otra parte, el especialista sugiere hacerle un serie de preguntas al profesional, como, por ejemplo, qué tipo de formación tiene, así como el tipo de enfoque terapéutico que lleva adelante.
A pesar de parecer una obviedad, es necesario comprobar que el profesional de elección sea graduado. No basta con ver el título de psicólogo enmarcado colgando de la pared. El especialista debe además estar matriculado ya que, al igual que en las demás profesiones, se requiere de una matrícula para el ejercicio de la profesión. La matriculación se corresponde con el lugar de ejercicio y no con el domicilio de residencia. Por ejemplo, si ejerce en Capital y en Provincia debe tener ambas matrículas.
Una vez elegido el terapeuta, se produce un período de entrevistas iniciales que el psicólogo dedicará a la evaluación del problema. Concluida la evaluación, es de práctica común que el psicólogo formule un diagnóstico del problema, que no necesariamente se trata de un trastorno, sino del problema funcional que llevó allí al paciente. Este generalmente no se dará a conocer al paciente debido a que es "muy estigmatizante", explica el psiquiatra Harry Campos. A partir del diagnóstico, el profesional efectúa la propuesta de tratamiento en la que explica qué terapia van a trabajar.
El especialista Andrés Rascovsky resalta la importancia de definir la modalidad de trabajo, en otras palabras, el contrato laboral. Un acuerdo verbal sobre la duración de las sesiones (pueden ser muy breves 10, 20 minutos o más extensas, de hasta 60 minutos); la frecuencia semanal, los horarios y los honorarios son todos factores relevantes a la hora de elegir un tratamiento.
En la mayor parte de las terapias se considera que la frecuencia ideal es de una vez por semana aunque en casos extremos o en las primeras sesiones, esta frecuencia podría ser mayor.
La relación terapéutica es estrictamente profesional, el vínculo no debe confundirse con amistad ni amor
El médico Harry Campos advierte que en la terapia puede darse la transferencia (transferencia deriva de una percepción errónea o irracional del paciente sobre el terapeuta y que esto lo puede llevar a experimentar una serie de sentimientos (positivos o negativos) y a manifestar una serie de conductas (resistencias) que impiden el desarrollo adecuado de la terapia. De esta manera, es muy importante que el profesional también haga terapia constantemente.
La contratransferencia derivaría igualmente de la percepción errónea del paciente por parte del terapeuta y lo que puede esperar de éste. Esto podría llevarlo a experimentar sentimientos (positivos o negativos) hacia el terapeuta, de modo que su conducta resultaría improductiva para la labor terapéutica. En ambos casos, éste es un escollo que si no se sortea, se debe abandonar la terapia.
La licenciada en psicología Eugenia González destaca que transcurridos los dos meses de encuentros es un tiempo prudencial para percibir si la relación terapeuta - paciente es la deseada. "No hay que creer que porque una terapia no funcionó como se esperaba, la terapia en sí no funciona", sugirió
Siempre hay que evaluar ambas puntas: el terapeuta, si hay conexión y si el paciente está preparado para realizar el tratamiento.
El rapport se refiere en general, a un acuerdo de metas, objetivos y procedimientos terapéuticos entre el paciente y el terapeuta. Es útil que el terapeuta clarifique las expectativas que el paciente trae a terapia; que las contraste con el paciente y evalúe si le parece poco razonable o inadecuadas. También el terapeuta se pone en la misma "onda" del paciente a través de la empatía, aceptación y autenticidad que se deben dar en el feedback. El terapeuta y el paciente forman un equipo de trabajo que tiene como fin detectar los pensamientos negativos y los supuestos personales para poder trabajar en su modificación.
Esto depende del tipo de abordaje. En algunos casos puede llevar algunas sesiones y en otras varios meses o años. Por otra parte, la sesión en sí misma tiene variaciones en su duración: pueden ser de 40, 50 minutos o bien menos. En el caso de los tratamientos realizados en el marco de la terapia cognitiva - conductual, el trabajo no terminan a la misma hora que la sesión. Lo usual, es que queden muchas cosas por hacer fuera del consultorio. Es frecuente que el profesional proponga tareas para llevar a cabo entre sesión y sesión, por ejemplo, hacer determinado listado o practicar cosas o bien llevar algún registro de actividades encomendadas concluye la psicóloga Eugenia González.