La presidente brasileña, Dilma Rousseff, suspendida de su cargo este jueves por el Senado, habló desde el Palacio de Planalto horas después de finalizada la maratónica sesión.
La mandataria denunció en los primeros segundos de su discurso: "Es un impeachment fraudulento, un verdadero golpe". Rousseff consideró que el proceso en su contra pone en jaque "el respeto a las urnas" y "la voluntad soberana del pueblo".
"Cuando a una presidente electa se la acusa de un crimen que no cometió, no es un impeachment, es un golpe", insistió la jefa de Estado, que llamó a la brasileños a mantenerse "movilizados, unidos y en paz".
"Luché mi vida entera por la democracia", destacó la presidente suspendida. "El destino siempre me impuso múltiples desafíos y conseguí vencerlos. Sufrí el dolor de la tortura y ahora sufro más de una vez. Lo que más duele en este momento es la injusticia", agregó.
"Estoy lista para resistir por todos los medios legales"
"Está en juego el futuro del país, la oportunidad y esperanza de avanzar", dijo Rousseff, quien además defendió su gestión al frente del Ejecutivo: "Mi gobierno no cometió ningún acto represivo contra movimientos sociales ni manifestantes de ninguna posición política".
Rousseff habló también para sus simpatizantes en la puerta de Planalto. "Quien dio inicio a este golpe lo hizo por venganza, porque nos negamos a darle los votos en la comisión de ética para que fuese absuelto", dijo la mandataria en referencia a Eduardo Cunha.
"Estaba haciendo un chantaje contra el Gobierno y no soy una mujer que acepte ese tipo de chantaje", dijo Rousseff, quien agregó respecto de la decisión del Senado que la dejó fuera del Ejecutivo: "Estoy lista para resistir por todos los medios legales".
El proceso de impeachment contra la primera mujer presidente de Brasil, de 68 años, se basa en acusaciones de que cometió un "crimen de responsabilidad" al pedir préstamos a bancos estatales para ocultar déficits presupuestarios durante su campaña a la reelección en 2014 y varios meses de 2015.
Rousseff afirma que es víctima de un "golpe parlamentario" liderado por su ex aliado y hoy enemigo Michel Temer, que fue su vice desde 2011 y ahora es el flamante presidente interino de Brasil.
Rousseff sostiene que no cometió ningún crimen que amerite su destitución y que las estrategias contables de las que se la acusa fueron utilizadas anteriormente por varios gobiernos que hoy están en la oposición.
Pero en los hechos, el apoyo al impeachment es alimentado por una fuerte desilusión de los brasileños en medio de una profunda recesión económica y revelaciones de una gigantesca red de corrupción liderada, sobre todo, por políticos del partido en el Gobierno, sus aliados y grandes empresarios que se pusieron de acuerdo para robar a la estatal Petrobras.
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Enormes protestas callejeras celebradas el año pasado dejaron en claro la insatisfacción popular. Y finalmente, la ruptura de la frágil coalición del gobernante Partido de los Trabajadores con el partido de centroderecha PMDB de Michel Temer dejó a Rousseff aislada.
La Cámara de Diputados recomendó el 17 de abril, por holgada mayoría (367 votos de 513), el inicio de un juicio político contra Rousseff en el Senado. Este jueves, 55 senadores se declararon a favor de su suspensión, mientras que 22 votaron en contra.
Ahora Rousseff deberá dejar a Temer su despacho en el Palacio de Planalto, pero podrá quedarse en la residencia presidencial, el Palacio da Alvorada. Posiblemente su salario sea reducido a la mitad, como indica la Constitución. Temer anunciará este jueves quiénes serán sus nuevos ministros.