Después de haber padecido el escrache sistemático durante semanas y meses por unas declaraciones en torno al número de desaparecidos, el ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Darío Lopérfido, manifestó en InfobaeTV su rechazo al episodio que sufrió Carlos Zannini días atrás en un avión que viajaba a Miami. "Me parece mal, y me solidarizo con Zannini, aunque sé que él no se solidarizó conmigo", dijo.
Feliz por las críticas positivas que recibió la última edición del BAFICI, el funcionario dijo que su impronta pasará por invertir un gran presupuesto de cultura en las villas y barrios humildes.
— ¿Cómo te sentiste por las buenas críticas unánimes que lograste para el BAFICI, después de críticas muy complicadas que tuviste que padecer?
— Feliz porque es mi trabajo, porque el Gobierno de la Ciudad apoyó fuertemente, con un mayor presupuesto. El BAFICI ya es un festival importante en el mundo, llegó a las villas.
— ¿Es el primer año que llega a las villas?
— Sí, complementamente. Estuvimos en Piletones, estuvimos en la Villa 31, en Barracas. Armamos un sistema para llevar en camión una pantalla móvil y tuvo un éxito fabuloso. Hubo mucha gente, estuvo repleto. Yo fui a las siete funciones que se hicieron en las villas, con un nivel de compromiso de la gente fenomenal. Lo que montamos es una estructura como si fueras al BAFICI en Recoleta. El mismo puesto de informes, las mismas chicas con las mismas camisetas, te repartían los programas igual. Lo único que pusimos es una pochoclera, a donde los chicos podían ir a buscar pochocolo. Fue toda la estética del BAFICI y pasábamos las mismas películas que en el Festival. Eran programación del BAFICI. Vamos a trabajar fuertemente en los barrios más pobres, con varias cuestiones que ya tenemos previstas, de hecho, va a ser mi programa estrella en el Ministerio, porque queremos crear ciudadanía dándole oportunidades, porque nadie nace dealer, vamos a estimularlos con nuevas herramientas, en este caso, culturales.
LEA MÁS
— El éxito del BAFICI tal vez te sirva como reparador de duras experiencias por las que tuviste que pasar en los últimos meses por unas declaraciones que hiciste durante el verano. ¿Por qué creés que te tocó pasar por esta experiencia?
— Creo que un poco es normal, ya que el kirchnerismo generó una cosa de fanatismo. Muchas veces los escuchás hablar del gobierno de Macri y hablan con un nivel de violencia como si estuvieran pasando cosas terribles en el país. Separo a la gente de los organismos de derechos humanos, porque fueron víctimas. A ellos les escribí una carta, les expliqué. Para mí no es lo mismo lo que pueda decir Estela de Carlotto que alguien del espectáculo.
— ¿Y qué le decías a Estela en esa carta? Porque ella pidió tu renuncia.
— Le hablé de mi compromiso inalterable con los derechos humanos y explicándole que no había querido ofender la memoria de nadie. Pidieron mi renuncia, tienen el derecho a hacerlo, le otorgo el derecho a todos los que me quieran criticar que me critiquen. En cualquier caso, a ella y a personas que fueron a esa reunión les escribí una carta personal, manuscrita. Distinto es la gente que juzgó contaminada, que dijo barbaridades.
— Te dicen negacionista.
— El diario Página/12 me dijo negacionista e incluso me puso en tapa porque yo había dicho que había recibido 250 millones de pesos del Estado en cinco años. Yo pienso todo lo que se podía haber hecho en las villas si hubiera 250 millones de pesos. Horacio, María Eugenia y Mauricio están ahorrando mucho de esas partidas que se usaban para hacer prensa estatal.
— Ahora le tocan los escraches a Carlos Zannini, que organizaba los escraches a periodistas, políticos opositores.
— Yo me solidarizo con él. Este país cambió, porque yo, como víctima de ellos, cuando veo la imagen de lo que pasó a Zannini en el avión expreso que me parece mal, no me gusta que pase eso, le hago llegar mi solidaridad.
— ¿Por qué creés que se instaló en algunos sectores de la sociedad esta cultura política del escrache?
— Porque se incentivó desde el Estado. Es algo tremebundo. La misma ex presidente escrachaba desde los discursos en Casa Rosada. A un abuelito, a Ricardo Darín, al dueño de una inmobiliaria. Gente del medio periodístico y del espectáculo, quizás por vulgaridad intelectual, también decían cualquier cosa de la gente, en 678, en Duro de Domar, donde Daniel Tognetti hablaba del "grito sagrado" cada vez que escrachaban a un periodista de TN cuando estaba haciendo una nota en la calle y le decían que "devuelva los nietos".
— En particular es complicado este negacionismo al revés, vinculado al número de 30.000 desaparecidos. Es mejor que no haya habido 30.000. Pero, ¿sentís que te equivocaste al hablar de ese tema?
— Quizás me equivoqué, pero el eje de lo que yo estaba diciendo es algo que me enoja mucho, haber convertido a los 70 –en los años de los Kirchner– en una época heroica, cuando fue luctuosa. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, Britten escribió un Réquiem en homenaje a los muertos. Yo recuerdo los 70 con dolor. Me gustaría que toda esa gente esté viva. Cuando Harguindeguy le dijo a Borges que no había más de 3000 desaparecidos, Borges le contestó "uno solo sería un escándalo de la razón". Quizás mi error fue un sentido de la oportunidad, no un error en intencionalidad política. También fui muy crítico del kirchnerismo.
— ¿Creés que por haber sido crítico del kirchnerismo los sectores de la cultura, que hasta ahora son mayoritariamente kirchneristas, te quieren hacer pagar algo?
— Yo creo que sí, porque el nivel de violencia contra mí fue insólito. Gente que me conoce de toda la vida, y que saben qué pienso, también. Mucho nivel de operación, además. Nacho Montes de Oca hizo una investigación acerca de las firmas de una solicitada contra mí, porque se decía que Serrat y Chico Buarque de Holanda habían firmado también. Pero el periodista de Eliminando Variables vio que no habían firmado, que solo existía un tuit de Gabriela Cerruti que decía eso. Es la misma persona que puso en un tuit que Alejandro Gómez, ministro de Cultura de la provincia de Buenos Aires, es socio de la persona que organizaba la fiesta electrónica de Costa Salguero. Y no lo conoce personalmente, no le conoce la cara. Es mala intención con profunda ignorancia. El fanatismo también conduce a la ignorancia. Amos Oz dice que el fanatismo es un gen maldito de la humanidad que no hay que despertar. El gobierno anterior lo que hizo fue despertarlo.
— ¿Vos creés que este estado de violencia y acoso con el que piensa distinto se va a terminar? ¿Qué podemos hacer para superarlo?
— Lo que tenemos que hacer es repudiarlo. Yo veo el video de Zannini en el avión y me parece mal. Y les pido a los ciudadanos que no hagan eso con Zannini, aunque piensen parecido a mí. Lo que ellos no hacen, hagámoslo nosotros. No se lo hagan ni a Kicillof, ni a Zannini, ni a nadie. Toda persona que a mí me para por la calle y quiere conversar conmigo, yo converso. Tenemos que volver a eso. Me ha pasado que mucha gente que paró y me dijo "Darío, a mí me caés bien, por qué dijiste lo que dijiste". Y me quedé 20 minutos hablando. La sociedad civilizada es eso. Prediquemos con el ejemplo. En la época del kirchnerismo los medios, 678, Daniel Tognetti, Gabriela Cerruti, mandaban a escrachar al que pensaba distinto. Nosotros no los mandemos, y solidaricémonos con ellos, aunque estén en las antípodas de lo que yo pienso.