La clave para superar las adversidades está en qué hacer con lo que a cada persona le toca vivir. Llevarlo a la práctica puede volverse todo un desafío. Claro que existen miles de personas que día a día le ponen el pecho a la adversidad y deciden ser felices a pesar de todo.
Tras celebrarse el Día Mundial de la Rehabilitación, Infobae eligió dos historias de vida que son ejemplo de superación.
Pilar Mugica: "Elijo ponerle onda porque me divierto y soy feliz así"
Pilar tiene 28 años y vive en San Lorenzo, provincia de Santa Fe. Tuvo una parálisis cerebral de nacimiento, que afectó su motricidad.
Tiene espasticidad en los miembros inferiores y superiores con una hipotonía de columna. Su rehabilitación le permitió recuperarse casi totalmente. Se moviliza generalmente en silla de ruedas, aunque desde los seis años caminó con andador o con asistencia de alguna persona.
Desde que se recibió de contadora trabaja en una empresa, haciendo las liquidaciones de sueldos e impuestos. Hace tiempo se desempeña como coordinadora del área de Inclusión de Personas con Discapacidad de la Municipalidad de San Lorenzo.
Su sonrisa la distingue en la comunidad y fue su inquietud por vivir el momento lo que la impulsó a llegar a la cima del cerro Champaquí, hacer esquí acuático, escalar el volcán Lanín, volar en un parapente. Rafting, snorkel y buceo son otros de los deportes que ha practicado.
"De chicos jugábamos a la mancha con mis hermanos, yo con el andador, y cuando a mí me tocaba ser mancha ellos corrían saltando sobre un pie para que los pueda alcanzar", recuerda Pilar, para quien "la clave está en poder disfrutar de la vida, a veces como todos y a veces de otra manera".
Además del espíritu aventurero que la caracteriza, también tiene un gran sentido de solidaridad con los demás, impronta que la hizo participar de Correr por las Diferencias, la primera maratón que ella organizó junto a familiares y amigos a beneficio de la asociación civil ALPI en Santa Fe.
El fallecimiento repentino de su padre le enseñó que para curar el alma hay que hacer cosas por los demás. Desde entonces, está más involucrada con distintas organizaciones dedicadas a la temática de la discapacidad, organizando charlas y, a su vez, contribuyendo social y culturalmente.
Pilar, a sus 28 años, relató entre risas que a esta altura de su vida está acostumbrada a cualquier terreno y, si se le complica, pide ayuda. Su alegre energía no la detiene.
"Tener una discapacidad no me privó de pasarla bien en la vida", repite la joven que, a pesar de todo, se siente "una afortunada".
"Siempre tuve la oportunidad de hacer lo que me gustaba y elijo ponerle onda porque me divierto más y soy feliz así", indicó.
Martín Arregui: "Hay un montón de cosas que uno puede hacer para no sentirse inferior"
Martín tiene 45 años y sufrió un accidente automovilístico en 1995, que le provocó una cuadriparesia. Estaba dormido en el asiento de atrás cuando el auto en el que viajaba volcó en un camino de tierra. Pasó por terapia intensiva y una operación para reconstruirle una de sus vértebras.
Sin embargo, este porteño que cumplió el sueño de ser padre y encontrar el amor de su vida, tiene una adrenalina especial con los deportes extremos, un enorme compromiso social como director del programa "Vida Independiente Argentina" y una notable responsabilidad como coordinador del programa de Turismo Accesible a través del Ministerio de Turismo de la Nación Argentina.
Siendo usuario de silla de ruedas, disfruta del buceo (fue la primera persona con licencia para bucear con discapacidad en el país), practica parapente, hace esquí acuático, paracaidismo, juega al rugby en silla de ruedas, hace rafting, kayak, cabalgatas, maneja un cuatriciclo adaptado, kartings y motos acuáticas.
"Empecé a ver que podía hacer un montón de cosas y que los límites los iba a poner yo"
"Me volqué a todos estos deportes para demostrar que se puede hacer mucho más, no sólo para mí sino para otras personas en la misma situación", sentencia Martín, que desde su accidente tuvo la claridad para ver que "podía hacer un montón de cosas" y decidió que los límites se los iba a poner él.
Superadas las complicaciones clínicas, comenzó con gran motivación y fuerza de voluntad la rehabilitación, internándose a los 25 años. Su perseverancia se encargó de que cada sesión de la terapia fuera un desafío y luego de casi un año de tratamiento se mudó a cuatro cuadras de la institución para rehabilitarse de forma ambulatoria.
De a poco, según Martín, surgió una adrenalina que le despertó curiosidad por los deportes extremos. A partir de ese momento comenzó su aventura. Estas actividades se convirtieron en una forma de vida para él, ideales para una persona con discapacidad, cumpliendo éstas con un rol terapéutico, social y psicológico inigualable.
"Se me plantearon muchos miedos a la hora de pensar en ser padre, con mis limitaciones", confiesa, para luego reconocer que entre su mujer y su hija le enseñaron "que no hay nada que no pueda hacer junto a ellas".
"Hay un montón de cosas que uno puede hacer para no sentirse inferior; el foco está en disfrutar mientras estamos vivos", asegura.
Un nuevo centro pediátrico
La Argentina tiene cerca de 42 millones de habitantes, y según el Indec existe un 12% de personas con discapacidad: 5 millones de personas con dificultades o limitación permanente.
ALPI trabaja para lograr el objetivo del nuevo Centro Pediátrico, un hospital que permitirá atender a más de 300 mil personas al año, casi el triple de lo que hoy atienden (125 mil).
La institución ayuda en el proceso de rehabilitación de niños y adultos que sufren algún tipo de deficiencia motora debido a una enfermedad o accidente.
Mercedes Molinuevo es la jefa de Rehabilitación de ALPI y señaló: "Nuestro mayor logro es colaborar en el proceso de rehabilitación, ya que creo firmemente que el ser humano cuando ya no es capaz de cambiar una situación, se encuentra ante el desafío de cambiarse a sí mismo", destacó.