En 1992, el neurocientífico de Harvard Richard Davidson se embarcó en un proyecto de investigación inusual para estudiar los cerebros de los monjes budistas, que pasan miles de horas meditando. Y encontró no sólo que la práctica activa diferentes partes del cerebro, sino que también parecía impactar en el cuerpo de maneras muy positivas para la salud.
Ese estudio fue esencial para llevar adelante una serie de proyectos de investigación en los últimos años y observar los efectos que produce "calmar el cerebro" a la hora de tratar enfermedades médicas específicas.
El resultado de uno de ellos fue publicado esta semana en la revista JAMA. Para eso, se examinaron adultos con dolor lumbar crónico, una de las principales causas de discapacidad en los Estados Unidos y una de las razones por las que cada vez más personas son adictas a los analgésicos.
Dirigido por Daniel C. Cherkin del Group Health Research Institute en Seattle, el experimento contó con 342 adultos asignados aleatoriamente a los que se dividió en tres grupos: al primero se lo puso a meditar, al segundo se lo trató con terapias psicológicas y el tercero siguió calmando su dolor con medicamentos.
El primer grupo participó en clases de yoga y en un programa de reducción del estrés basado en la atención (MBSR), que se centra en ser consciente y en aceptar el malestar físico. El segundo grupo participó en la terapia cognitiva conductual (TCC) para cambiar los pensamientos y comportamientos relacionados con el dolor durante ocho sesiones semanales de grupo de 2 horas.
Los participantes del estudio tenían edades comprendidas entre 20 y 70 años y que habían sufrido dolor de espalda en un promedio de 7,3 años.
Los resultados de ambas técnicas fueron muy positivas. A las 26 semanas, el 61% del grupo de meditación reportó una mejoría en las actividades que podían hacer, en comparación con el 58% en el grupo de terapia y un 44% para los que continuaron con sus rutinas habituales.
Los resultados para la mejoría del dolor fueron similares, con un 55% de mejora en el grupo de meditación en comparación con el 45% en el grupo dos y el 27% en el grupo de atención habitual. Los números fueron similares a las 52 semanas.
"Estos hallazgos sugieren que la meditación puede ser una opción de tratamiento eficaz para los pacientes con dolor lumbar crónico", escribieron los autores.
Sin embargo, advirtieron en el estudio que alrededor de un tercio de los participantes en el grupo de meditación informó de un "evento adverso" y que era sobre todo un aumento en el dolor debido al yoga.
Madhav Goyal y Jennifer A. Haythornthwaite de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins dijeron que los mecanismos por los que la meditación podría funcionar en el dolor de espalda siguen siendo un misterio, pero la pregunta es simplemente "académica" por muchos médicos y sus pacientes que necesitan un alivio inmediato.
Los dos escribieron que a pesar de esta y otras incógnitas el estudio ya ofrece "un argumento convincente para asegurar que un sistema de salud basado en la evidencia deberá facilitar el acceso a las terapias de cuerpo y mente más accesibles".
Por Ariana Eunjung Cha, Washington Post