El show que 40 mil personas disfrutaron este martes por la noche en el estadio del club Vélez Sarsfield fue una celebración de todo lo que representa Iron Maiden: espectáculo, fantasía y adrenalina para el corazón heavy metal. La rotura del avión de la banda, el Ed Force One en Santiago, Chile, no impidió que el equipo de gira de Iron Maiden montase los shows en Vélez y Córdoba este fin de semana a tiempo. Fue la presentación número 12 en el país para la banda de Steve Harris y Bruce Dickinson, desde el ya mítico show en Ferro de 1992 para su gira del disco "Fear of the Dark", considerado el primer gran show de heavy metal internacional que tuvo Buenos Aires.
Esta vez, la presentación del reciente "The Book of Souls", su primer disco en cinco años incluyó las mejores armas visuales del grupo: llamaradas, animaciones 3D, telones pintados a mano, una escenografía de ruinas aztecas y dos apariciones de la nueva versión de Eddie, la momia mascota del grupo, además de un gigantesco Satanás inflable en el clásico "The Number of the Beast". Muchos incluso se tentaron con el tráiler del nuevo juego para celulares de la banda, "The Legacy of the Beast", proyectado en las pantallas gigantes, con escenas de pelea y mini-juegos con Eddie como protagonista.
Fue para muchos fanáticos -había desde hombres de 50 hasta chicos de apenas 12 saltando junto a sus padres- la mejor puesta del grupo en Argentina desde el Vélez 2001 en donde Dickinson regresó al grupo luego de años de ausencia. Hubo mensajes: felicitó a los argentinos por "poder ser inglés y estar aquí con todos ustedes sin boludeces en el medio", en referencia a un viejo abucheo cuando agitó la bandera inglesa para el clásico "The Trooper", lo que era una simple representación de la canción y también felicitó a los heavys y fans de la banda por su cultura internacionalista de hermandad, en una escena libre de racismo.
El grupo tiene una calidad musical envidiable: puede soportar largas canciones con intricados solos triples, armonías y estructuras progresivas gracias a Dave Murray, Adrian Smith y Janick Gers, además del baterista Nicko McBrain, muy afilado y energético. Todos tienen más arrugas, pero su performance no tiene fisuras. Dickinson, tras superar un cáncer, se adueña del escenario. Hasta tienen sus viejos looks: Gers todavía tiene sus chupines con zapatillas negras y cinto de balas. Steve Harris se emocionó luego de que Dickinson le pidiese a todo el estadio que le cantase el feliz cumpleaños: había cumplido 60 el fin de semana en Córdoba.
Tras el arranque con "If Eternity Should Fail", del nuevo disco, siguieron otros temas de "The Book Souls" como "Tears of a Clown" o "The Red and the Black", gemas infrecuentes de los 80 como "Children of the Damned" y clásicos necesarios como "Hallowed be thy Name". El cierre y despedida fue con "Wasted Years".
Anthrax fue luego de The Raven Age un soporte admirable. Con una larga historia de fans en el país, los thrashers de New York presentaron su nuevo material, "For All Kings", con los machaques del guitarrista Scott Ian intactos y su cantante, Joey Belladonna con sus clásicos agudos en forma, en un nivel de entrega en vivo que pocos grandes del metal tienen hoy. Además de cortes nuevos como "Evil Twin" hubo clásicos del pasado como "Antisocial", "Medusa" y el cierre con "Indians" con un gigantesco pogo en círculo a pedido de la banda.