El viaje en auto a Key West es, de por sí, una atracción espectacular. Hacia el sur desde Miami por la ruta US1 en su tramo más escénico, la Overseas Highway, el trayecto ofrece vistas impresionantes del océano Atlántico, con sus aguas mezcla de celeste y turquesa. Antes, dejo atrás una innumerable cantidad de cayos pequeños, pero cada uno con un encanto especial. Y habrá más, más adelante, antes de llegar al pintoresco lugar donde solía vivir Hemingway.
El Key lime (un pastel de lima), mucha diversión, turistas bronceados y Hemingway podrían ser las palabras clave de lo que representa este pequeño cayo, límite territorial de los Estados Unidos en el sur. Antaño un paraíso de estilo caribeño, de piratas, pescadores y artistas, actualmente es un pueblo de más de 30.000 habitantes que en parte busca satisfacer las ganas de entretenimiento y vida nocturna del turismo internacional.
Key West es un lugar ideal para alquilar una bici y recorrer los principales puntos de interés, aprovechando un clima soñado y la especial tranquilidad que transmiten estas calles. Casi como si fuera un rito empiezo por el monolito del punto sur más extremo de los Estados Unidos. Todo el mundo queriendo tomar su fotografía en esta especie de campana trunca multicolor pintada a franjas rojas, negras y amarillas. Mirando el océano, pienso en las vidas que se arriesgaron en esas aguas, desafiando corrientes y tiburones, en balsas maltrechas, completamente precarias y hasta en cámaras y cubiertas de viejos vehículos con el objetivo de escapar de la servidumbre y llegar a respirar un poco de libertad.
Al subir en la bicicleta se puede enfilar hacia la casa de Hemingway, donde el escritor escribió el 70% de sus novelas más reconocidas (entre ellas "Por quién doblan las campanas" y "Las nieves del Kilimanjaro"). Se trata del refugio que eligió a su llegada de la castigada Europa. Visitar los ambientes de esta amplia casa de madera nos permite imaginar el contraste entre su vida recogida y su vida en el exterior. El lugar muy bien conservado; es plácido, fresco y lleno de evocaciones. Es un sitio pequeño, pero con agradables jardines y con objetos y ambientes que permiten descubrir algo de la personalidad del escritor y de sus métodos de creación.
Enfrente está el faro de Key West que, para sorpresa de todos, no está sobre la costa. Un lugar al que no se puede dejar de visitar, a una calle de la mítica Duval St. El ingreso cuesta U$S 10 pero, como amante de los faros, no puedo dejar de entrar. Cuando llego a la cima entiendo lo bien pagado que estuvo el dinero: la vista es sencillamente fascinante.
Ahora el pedaleo lleva a los visitantes rumbo a la costa sur, hacia el jardín botánico de la Torre West Martello. Orquídeas y una variada flora tropical recubren este viejo fortín, de interés también arquitectónico e histórico pues se trata de un testimonio de la guerra civil americana. La entrada es gratis pero sugieren una donación.
Key West es una fiesta por la noche. Luego de ver la puesta del sol sobre el muelle curioseo por este auténtico mercado persa que rodea una enorme plaza donde los artistas pintan con aerosoles, los músicos tocan, y los cantantes cantan. Hay mil tiendas de recuerdos, escondrijos ocultos detrás de cientos de perchas, y miles de personas que se cruzan, compran, se sacan fotos, encuentran baratijas. Hay una enorme energía en este lugar.
Para buscar un lugar para comer me voy a Duval Street, la calle mítica por excelencia en Key West. Llena de tiendas, restaurantes, lugares de recuerdos y cafés. Finalmente paro en Willie Ts con un ambiente espectacular para comer afuera y con precios muy buenos. Sin embargo, al salir no puedo evitar tomar una cerveza extra en Margaritaville, el célebre lugar creado por Jimmy Buffet que hoy se ha convertido en una marca en todo el Caribe.
Camino un rato por Duval y los sonidos se mezclan, entre risas divertidas, gente que habla fuerte y un ambiente de fiesta. La gente camina en todas direcciones, cruzan la calle por cualquier lugar.
La oferta musical aquí es prácticamente inacabable. Muchos bares completamente abiertos hacia la vereda, con las barras a la vista y las típicas pantallas de LCD que reproducen partidos de fútbol americano o básquet.
Al día siguiente por la mañana voy al Dry Tortugas National Park. El ferry sale a las 7 de la mañana y llega a Dry Tortugas aproximadamente a las 11. El viaje incluye el desayuno y un almuerzo tipo buffet. En tierra hay una fortificación impactante. Subo a la parte más alta para tomar fotos impresionantes de las playas y del mar turquesa. El resto del día es para pasarla bien en la playa, nadando, haciendo snorkel o simplemente disfrutando del sol. El agua es completamente transparente y las arenas blancas y limpias. La gente se pasa el día completo aquí. Algunos se vienen con sus conservadoras de picnic y los que tienen chicos están super tranquilos porque todo es seguro y el ambiente es muy agradable.
De regreso al cayo, por la tarde, visito el Key West Butterfly and Nature Conservatory. El lugar es verdaderamente impactante. El recorrido comienza con una introducción didáctica sobre las mariposas, el proceso de metamorfosis, la reproducción y la alimentación. Se ingresa luego a un mariposario amplio, cómodo, limpio; un hábitat logrado artificialmente, bien tropical, donde las mariposas se desplazan libremente, muestran sus magníficos colores, sin importarles nuestra presencia. La vegetación es tupida, el clima es muy cálido, hay orquídeas, flamencos, y otras variedades de aves, flores y plantas. Un placer para los amantes de la naturaleza.
Obviamente el regreso a Miami es tan bonito como el viaje de ida. Pero esta vez la Overseas Highway tiene los colores del atardecer. Voy dejando atrás los cayos que se suceden como eslabones de una enorme cadena sobre el mar mientras repaso mentalmente este fin de semana diferente en un lugar tocado por la naturaleza y lleno de historias del pasado envueltas en el perfume del trópico.