El palacio Bosch Alvear, ubicado en pleno barrio de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires, es uno de los edificios más lujosos y representativos de la arquitectura del siglo XX. Fue diseñado en 1912 por el arquitecto francés René Sergent, y su construcción se desarrolló a lo largo de varios años, durante la Primera Guerra Mundial. Con salones amplios, escaleras y arañas majestuosas, esta residencia es la elegida para hospedar al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, durante su visita a la Argentina.
Esta es la primera visita al país de un presidente de Estados Unidos en 19 años. El líder del país norteamericano estará el 23 y 24 de marzo, luego de pasar por Cuba, un hecho histórico en el que están puestos los ojos de todo el mundo, según confirmó oficialmente la Casa Blanca en un comunicado durante los últimos días de febrero. Y es por eso que su estadía será acorde a una visita de tal importancia.
El presidente Obama llegará al país acompañado por una comitiva de 800 personas, y su agenda se enfocará especialmente en reforzar las relaciones bilaterales y comerciales entre Argentina y Estados Unidos. Además de su paso por Buenos Aires, Obama viajará a Bariloche, aunque aún no se sabe cuál será el lugar elegido para hospedarse. En su primera noche en suelo argentino sí se sabe que estará en el imponente Palacio Bosch Alvear, en el corazón de los bosques de Palermo.
La idea original del Palacio Bosch fue diseñada por René Sergent, pero los arquitectos que llevaron a cabo el proyecto fueron los argentinos Eduardo María Lanús y Pablo Hary, prestigiosos profesionales que fundaron la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires. Fue concebido para ser la residencia de Ernesto Bosch, el abogado y diplomático argentino que trabajó como embajador del país en el exterior. El suntuoso edificio está ubicado en la intersección de la Avenida del Libertador y John F. Kennedy, a metros del zoológico de Buenos Aires y del Jardín Botánico.
"Ernesto Bosch se puso en contacto con el arquitecto René Sergent para encargarle el proyecto de una residencia porteña a la altura de la posición que había alcanzado", escribe el arquitecto Fabio Grementieri en un estudio sobre esta residencia. "Sergent debía diseñar el palacio para el jefe de la diplomacia argentina. y lo haría desde su estudio en París, sin viajar nunca a Buenos Aires. Volcó todo su oficio, practicado a través de una amplia experiencia entre la nobleza europea. Con la dedicación que merecía la devota clientela argentina, para la que realizaría varios otros proyectos".
Hoy en día es propiedad de la Embajada de Estados Unidos, y lo ha sido desde finales de la Primera Guerra Mundial, cuando la familia Bosch se vio afectada por la crisis económica y decidió venderla por la suma de tres millones de pesos, una cifra inmensa para esa época. Desde ese entonces, recibió a innumerables figuras de la época, y recibió en sus halls a tres presidentes del país de norteamérica: a Franklin Delano Roosevelt en 1936, a Dwight Eisenhower en 1960, y finalmente a George H. W. Bush en 1994.
El palacio Bosch es un ejemplar sublime de una corriente del siglo XX en Argentina que imitaba al clasicismo francés del siglo XVIII. Cientos de piezas de arte decorativo se encuentran detrás de sus puertas, la mayoría importada de Europa especialmente, como el barandal de la escalera principal. Todo el diseño interior fue ideado por el decorador André Carlhian, y los jardines estuvieron a cargo del paisajista Achille Duchene.
Y además de su impresionante decorativo, y su estilo clásico francés, el palacio Bosch fue proyectado para adaptarse visualmente a sus alrededores, especialmente al Rosedal y a las mansiones y parques que lo rodean. "El Palacio Bosch aparece como un cabal producto del controvertido período histórico que lo engendró", escribe Grementieri. "Dentro de la encrucijada cultural de la belle époque, esta obra es un excelente ejemplo de aquella tendencia que buscaba un "tiempo perdido" en distintos aspectos del arte y de la arquitectura, definitorios del espíritu y de la imagen de los grandes eventos y de la vida cotidiana".
Es por eso que Grementieri sostiene que esta residencia es una importante pieza del patrimonio arquitectónico de la belle époque: "La arquitectura del Palacio Bosch es una excelente muestra del entonces recuperado gran juego del clasicismo. Puede consiuderarse una de las mejores realizaciones del equipo de diseño integral, compuesto por el arquitecto René Sergent, el decorador André Carlhain, y el paisajista Achille Duchene, que cierra, a principios del siglo XX, la gran tradición clasicista francesa inaugurada por el famoso trío formado por el arquitecto Le Vau, el decorador Le Brun y el paisajista Le Notre para el diseño del castillo de Versalles".