A poco menos de tres meses de la llegada de Mauricio Macri al poder, el sindicalismo peronista comienza a posicionarse para cuando quede más o menos establecido por todo el mundo que ha caducado el período de gracia del que goza cualquier nuevo gobierno. No hay una fecha equis que precise cuándo acaba esa luna de miel. En cualquier caso, la dirigencia de los gremios más poderosos entiende que no falta tanto para llevar al terreno de los hechos lo que hoy insinúa al mostrar su musculatura y sus dientes afilados.
Fuera del sindicalismo alternativo que expresan las dos CTA (enfrentadas con la administración macrista de arranque nomás), los gremios del transporte hicieron punta esta semana al advertir sobre posibles medidas de fuerza si el Gobierno, "en un plazo razonable", no ofrece soluciones satisfactorias para corregir, drásticamente, el actual esquema del impuesto a las Ganancias.
Pero como corresponde a su naturaleza, el gremialismo no pide una cosa por vez. Por eso, en un mismo renglón que aquel gravamen, el paquete de reclamos de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (Catt) incluye además, como prioridades, que cese la ola de despidos "arbitrarios" en la administración pública, una mejora de emergencia para los jubilados, y que se implemente un plan económico antiinflacionario. Casi como un acto reflejo, también pidieron que las paritarias no queden condicionadas a ninguna referencia.
Por otro andarivel, el bloque sindical transportista (que integran 24 sindicatos, liderados por el marítimo moyanista Juan Carlos Schmid) demanda una audiencia con el Presidente Macri para interiorizarlo de la problemática de un sector considerado estratégico. Los gremios del transporte quedaron constituidos como ineludible factor de poder del mundo sindical, el año pasado, al hacer el gasto de los últimos dos paros generales contra Cristina Kirchner. Así es que exigen un tratamiento preferencial.
"Abril será un mes clave para decidir si implementamos o no un plan de lucha", dijo a Infoabe el secretario de Prensa de la Catt, el aeronavegante Juan Pablo Brey, que no ve en el Gobierno la predisposición para beneficiar a los trabajadores que sí tuvo con el campo, la banca y otros sectores concentrados.
Amén del alto impacto regresivo que provoca Ganancias en los salarios de los trabajadores del transporte, Brey, también de la escudería de Hugo Moyano, expresa la preocupación puntual del sector aeronáutico por la conservación misma de los puestos de trabajo, ante el ajuste inminente que el macrismo llevaría adelante en Aerolíneas y Austral.
Lo que resulta seguro es que el Gobierno dejará de desembolsar los 600 millones de dólares en subsidios que hasta acá recibían ambas compañías para operar. Según se dice, el Presidente habría ordenado reducir a la mitad esos fondos de auxilio. Más contemporizadora, Isela Constantini, presidente de Aerolíneas Argentinas, aseguró a los gremios que la contribución estatal rondará unos 500 millones. Como sea, habrá poda.
La idea del macrismo es la de ir desprogramando las unidades Airbus 340. Esto se traduce –ya está ocurriendo- en el levantamiento de distintos destinos internacionales. "También el gobierno anterior quería ir reemplazando a los Airbus 340 por los más económicos 330, pero tenían un plan más gradual. Lo malo es que cuando se desprograman vuelos, queda la puerta abierta para los despidos", señala el titular del gremio de los auxiliares de a bordo. Por lo pronto, en Aerolíneas ya rige un sistema de retiros voluntarios para reducir personal. Se entiende el estado de alerta.
En la reunión de ayer de la Catt, uno que reapareció después de meses de inasistencia, fue Facundo Moyano (de trabajadores de peajes), quien se hizo de la palabra para poner al día a sus pares con las iniciativas que hay para modificar Ganancias en el Congreso, donde una media de docena de diputados de extracción sindical ya trabaja en un proyecto común con el bloque del Frente Renovador de Sergio Massa.
El hijo de Moyano, del palo massista, dio a sus compañeros un baño de pragmatismo: los llamó a no insistir con la eliminación lisa y llana del proyecto. "Trabajemos para que dejen de tributar ítems específicos, como horas extras, francos, aguinaldos, viáticos...", apuntó, sin privarse de criticar a su colega de bancada, Héctor Daer (del gremio de la Sanidad), por apuntar a una reforma integral de Ganancias.
"Parece que fue en otra vida, en otro tiempo, cuando los candidatos presidenciales hablaban de eliminar el impuesto al trabajo", acotó con ironía Schmid, en el encuentro realizado en el teatro Empire, propiedad del gremio de la Fraternidad, donde se convocó a un congreso ordinario de la Catt para mayo.
También por allí circuló una versión que hablaba de un supuesto cruce telefónico entre el Presidente y el líder de los camioneros. "Hugo, no me patees en contra, dame una mano", habría dicho Macri para que Moyano cesara con sus declaraciones picantes. "Bueno, pero si vos no tirás ni un centro para nuestro lado, mucho no se puede hacer", habría contestado el jefe de la central de Azopardo, de quien su gente dice que está muy desencantado con la marcha de las cosas.
Desde la CGT que todavía lidera el metalúrgico Antonio Caló, llegan más palos a la gestión Macri. Alarmados con la caída de la actividad, que afecta principalmente a industrias como la metalmecánica y la construcción (perdió en lo que va de 2016 30 mil puestos de trabajo y se extienden las suspensiones en la obra pública), critican al Gobierno por entender que no implementa políticas públicas de contención, además de achacarle una manifiesta inacción para ponerle un freno a los formadores de precios.
Otro factor de crítica pasa por las diferencias de contenido que observan entre lo que el Gobierno anuncia y lo que realmente se implementa. De tal modo, mencionan como ejemplos de eso, dos recientes anuncios de Macri: la actualización de Ganancias y la extensión de un mayor número de trabajadores como beneficiarios de asignaciones familiares. "Si no se modifican las escalas en los dos casos, seguimos en la misma que estábamos", dijo a este sitio el líder de un poderoso gremio del sector industrial.
Mientras, las paritarias están próximas a entrar en zona de definición para muchas organizaciones. Con un dato que salta a la vista: parece haber quedado en el olvido aquella voluntad inicial del Gobierno para que las negociaciones no se excedieran del 25 por ciento de aumento. Prueba de ellos es el 35 % conseguido por los docentes, pagadero en dos o tres cuotas.