Mauricio Macri, ante el dilema de la herencia económica del kirchnerismo

A 48 horas de que el jefe de Estado abra las sesiones ordinarias del Congreso, aún se debate si es conveniente repasar el "pesado" legado de Cristina Kirchner o ignorarlo. Vidal y Rodríguez Larreta dieron una pista

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 Adrián Escandar 162
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Este martes Mauricio Macri abrirá las sesiones ordinarias del Congreso. Hay una gran expectativa sobre si romperá con la estrategia autoimpuesta del Gobierno de no hacer prácticamente ninguna mención a la "herencia recibida". Nadie sabe a ciencia cierta cuál será la decisión final de la Casa Rosada al respecto, pero dos figuras clave del entramado macrista, nada menos que María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, rechazaron opinar sobre el pasado en una presentación conjunta el jueves en Mar del Plata. "Preferimos poner la energía en mirar hacia adelante", dijo la gobernadora ante la insistente requisitoria del público.

El caso Macri de no hacer mención alguna a lo que recibió podría comprenderse si se tratara de una continuidad del mismo espacio político –Néstor y Cristina 2007, Mujica y Tabaré en Uruguay, Lula y Dilma en Brasil, etcétera– o si efectivamente la herencia fue más positiva que negativa. Sin embargo, en la Argentina de diciembre del 2015 nada de estos dos supuestos tuvieron lugar.

 Adrián Escandar 162
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Veamos:

-El PBI argentino cayó en el 2014, penúltimo año de gobierno de Cristina, de acuerdo a los datos aportados por FIEL (elaborados en forma conjunta con el Estudio Broda y ABECEB) a Infobae, por trimestres -0.7%, -1.3%, -0.9% y -0.2%, o sea que fue negativo todo el año, con la particularidad de que la devaluación de enero impacto más fuerte en el nivel de actividad del segundo trimestre.

- El 2015 fue mixto. Bueno al principio, con un 1.4% y del 1.5% en los trimestres del primer semestre del año, pero negativo –lo que en parte explicaría la derrota electoral- en los dos últimos: -0.7% y -1.2%.

-La UIA informó el viernes que la industria cayó en el 2015 un -0.8%, mientras que para FIEL también hubo baja, pero más leve, del -0,1%. Comparado con el 2011 –año de la reelección de Cristina- la caída es de 5.7%. Más malas noticias: Juan Luis Bour de FIEL le anticipó a este periodista que los dos primeros trimestres de 2016, la industria seguirá en baja en torno del 1%.

-El índice de confianza de la CIF/UTDT (elaborado por Poliarquía) mostró en febrero una caída con respecto a enero del 15.6% para ubicarse en 45.59. Lo curioso es que en noviembre 2015 estaba en 60.35 y desde que ganó Mauricio Macri viene en descenso: diciembre 54.8 (caída del 9%), enero 54.01 (-1.6%) y lo ya dicho de febrero. La baja con respecto a febrero del 2015 es del -9.7%. Para ubicar los 45.59 de febrero en perspectivas históricas, el peor mes de confianza de los argentinos fue mayo del 2002, con 29.34 (a partir de allí comenzó a crecer). Disgregando por regiones y segmentos sociales el informe señala que "respecto al mes anterior, la confianza de los consumidores cae 20,8% en el Gran Buenos Aires, 12,4% en la Capital Federal y 7,9% en el Interior del país. Respecto al mes anterior, la confianza de los consumidores cae 17,1% para el sector de los encuestados con menores ingresos y 13,3% para el sector de los encuestados con mayores ingresos".

-Una empresa líder del sector alimenticio acepta que en febrero su caída de ventas fue del ¡28%!. Las compañías de bebidas no alcohólicas, cuyo volumen de ventas sube naturalmente en el verano, tuvieron en enero el mayor descenso histórico en mucho tiempo. La venta de autos usados bajó en enero un 11.77%, siendo la segunda provincia más castigada por el cuadro, la Córdoba macrista con un -20.37 %. En materia de patentamientos (0 km) los expertos dicen que es el peor enero en 10 años y que se corre el peligro de bajar a los niveles de la década del 90.

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-Los datos de la inflación no necesita de verificaciones técnicas, pero resulta interesante seguir los números del IPC-SL (Índice de Precios-San Luis), uno de los guarismos homologados de hecho por el ausente INDEC, junto al de la Ciudad de Buenos Aires. Para el IPC-SL, en enero el aumento general de precios fue del 4.2%, lo que anualizado da 35.1%. Este dato de anualización no es menor: es el número utilizado por sindicatos y gremios para discutir aumentos en paritarias. Los rubros que más crecieron fueron Esparcimiento (13%), natural siendo el verano, Transporte y Comunicaciones y Vivienda y Servicios Básicos, un 6.8%. A este último rubro hay que comenzar a prestarle atención de aquí en más, porque mostrará la punta del iceberg del aumento de la energía eléctrica a partir de febrero.

-Informalmente quienes elaboran el índice de la Ciudad de Buenos Aires no ven un febrero en franco descenso con respecto a enero. Y ni que hablar de marzo. Sin embargo los datos también deber ser leídos en forma integral: para el IPC-SL la inflación diciembre fue del 6.5%, lo que hace mirar el 4.2% de enero con más optimismo. Esta comparación le permitió a Federico Sturzenegger, titular del Banco Central repetir uno de sus dogmas de cabecera. "El nivel general de precios depende de la cantidad de efectivo que la gente tiene para pagar y eso depende cuánto vos emitís. Hay una tendencia a pensar que si suben los salarios o el tipo de cambio, va a haber un efecto directo en la inflación, pero no es así. Porque algunos precios por supuesto van a subir, los precios de exportación e importación, pero el circulante de lo que la gente tiene para gastar está dentro de los parámetros y es lo que va a influir en el nivel de inflación" dijo. ¿Ahora?. No en enero del 2014, para referirse a la devaluación de Kicillof. Historias de la historia: Sturzenegger es coherente, aun para definir su propia devaluación. Y significa que para la autoridad monetaria se podría seguir –en teoría- devaluando sin eso signifique provocar inflación. Dato no menor.

-Finalmente la reservas del Banco Central. Cuando asumía el macrismo, en forma extraoficial se hizo trascender desde los funcionarios elegidos, pero no asumidos, que las "reservas" reales eran menores a los 7.000 millones de dólares. Sin embargo, asumido ya el macrismo en la autoridad monetaria, y recibidos los 5.000 millones de dólares de los bancos, las reservas ¿subieron? a los 30.000 millones de dólares. ¿Dentro de eso está el swap chino?. Insólita pregunta: ¿hay 10.000 millones de dólares de reservas que tiene Macri gracias al ineficaz Kicillof?

La inflación de diciembre y la de enero son buenos ejemplos para tratar de entender a la economía argentina.

Es indiscutiblemente cierto que la herencia cristinista fue probablemente la peor que puede recibir un nuevo gobierno que va desde el 5.8 del PBI de déficit del gasto (cifra oficializada en enero por Alfonso Prat Gay y que surge de sumar el 2.3% reconocido por el kirchnerismo y los gastos no pagados y recursos no genuinos de BCRA y ANSES) hasta un retraso en el tipo de cambio y en la tarifas de la energía eléctrica y gasífera y una inflación contenida. En una góndola de herencias, sin duda que sería de las peores.

Ahora bien, escuchando los argumentos K debe señalarse que frente a ese cuadro –que ellos no contabilizan- ¿el macrismo no mostró todas las capacidades necesarias para enfrentarlo? La inmediata baja de retenciones tiene una explicación coherente: el Gobierno apuesta a que la economía comenzará a recuperarse en algún momento del segundo semestre de la mano del campo y de la construcción vía la inversión del sector público. Sin embargo hay otras decisiones –coinciden muchos economistas, sobre todo del radicalismo y del Frente Renovador- que bien pudieron haberse llevado a la práctica con más "oficio político" y "experiencia oficial". Veamos los ejemplos:

el Gobierno apuesta a que la economía comenzará a recuperarse en algún momento del segundo semestre

-Era imperiosamente necesario levantar el cepo, pero debieron haberse previsto alguna consecuencias. La primera es la inflación -aunque sabemos que para Sturzenegger su existencia no es consecuencia de una variación en el tipo de cambio-, habiendo generado el espacio político para un acuerdo de hecho entre el Estado, los empresarios y los sindicalistas para no desbocarse en los precios. Y si es verdad que en noviembre la orden en el Ministerio de Economía y la Secretaría de Comercio fue "después de nosotros el diluvio" en materia de control de precios como se quejan certeramente los funcionarios actuales, entonces no es compatible esa aseveración con la impresión de que los precios sólo suben por la emisión (Sturzenegger). Otro tema es el precio del tipo de cambio: para aguantarlo por debajo de los 16 pesos, el Central tuvo que vender más de 1500 millones de dólares en lo que va de febrero.

-La segunda consecuencia los funcionarios económicos de Macri pudieron haberla pensado pero no necesariamente previsto. El campo no liquidó dólares como se esperaba. Dicen que fueron muy pocas las semanas donde se cumplió con el acuerdo de los 400 millones de dólares semanales. Y los empresarios, tan reacios a Cristina y tan contentos con la llegada de Macri, en enero y febrero no razonaron con el corazón sino con el bolsillo y trasladaron la devaluación a precios, donde ocupó un rol trascendental el aporte para el aumento de la inflación de uno de los sectores más cartelizados de la economía local: el supermercadismo (en otro de los ejemplos del fracaso K).

-En privado Edenor y Edesur dicen que por supuesto que están de acuerdo con el necesario aumento de la luz, pero que no era imperioso hacerlo de una sola en un mismo mes/bimestre. "Lo que al Gobierno le importa es lo que ahorrará. Y esa es una cuenta anual. Da lo mismo si en marzo o en junio" explican. El aumento de la luz tiene tres efectos negativos en la calle: predispone mal al ciudadano común, subirá precios en forma directa e indirecta y permite que cualquiera justifique un injustificable crecimiento de precios.

Macri decidió no contar la herencia, sobre todo económica. Se dice que por consejo del ecuatoriano Jaime Durán Barba, quien a este periodista se lo confirmó y justificó. Habrá que esperar hasta el martes para ver que dice Macri. Contar la herencia es lo que corresponde, aunque pedir respuestas y soluciones en 80 días es demasiado apresurado, definición con la que no todo el mundo está de acuerdo. Entonces, ¿no le convendría al Gobierno abrir este debate?

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