Fue noticia y vuelve a serlo. Antes, porque la nombraron directora de una de las entidades financieras más importantes del país, el Banco Central, pese a que tenía apenas 27 años y no se había recibido. Y ahora, porque el juez Claudio Bonadio la llamó a indagatoria junto a la ex presidente Cristina Kirchner por la venta de dólar futuro. Bárbara Emilia Domatto Conti está acusada por el delito de defraudación contra la administración pública.
La joven llegó al directorio del BCRA en julio pasado, luego de que el Senado aprobara su pliego. En la comisión por la que pasó había reconocido que no había terminado la carrera de Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires.
"Estoy haciendo la tesis, ya la presenté", admitió, ante la pregunta del único legislador de la oposición que se presentó ese día en la comisión, Alfredo Martínez. Luego el kirchnerismo hizo valer la amplia mayoría que tenía en el cuerpo y le dio su aval para nombrarla en el cargo por seis años.
Domatto Conti conoció al diputado Axel Kicillof en 2007, en la UBA, donde ella era ayudante de una cátedra de la materia Teoría Política y Derecho Público. Unos años más tarde, él la hizo ingresar en el ministro de Economía que comandaba. Allí se ganó su confianza durante la negociación con el Club de París.
Un año después, Kicillof la puso como "oyente" de la mesa de dinero del Banco Central. Pese a que en su currículum aparece como "asesora" de la entidad, nunca abrió la boca. Fue para aprender, no para ayudar. En paralelo, el Gobierno le consiguió un cargo de directora en el Banco de Comercio Exterior, una entidad que prácticamente no tenía funciones por el cepo cambiario, pero que le aseguró un buen sueldo. De allí saltó al Banco Central.
Un detalle: el currículum que presentó en la Comisión de Acuerdos del Senado aclaraba que le gusta tocar el charango y el teatro stand up. Y mencionaba que era fanática del surf, como se puede ver incluso en la foto que incorporó a su perfil de Linkedin.
Ahora deberá dar explicaciones en la Justicia Federal por dar el visto bueno a una maniobra que le generó una pérdida multimillonaria al Estado. Los favores que le hizo el kirchnerismo los pagó con el brazo alzado en el directorio del Banco Central. Y la jugada le podría costar una condena de dos a seis años de prisión. Eso sí: ya se recibió. Es Actuaria en Economía.