Nueve ventajas de viajar solo

Preparar las valijas y partir sin acompañante es una decisión que requiere coraje y determinación. La opinión de un especialista sobre los beneficios de emprender una aventura con uno mismo

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Viajar es una de las experiencias más enriquecedoras que puede vivir una persona. Shutterstock 162
Viajar es una de las experiencias más enriquecedoras que puede vivir una persona. Shutterstock 162

Viajar es una de las experiencias más enriquecedoras que puede vivir una persona, tanto a nivel emocional como cultural. No hay nada como llegar a una ciudad cuyas costumbres y tradiciones son completamente diferentes a las de uno: abre la cabeza y amplía el horizonte personal.

Además, es bueno para la salud. La U.S. Travel Association, junto con el Transamerican Center, realizó un estudio en el año 2013 que comprobó que viajar es beneficioso para el cuerpo. Se probó que las mujeres que viajaban por lo menos dos veces al año tenían menos riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca que aquellas que viajaban cada seis años o menos. Por otro lado, los hombres que no se tomaban vacaciones todos los años tenían 30% más de riesgo de desarrollar una enfermedad cardíaca que aquellos que se iban anualmente de viaje.

Y a la hora de organizar una travesía, a veces se complica coincidir en fechas con amigos o incluso con la pareja o familia, por lo que a algunos se les presenta por primera vez el dilema de si partir o no solo. Y la decisión tendría que ser simple.

A muchos les parece extraña la idea de marcharse sin acompañante. Es verdad que a veces una experiencia es mucho mejor si es compartida con un ser querido, pero la realidad es que no hay ninguna otra aventura más maravillosa que emprender una travesía en soledad. Y las ventajas son varias.

Julián Gurfinkel, cofundador de Turismocity, habló con Infobae y dijo que "son muchas las ventajas que encuentran los viajeros al emprender un viaje solos. Gracias a eso, ha crecido la cantidad de consultas de viajeros que deciden aventurarse en el exterior sin compañía alguna".

Armar la propia aventura

Viajar solo implica que no hay que tener en cuenta a nadie más: un fanático del arte puede tranquilamente visitar todos los museos que tenga ganas sin que nadie se queje, o alguien que disfruta de estar tirado en la playa todo el día no tiene que limitar su placer para contentar a otra persona.

Es la oportunidad que tiene uno de ser realmente egoísta sin lastimar a nadie. Hacer lo que uno quiere, cuando quiere y a su manera. Además, uno puede ser espontáneo y tirar los planes que tenía para el día por la borda. El jefe es uno mismo.

El tiempo que uno se dedica a sí mismo y a la introspección es importantísimo, y uno aprende muchísimo de sí cuando está en un país distinto del propio, en el que quizás ni siquiera se hable la lengua madre de uno.

Dedicarle más tiempo a un hobby propio

A veces, si uno es un ávido lector, encontrar un momento para leer en paz cuando está acompañado durante un viaje es muy complicado. Pero cuando uno está solo, escuchar música, dormir, leer, o llegar a la noche y tirarse a ver una película en Netflix después de un día de recorrer intensamente una ciudad nueva puede ser relajante y darle el final ideal a una jornada extenuante.

Conocer gente de todos lados

El estar solo invita –o empuja, a decir verdad– a conocer gente nueva y a socializar. Esto es especialmente positivo para la gente que es en general introvertida, y que no hace amigos fácil. Viajar y ponerse a hablar con el filipino que está haciendo trekking por el mismo camino o tomarse un trago con la japonesa que se queda en el hostel con uno ayuda a salir de la rutina y hasta a hacer amigos que quizás duren toda la vida.

"Muchas veces la gente tiene miedo de arriesgarse a viajar solo", opinó Gurfinkel, "sin embargo el irse de viaje por su cuenta tiene muchas ventajas. Sin dudas, una de las mayores es poder ganar herramientas para interactuar con gente nueva, de la parte del mundo que sea, incrementando las habilidades sociales y las formas de comunicarte con otros sin estar acompañado".

En un lugar nuevo, aprender a moverse, conocer bien las líneas de transporte, hablar con extraños y pequeños logros más hacen que viajar solo valga la pena y que uno salga de su caparazón para mostrarle al mundo de lo que uno realmente está hecho. Y cuando uno se anima a viajar solo, se da cuenta de que es una de las mejores maneras de recorrer el mundo.

Aprender a buscar soluciones

Oscar Wilde dijo alguna vez que la única ventaja de jugar con fuego es que uno aprende a no quemarse. Cuando surge un inconveniente durante un viaje, durante los primeros instantes parece el fin del mundo. Pero son esos tensos segundos de parálisis durante los cuales uno aprende a lidiar con problemas y a no ahogarse en un vaso de agua.

Si uno llega al aeropuerto y no aparece la reserva, o se pierde en una ciudad extraña, en la que se habla un idioma que uno no maneja, uno depende solamente de uno mismo. Y es en esos momentos de dudas e incertidumbre en los que uno descubre quién es.

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