Dos conflictos simultáneos vive el peronismo. Por un lado, el proceso de renovación de dirigentes y, por otro, la necesidad de definir su rol opositor ante el Gobierno de Mauricio Macri. Al mismo tiempo, el PRO debe ordenar su alianza con la Unión Cívica Radical (UCR) y Afirmación para una República Igualitaria (ARI) de Elisa Carrió, asumiendo que solamente gobierna la ciudad y la provincia de Buenos Aires.
En una Argentina federal, con autonomías provinciales, las dificultades de conducir al conjunto obligan a cualquier gobierno a recurrir a decretos de necesidad y urgencia (DNU) y navegar así en las orillas de la ilegalidad.
Acordar políticas de Estado, encontrar la normalidad institucional y garantizar la gobernabilidad nos lleva al escenario del Congreso Nacional, ámbito al que ha sido temeroso el presidente Macri. En el sistema político argentino, la institucionalidad y la gobernabilidad siempre las garantizó el Congreso Nacional y puntualmente la Cámara Alta. El liderazgo del presidente del bloque justicialista, Miguel Ángel Pichetto, resalta en estos momentos. Tal vez sea el dirigente de mayor conocimiento de las particularidades provinciales y el de mayor juego.
El triunfo de Raúl Alfonsín sobre Ítalo Argentino Lúder, en 1983, fue tan sorpresivo para la UCR como para el Partido Justicialista. Con mayor estructura territorial que el PRO, la UCR también había triunfado en la provincia de Buenos Aires con Alejandro Armendáriz. Tras las reiteradas crisis políticas y económicas que comenzaban a resquebrajar el país, desde el Senado Nacional se le dio al presidente Alfonsín el respaldo necesario. Como su correligionario Fernando de la Rúa, no se fueron antes por conspiraciones, sino por limitaciones.
Durante la crisis del 2001, cuando sonaba el "Que se vayan todos" y con el nihilismo amenazando con empujarnos al abismo, fue también el Senado quien encontró el rumbo institucional. Han sido las provincias y fueron los gobernadores. Es la Argentina federal quien recupera al país en las dificultades desde hace 150 años.
La noticia de la conformación de un nuevo bloque justicialista en la Cámara de Diputados es auspiciosa. Se trata del primer movimiento para el cambio de conducción en el Partido Justicialista. La ausencia de autocríticas por parte de la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner y su brazo militante de La Cámpora obliga a los dirigentes del peronismo ganador en las provincias a reasumir la conducción abandonada. O, en el peor de los casos, "transferida" a La Cámpora.
Los responsables de la derrota pretenden seguir conduciendo el peronismo. Eso difícilmente ocurra. El movimiento peronista se mueve lentamente, pero puesto en marcha es un tractor. El enfrentamiento histérico de los primeros treinta días contra el Gobierno nacional indica a las claras que Máximo Kirchner y sus compañeros de oficina no están en condiciones de dirigir nada.
No debería ser una sorpresa la conformación del nuevo bloque con Diego Bossio, si vemos junto a él a diputados nacionales provenientes del movimiento obrero y de varias provincias. Bossio, que tuvo una activa militancia en la última campaña electoral, habrá podio verificar que el fuego amigo no era por error. La frase "Cuanto peor, mejor" nos retrotrajo a las fracasadas consignas montoneras de los años setenta.
Recientemente, el senador porteño Federico Pinedo dijo: "El peronismo es la centralidad de la política argentina". Un piropo importante proviniendo del dirigente del PRO. Se iniciaron conversaciones y diálogos sobre variados temas: miembros de la Corte, embajadores y coparticipación federal. La idea es que los argentinos caminemos para el mismo lado, seguro que en carriles diferentes y con visiones distintas. El diálogo propuesto por Mauricio Macri al día de la fecha fue sólo una foto con los gobernadores.
Miguel Ángel Pichetto demuestra que el peronismo es mucho más grande de lo que algunos creen, y que lo que es bueno para el país será bueno para el peronismo también.
El Senado de la Nación deberá ser el lugar donde las provincias se encuentren con el Poder Ejecutivo Nacional para fijar las metas comunes que necesitamos todos los argentinos.