promete "revolución", una palabra que en la mayoría de los jóvenes suena bonita y que cautiva por cierto romanticismo que la rodea. Son ellos los que más empujan al precandidato demócrata que aspira a derrotar a una de las mujeres más poderosas del mundo en su carrera hacia la
.
lo sabe. Conoce que la juventud de su partido (y de gran parte de los
) simpatiza con su rival. Y eso la preocupa.
La última primaria en New Hamspshire demuestra esta tendencia irrefrenable entre aquellos votantes que tienen menos de 30 años. El 83 por ciento de aquellos por debajo de esa edad se inclinaron por este veterano dirigente político de 74 años, que parece empecinado en pelear la candidatura a la ex primera dama y secretaria de Estado condado por condado.
Lo que llama la atención de los analistas norteamericanos es por qué el perfil "socialista" de Sanders penetró tan profundo en la juventud en una época donde las luchas de los años 60 quedaron en el pasado: no existe una guerra fría por la cual preocuparse, ni guerras en Vietnam que desangren al país, ni movimientos hippies que se vieran atraídos por propuestas renovadoras.
Este batallador senador del estado de Vermont, sin embargo, es un imán. Cada vez que pronuncia la palabra "revolución" los jóvenes explotan. Quizás el futuro oscuro que todos pronostican sea el disparador para creer que una "revolución" al estilo Sanders podría ser la salvación. El desempleo golpea, sobre todo, a aquellos sub-30 según recientes encuestas y es por eso que tratan de encontrar en un político no tradicional una salida a su desesperante presente e incierto porvenir.
Sobre todo, Sanders es una atracción para aquellos millennials que ya poseen un título de graduados y que deben presentarse todos los días a trabajar en una empresa que no soñaron: una cadena de comidas rápidas en la que no proyectan mucho crecimiento. La frustración es uno de los motores en la campaña de Bernie. Y él lo sabe. Todos los días les habla a los jóvenes explicándoles por qué sus oportunidades no aparecen. Para aquellos graduados de 22 años, el desempleo se sitúa en un 12 por ciento, mientras que para aquellos que ya cumplieron más de 30 se reduce al 4 por ciento, según los datos proporcionados por la Reserva Federal de Nueva York.
Sanders es para los demócratas lo que Donald Trump para los repúblicanos. El multimillonario con un discurso básico y directo llega a la clase media norteamericana de una manera fenomenal. Les infunde miedo y acusa a la inmigración de sus padeceres. Sanders, en cambio, con un mensaje algo más sofisticado y con promesas de revolución, alcanza a los desencantados jóvenes. Cada uno hace su negocio y por ello ganaron con tanta facilidad en New Hampshire.
Las preocupaciones de los jóvenes norteamericanos es muy diferente a la de aquellos que tienen más de 34 años y están fuera del alcance del concepto de millennials. A los republicanos y los mayores de 34 les preocupa el terrorismo. Pero para ellos no es su prioridad. Su principal angustia radica en la economía, el desempleo, el sistema de salud, el sistema de becas y créditos universitarios, el cambio climático y el matrimonio entre personas del mismo sexo. Ya no creen en el "sueño americano" y necesitan un nuevo mensaje.
Es lo que Sanders aprovecha a la perfección. Su discurso toca cada uno de esos puntos con una sencillez y claridad únicas. Ningún otro candidato es tan específico y sustancial cuando deben enfrentar esos temas. En Bernie brotan de su boca con naturalidad, sin una impostura forzada. Y los más jóvenes lo ven como un abuelo protector y sincero que los escucha.