Una polémica se desató en la capital de España cuando este miércoles la Iglesia les rindió tributo a los caídos que lucharon junto a la Alemania de Adolf Hitler en un combate contra el Ejército de la Unión Soviética (URSS) en 1943.
La misa de las 18 horas fue promovida por la Coalición Nacional, un grupo de extremistas de derecha que agrupa a los movimientos franquistas y neonazis: La España en Marcha, La Falange, Movimiento Católico, Nudo Patriota, Alianza Nacional y Democracia Nacional.
"En este miércoles de ceniza celebramos y recordamos a los caídos de la División Azul", comenzó la homilía en Madrid en la capilla del Cementerio de la Almudena, el más grande de la ciudad y uno de los mayores de Europa.
La División Azul fue una unidad de voluntarios españoles formada dentro del Ejército de la Alemania nazi con el objetivo de luchar contra la URSS entre 1941 y 1943 en la Segunda Guerra Mundial. Allí pelearon casi 50.000 soldados de España en diversas batallas. Hitler los calificaba como "hombres impávidos que desafiaban a la muerte, valientes".
En particular, se conoce como "la tumba de la División Azul" –así la califico la BBC– a la batalla de Krasni Bor, en la que pelearon unos casi seis mil españoles el 10 de febrero de 1943 en un combate contra unos 44.000 militares de Josef Stalin. Se trató de una de las contiendas más sangrientas de la guerra: murieron más de 4.000 voluntarios llegados desde Madrid. Su resultado final fue letal para el Tercer Reich.
La pelea entonces fue muy despareja. Sus fusiles apenas tenían capacidad para dañar los poderosos tanques soviéticos a miles de kilómetros de sus residencias, en terrenos en los que no estaban acostumbrados a luchar, con un frío con el que no solían lidiar y en una causa que poco tenía que ver con sus identidades.
La batalla tuvo lugar en Leningrado (hoy, San Petesburgo). Los voluntarios españoles, pobremente equipados, debieron hacer frente a 38 batallones del Ejército Rojo, repartido en cuatro divisiones y con una gran cantidad de tanques y artillería. Pero, así y todo, decidieron movilizarse, convencidos de que los rusos querían tomar Krasni Bor desde hacía 10 días. Recién nueve horas y 45 minutos después los alemanes salieron a socorrer a los civiles españoles. Pero la ayuda ya era tardía. Y en vano.
El miércoles, 73 años después, la Iglesia homenajeó a los caídos que lucharon para el genocida y, para peor, en un cementerio de titularidad pública. La ceremonia se mantuvo en secreto, aunque fue revelado por el sitio El Plural, que consignó que la misa fue realizada en un horario no habitual –la capilla suele celebrarlas a las 10.30, hora local– y bajo fuertes medidas de seguridad: los militantes de extrema derecha vigilaban la zona, controlaban quién ingresaba al templo e impedían la entrada de periodistas.
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Según el citado medio, dos radicales portaban banderas de la División Azul frente al Altar Mayor. A su lado, un joven neonazi controlaba lo que ocurría en la capilla. El sacerdote que oficiaba la misa lanzó fuertes críticas al sistema democrático y repudió los "últimos 40 años" de la sociedad.