La noticia marca un precedente en la industria automotriz. La Administración Nacional de Seguridad de Tráfico en las Carreteras (NHTSA, por sus siglas en inglés) publicó un comunicado en el que aprueba la petición legal de Google: a partir de ahora el sistema de tecnología artificial que conduce los vehículos autónomos tendrá el mismo trato que los conductores bajo la ley de Estados Unidos.
El chofer será, entonces, la computadora. Esta aprobación legal motiva, tanto Google como otras compañías dedicadas a diseñar coches autónomos, la profundización de este novedoso sistema. Aunque a la vez llena un vacío legal e impone nuevos retos: en el eventual caso de accidentes, la firma pasará a ser la responsable y deberá ofrecerse ante hipotéticos reclamos indemnizatorios.
Las autoridades de Google remitieron en noviembre de 2015 una carta hacia la NHTSA para saber qué figura legal le correspondían a sus vehículos autónomos, que ya estaban en circulación pero que carecían de una regulación. La irrupción de estos autos sin conductores descubrió algunas grietas en las legislaciones y desencadenó una serie de incertidumbres sobre la categoría legal de estas creaciones. Por ejemplo, la ley en el estado de California obliga que los coches autónomos tengan volante, pedal de freno y el resto de controles de un vehículo normal, pero Google explica que la existencia de estos controles puede ser perjudicial para la seguridad si los ocupantes intervienen por error en el trabajo de la computadora. Incluso hace dos meses, en Estados Unidos, uno de los coches sin conductor de Google fue multado por un agente de la policía por exceso de lentitud: viajaba a 38 kilómetros por hora en una vía en la que la velocidad mínima era de 56 kilómetros por hora. La aprobación de darle categoría legal y emparentar a un conductor con la computadora que conduce el coche autónomo es apenas un paso más en la implantación de este tipo de tecnologías en las carreteras.
En este marco de aceptación del nuevo paradigma en la industria automotriz, la NHTSA, el organismo dedicado a la regulación del transporte en Estados Unidos, se preguntó: "la siguiente cuestión a saber es si Google podrá certificar que el sistema de conducción autónoma cumple con los requisitos de un estándar desarrollado y diseñado para aplicarse a un vehículo con un conductor humano".
Sus reparos también radican en que las reglas impuestas no contemplan tener que lidiar con vehículos de este tipo. Deberán reescribirse muchas legislaciones proyectadas al tradicional método de conducción. Y para modificar las antiguas concepciones en materia de transporte tendrán que seguir pasando los años y Google redactar muchas más cartas.