La crisis que acorrala a Merkel por defender a los refugiados

Mientras la mayoría de los líderes europeos miraba para otro lado, la canciller alemana se comprometió a recibirlos, y cumplió. Pero ahora enfrenta críticas y ataques inéditos en sus 10 años de mandato

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"Hemos tomado la decisión correcta en una situación de emergencia. Estoy segura de que lo lograremos", dijo Angela Merkel en septiembre de 2015, luego de tomar la iniciativa más audaz de su carrera política.

Había resuelto abrirles las puertas del país a las cientos de miles de personas que atravesaron la mitad de Europa para huir de las distintas guerras que desangran a Medio Oriente y al Norte de África. Se calcula que en todo 2015 entraron a Alemania más de un millón de solicitantes de asilo, mucho más que a cualquier otro país europeo.

"Gran parte de la política de refugiados dependía de que Europa se solidarice con Alemania, y de que acepte una distribución de los asilos, para que no tenga que cargar sola con toda la responsabilidad. Pero esto último es lo que está sucediendo, porque ningún gobierno tiene interés en generarse un problema adicional con su propio electorado aceptando la entrada de inmigrantes en masa", dijo a Infobae Franco Delle Donne, que es consultor en comunicación política en Alemania.

"ningún gobierno tiene interés en generarse un problema adicional con su electorado"

"Solamente a Berlín llegaron 80 mil en 2015, un número enorme para una ciudad así. Alemania hizo mucho desde el gobierno y desde la sociedad civil, aunque tampoco tenía alternativa. Si, como algunos partidos de derecha decían, se cerraba la frontera, habría sido un desastre, nadie sabe cómo podría haber terminado eso", agregó.

Así, lo que al principio despertó elogios de analistas internacionales, e incluso de parte de la opinión pública alemana, terminó desatando una crisis política completamente desconocida para la canciller, cuyo desenlace es imprevisible.

"En junio de 2015 —dijo Delle Donne—, Merkel no tenía ningún problema en el horizonte, pero desde que que comenzó esta ola de refugiados se produjo un quiebre en su partido, que es reticente al tema inmigración, lo que le trajo un frente interno que nadie esperaba".

"Quedó un poco descolocada —continuó—, porque ella rompió con la estrategia de toda su vida, que era tener paciencia y nunca dar definiciones políticas concretas. En este caso, ella dijo 'lo lograremos'. Algunos dicen que tiene que ver con su historia personal, porque ella misma se considera una refugiada de Alemania Oriental, pero es difícil saber por qué lo hizo".

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La crisis partidaria


Merkel es desde 2000 presidente y líder absoluta de la Unión Demócrata Cristiana (CDU por su sigla en alemán). Uno de sus principales aliados en el Bundestag, el Parlamento Federal, es la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), liderado por Horst Seehofer.

"El CSU es un un poco más conservador y tiene una tradición más nacionalista, menos favorable a las políticas sociales en general, y a los inmigrantes y refugiados. Está aprovechando la situación para hacer oposición interna hacia la canciller, y está demandando abiertamente un cambio de rumbo, con un control más estricto de las fronteras, y mediante el establecimiento de topes a la entrada de personas", explicó el sociólogo alemán Holm-Detlev Köhler, profesor de la Universidad de Oviedo, España, en diálogo con Infobae.

"La CSU Está aprovechando la situación para hacer oposición interna hacia la canciller"

La crisis intrapartidaria está también acicateada por el crecimiento de Alternativa para Alemania (AfD), una fuerza política ultra nacionalista y conservadora. Surgió en 2013 a partir del descontento con la Unión Europea y con los rescates a las economías más débiles del bloque, proponiendo la salida del euro y el regreso al marco.

"Es un partido casi de extrema derecha, que directamente está en contra de los refugiados y de todos los inmigrantes. Tiene una posición muy radicalizada, justifica acciones absolutamente reprobables, vinculadas al racismo y a la xenofobia. Es el único que le puede robar votos por derecha a la CDU y a la CSU. Eso aumentó las presiones hacia esos partidos", dijo el consultor político.

Para Eckart Woertz, investigador del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), con sede en España, algunos miembros de la coalición de gobierno "tienen miedo". "En la primavera hay elecciones regionales, y en 2017, federales. A AfD las encuestas le están dando un 10% de intención de voto, y muchos miembros del parlamento temen perder su trabajo después de los comicios", dijo a Infobae.

 Reuters 163
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Un antes y un después de Colonia

El 31 de diciembre pasado cientos de mujeres fueron atacadas sexualmente en distintos puntos de la ciudad, de forma casi simultánea. Ralf Jaege, ministro del Interior del estado de Renania del Norte-Westfalia, afirmó que los atacantes eran "casi exclusivamente" inmigrantes, en su mayoría de origen árabe y magrebí.

Más de 20 sospechosos fueron identificados. De ellos, diez son solicitantes de asilo, y casi todos arribaron al país después de septiembre de 2015.

"Lo de Colonia ha tenido un impacto notable. Durante los meses anteriores, en diferentes regiones de Alemania había un sentido de obligación de la sociedad civil a favor de recibir a los refugiados. Esta actitud bastante amplia, proclive a la acogida, se fue un poco a la defensiva a partir de los hechos de Colonia, que fueron tremendos en este sentido. Esto ha cambiado la percepción pública de los refugiados como pobres víctimas de conflictos y guerras, y una parte creciente de la población los ve como potenciales delincuentes", dijo Köhler.

"el rechazo de la opinión pública a la llegada de refugiados fue creciendo, pero tampoco es abrumador"

Para Delle Donne "le entregó una gran cantidad de argumentos a la derecha". "Generó un ambiente de tensión en la opinión pública, y activó la discusión sobre los problemas de la integración de los que llegan, porque muchas veces los valores de respeto a la democracia y al sexo opuesto tal vez no sean los mismos", dijo.

"Hay encuestas que muestran que el rechazo de la opinión pública a la llegada de refugiados fue creciendo, pero tampoco es abrumador, ronda entre el 40 y 60 por ciento. Depende mucho de los acontecimientos, por eso no es lo mismo antes y después de lo que pasó en Colonia. Pero es complejo, porque mucha gente no tiene claro qué significa el tema, y lo confunde con la inmigración", agregó.

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Un problema de difícil solución


"Nadie sabe cómo solucionar el problema, porque no se puede echar a todos los refugiados de un día para el otro, ni tampoco se puede cerrar la frontera. Las respuestas que se barajan son populistas e irrealizables, y generan un clima de enojo y decepción porque se proclaman para sacar un rédito electoral", opinó Delle Donne.

"Hay un escenario optimista: que Merkel logre convencer a otros países de Europa de ser solidarios y acepten una cuota de solicitantes de asilo, de acuerdo con sus ingresos. Es algo que veo muy poco probable. El escenario pesimista es que el flujo de desplazados continúe, así como la división del partido, lo que puede favorecer el crecimiento de AfD, lo que podría llevar a Alemania a una creciente polarización social", agregó.

"El plan —dijo Woertz— era distribuir entre las naciones europeas 160 mil refugiados, pero hasta ahora fueron solo 300. Claramente no funcionó. Merkel está bastante sola en Europa, y ha perdido a su único aliado, Suecia, que decidió cerrar la frontera. Los países como Francia, España e Italia no tienen interés en ayudarla, y los del este están categóricamente en contra de la inmigración, de un modo casi racista".

"Hay indicios de que Merkel va a ceder a las presiones"

Desafiada por el cambio de contexto, Merkel se enfrenta a una disyuntiva: ceder a las presiones y endurecer su postura hacia la inmigración, o mantenerse firme, corriendo el riesgo de perder el control de su partido y, llegado el caso, dejarle el terreno allanado a la extrema derecha.

"Hay indicios de que la canciller va a ceder a las presiones —dijo Köhler—, tanto de su propio partido como de un sector importante de la sociedad. Incluso los socialdemócratas, que forman parte de la gran coalición de gobierno, dicen que están llegando demasiados y que no se puede acoger a más. Ya se abrió un conflicto con los países del Magreb, porque el Gobierno quiere deportar a los criminales que provienen de ellos, que se niegan a recibirlos".

"Una acción coordinada en Europa es la única solución posible, aunque es muy difícil que se alcance por el egoísmo que existe. Si Merkel no la consigue, va a tener que aumentar los controles fronterizos y volver a políticas más restrictivas y represivas frente a la llegada de refugiados", concluyó.

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