El papa Francisco aprobó hoy la canonización del cura José Gabriel Brochero, tras haber confirmado el segundo milagro atribuido a su obra, por lo que se convertirá en el primer santo nacido y muerto en Argentina.
El sacerdote cordobés realizó una vasta obra social en la región de Traslasierra y se le atribuyen dos milagros. El primero que se le reconoció y que permitió su beatificación fue su intercesión en la curación de Nicolás Flores, un chico que tenía tan solo 11 meses cuando un accidente de tránsito lo dejó en estado vegetativo.
El siniestro vial ocurrió el 28 de septiembre de 2000, en Falda del Cañete, provincia de Córdoba. Flores estuvo al borde de la muerte, luego de tener tres paros cardiorrespiratorios con pérdida de masa ósea del cráneo y masa encefálica.
En el momento en que se produjo el accidente, su padre Osvaldo, que había salido ileso, vio a la criatura bañada en sangre y rezó a Brochero que le salvara la vida.
Tras ser internado, todos los pronósticos apuntaban que, si se recuperaba, Nicolás no iba a poder ver, escuchar, hablar ni caminar. Pese a ello, el pequeño sanó y tuvo una recuperación milagrosa. Llegó a recuperar la masa ósea en seis meses, sin intervención quirúrgica de por medio. En 2012, una junta médica avaló esta teoría al declarar que la recuperación carecía de explicación científica. Durante todo este proceso, hubo varias oraciones al cura Brochero.
El segundo caso que se le atribuyó recientemente es el de Camila Brusotti. A los ocho años, la niña padeció una brutal paliza a manos de su madre y su padrastro, lo que la dejó inconsciente y permaneció más de dos meses en terapia intensiva.
Como en el caso de Flores, Brusotti estuvo a punto de morir y, por un hecho sin explicación científica, inició "una recuperación meteórica a principios de enero de 2014", apenas tres meses después del ataque. Entonces comenzó a caminar sola, hablar con fluidez e interactuar con su familia. Los afectos de Camila eran muy creyentes, y durante el tiempo de internación rezaron mucho e hicieron que interviniera el cura Brochero. Hoy, la nena se sigue recuperando de algunas dificultades motrices pero desarrolla una vida normal.
Al inicio de su ministerio, el cura Brochero asistió a los enfermos de la epidemia de cólera que azotó en 1867 a la ciudad de Córdoba. El 24 de diciembre de 1869 deja la capital provincial para hacerse cargo del curato de San Alberto, actualmente conocido como el valle de Traslasierra, instalado en la localidad de Villa del Tránsito.
Según relata la agencia AICA, el cura gaucho asumió como suyas las necesidades de la gente. Con sus manos y la colaboración de los feligreses, construyó iglesias y capillas, levantó escuelas y abrió caminos entre las montañas. Entonces la región, que estaba a más de 2.000 metros de altura, tenía más de 10.000 habitantes y no contaban con este tipo de servicios. De acuerdo a las crónicas de la época, la población estaba deprimida y vivía en la indigencia.
Al año siguiente de su llegada, comenzó a llevar a hombres y mujeres a Córdoba, para hacer los Ejercicios Espirituales recorriendo unos 200 kilómetros a través de las sierras. Una suerte de iniciación. La travesía requería tres días a lomo de mula y las caravanas muchas veces superaban las quinientas personas. Al regresar, tras nueve días de silencio, oración y penitencia, sus feligreses cambiaban de vida y buscaban el desarrollo económico de la zona.
En su vejez el padre Brochero enfermó de lepra, al haber compartido el mate y la vida de enfermos de ese mal, que lo dejó sordo y ciego. Murió el 26 de enero de 1914, junto a su pueblo.