Escombros, edificaciones y caminos destrozados. Ese es el triste paisaje que se puede observar de la ciudad iraquí de Ramadi, que fue tomada en las últimas horas por las fuerzas de ese país luego de intensas luchas contra el grupo terrorista Estado Islámico en las últimas semanas.
"Todos los combatientes de Dáesh (acrónimo árabe del Estado Islámico) se han marchado. No hay resistencia", declaró a la agencia AFP el portavoz Sabah al Numan, precisando que la zona aún debía ser despejada de minas y trampas explosivas colocadas por el grupo yihadista en su huida.
El presidente del Parlamento, Salim al Juburi saludó a "los héroes de las fuerzas de seguridad por esta victoria que liberó a la ciudad de Ramadi del terrorismo".
Este éxito "es el resultado de meses de trabajo del ejército iraquí, de los servicios de lucha antiterrorista, de la Fuerza aérea iraquí, las policías locales y federales, así como de todos los combatientes tribales, todos apoyados por más de 600 ataques aéreos de la coalición desde julio" pasado, subrayó el portavoz de esta coalición internacional contra el EI liderada por Estados Unidos, Steve Warren.
En varias ciudades del país los iraquíes ya celebraban lo que es visto como una victoria frente al grupo yihadista.
Las fuerzas de élite antiterroristas y las tropas respaldadas por bombardeos del ejército iraquí y de la coalición habían entrado con relativa facilidad el martes en la ciudad, caída en manos del Estado Islámico en mayo.
Pero los cientos de trampas y artefactos explosivos que siembran la ciudad, combinados con los atentados suicidas y los francotiradores, han dificultado la toma completa de la ciudad, seis días después del inicio de la ofensiva.
Situada a unos 100 kilómetros al oeste de Bagdad, Ramadi es la capital de Anbar, la mayor provincia de Irak, y comparte frontera con Siria, Jordania y Arabia Saudita.