Un apósito en su mejilla derecha. Un insignificante resto de sangre. Y una barba crecida de tres días. No era el rostro del Joseph Blatter que supo conducir los destinos del fútbol profesional a su antojo durante los últimos 17 años. No. Era la cara de alguien derrotado. De un dirigente que luego de acumular un poder incalculable debió rendir cuentas ante el Comité de Ética de la FIFA, el organismo que manejó gran parte de su vida.
Él y Michel Platini (UEFA) fueron condenados a una suspensión de ocho años para ejercer cualquier tipo de actividad profesional relacionada con el fútbol. Fue a raíz del sospechoso pago de dos millones de dólares que la FIFA efectuó al ex capitán de la selección de Francia y sobre la que no existen comprobantes. La multa que deberán pagar, teniendo en cuenta el monto en cuestión, es ínfima: el suizo tendrá que desembolsar 50 mil dólares, mientras que el francés tendrá que depositar en las cuentas de Munich 80 mil dólares.
Sin embargo, el rumor sobre su estado de salud fue uno de los comentarios más extendidos. Su estado de ánimo tampoco era el mejor. Dijo sentirse un punching ball en una conferencia de prensa posterior en la que se lo vio acompañado por su hija Corinne. "Esto no es Justicia. Puse a estas personas en el organismo, donde están ahora en el Comité de Ética y no tienen siquiera el coraje de escuchar al secretario general, a Platini o a mí", se quejó el ex hombre fuerte del fútbol mundial.
La causa que lo condenó internamente tuvo lugar en 2011. Fue cuando Blatter aprobó el pago sin contrato a Platini por dos millones de dólares en concepto de salario por ser asesor presidencial desde 1999 al 2002. La decisión de la FIFA podría significar el final de la carrera de Sepp: con casi 80 años, al finalizar la sentencia cumpliría 88 años, con el poder escurrido y otros personajes comandando uno de los organismos más cuestionados de los últimos años.