Creo que pocas veces observé un fenómeno de comunicación tan maravilloso como el de ayer.
Aún siendo yo el objeto de incontables agravios e injurias, no dejo por eso de asombrarme frente a lo que me apasiona desde hace años: la capacidad infinita del ser humano de decodificar y desdoblarse según sus propios miedos y miserias.
Ayer, con un tuit similar a cientos de miles que he escrito a lo largo de estos últimos seis años, contesté por enésima vez agravios tales como: gorila, cipaya, falopera, careta, vendepatria, puta, etc. Pero la profecía escrita autocumplida no hizo más que incentivar la frustración de una porción de gente (bastante numerosa por cierto), que se ve obligada a enfrentar por primera vez en mucho tiempo su peor fantasma.¿Y si lo que sigue no era tan malo? ¿Qué hago con mis convicciones?
No importa cuántas veces les diga que nunca probé una droga en mi vida ni la cantidad innumerable de campañas que me dedico a hacer en su contra. Insisten igual. No importa que en 20 años de TV nunca haya tenido un romance con nadie del medio (y si así fuera no tendría nada de malo, pero no), igual soy la puta que se cogió a alguien para estar donde está, como nos dicen a la mayoría de las chicas del medio.
No importa que en 12 años no haya insultado ni faltado el respeto de la investidura presidencial, como sí lo han hecho otros. No importa si soy o no peronista, porque igual para algunos soy gorila. No importa que en seis años de conocerme a través de las redes sociales, me hayan visto noche tras noche quedarme en vela tratando de solucionar problemas ajenos con #UnidosAr, la mayoría de las veces más efectivamente que ninguna otra organización y gracias a la colaboración desinteresada de gente cuya ideología, francamente, no me interesa. No importa que no sea político ni esté presente para ningún cargo. Igual se descargan conmigo como si fuera a modificar en algo la realidad que ahora, evidentemente, tanto los angustia.
Ayer, como tantas otras veces, estaba respondiendo irónicamente y utilizando sus propias palabras: careta y gorila, a una caterva de personas que a diario, se ocupan de insultar a gente que como yo, estamos esperanzados. Nada más que eso. Esperanzados. No tengo la menor idea si este gobierno va a hacer las cosas bien. Lo que si sé es que yo estoy poniendo lo mejor de mí para que así sea. Desde mi humilde lugar. Y que hay muchos que como yo, creen y esperan una Argentina que no se desmorone. Eso es ser patriota. Y no estar deseando, con toda la furia, que el otro fracase.
Si hoy el cuco soy yo, me parece genial. Aunque créanme que no asusto a nadie.