Eran las 15.00 del viernes cuando el piloto se comunicó con la torre de control de la terminal ubicada en el condado de Riverside para avisarle del desperfecto. Entonces comenzó el operativo de contingencia.
Bomberos y ambulancias se apostaron cerca de la pista. Estaban preparados para lo peor, porque en estos casos no es infrecuente que, al tocar el suelo sin el tren de aterrizaje, el avión pierda el control y se estrelle.
Sin embargo, el piloto manejó la emergencia con una capacidad sorprendente. La aeronave aterrizó sin ningún inconveniente, casi como si tuviera ruedas debajo.
Cuando se detuvo, los bomberos le arrojaron espuma, pero sólo por precaución: sólo salía un poco de humo por el roce. El piloto y el otro ocupante de la nave salieron sin ninguna herida.