Una característica común cruza a los terroristas islámicos que irrumpen en espacios públicos para asesinar inocentes. Todos ellos utilizan los fusiles de asaltos hechos famosos por su creador ruso Mijail Kalashnikov, cuyo modelo AK-47 trascendió las fronteras de la antigua Unión Soviética (URSS).
Ese arma letal, práctica y versátil, fue diseñada sobre el final de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en un símbolo de los aliados de la URSS. Es que Moscú se dedicó a su producción masiva y a distribuirla al resto de sus satélites. Se calcula que desde su creación se produjeron 80 millones de unidades en toda su historia, convirtiéndose en la más fabricada de la historia.
Pero además, son los terroristas quienes la eligen por sobre la demás. ¿El motivo? Los múltiples traficantes de armas tienen cientos de miles en su poder. Ejemplo de ello lo dio el diario español El Mundo, cuyos periodistas Paco Rego y Eduardo del Campo se infiltraron en una red de comercialización de armas en España para conocer cuán fácil resultaba hacerse de una en ese país donde preocupa la presencia de yihadistas y que ya sufriera las consecuencias del terrorismo islámico en los trágicos episodios de Atocha el 11 de marzo de 2004.
En diálogo con un traficante de armas conocen el precio de "mercado" con el cual pueden hacerse con el fusil de asalto más popular de la historia: "Unos 400 o 500 euros", le dice el "comerciante" quien le aclara que no hay posibilidad de "regateo". Pero el que ofrece el mercader no es ruso. En el mercado actual de España se consiguen ucranianas, checas, búlgaras y serbias. Sin embargo, habrá que hacerle arreglos en el percutor y en la recámara, lo cual aumentará el costo unos 500 euros. En total, habrá que desembolsar unos mil euros.
En Bélgica, cuna de muchos yihadistas, el precio es mayor. Mucho mayor. En Amberes y Bruselas el costo es de entre 3000 y 3500 euros. En los países productores el valor cae a mil o mil quinientos euros. En Yugoslavia o Albania, además, es fácil de conseguir. Luego del conflicto de los Balcanes, la gente se quedó con ellas y pueden tenerlas guardadas en su casa, como un objeto más.
Este arma, favorita de guerrilleros, terroristas, narcotraficantes y ejércitos, es la más letal de los fusiles. Según Amnistía Internacional sus balas asesinan por año 250 mil personas.