La noche imposible de Mauricio Macri

En medio de los festejos, el nuevo presidente reconoció: "Hicimos lo que nadie creía"

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 Prensa Cambiemos 162
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Reuters
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"Hicimos posible lo imposible con tu voto, lo que nadie creía". Sin quererlo, en medio de la algarabía y tras una catarata de agradecimientos, Mauricio Macri reconoció lo que todos creían hasta no hace muchos meses: que sea electo presidente era casi una utopía.


"A mí me sirve poner un presidente", bramó furioso Jaime Durán Barba en el tradicional almuerzo de los lunes en Parque Patricios. El círculo rojo pedía a gritos un acuerdo con Sergio Massa, y la negativa del líder del PRO y de Cambiemos a esa alianza había disparado en los corrillos la versión de que, en realidad, no querían ganar. Después sí, se alinearon los planetas: primero una ajustada primera vuelta, luego la coronación de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires y ahora el triunfo sobre el candidato oficialista en el ballotage. La noche imposible de Macri. "Todavía no caímos", reconocían a última hora del domingo en Costa Salguero.


Y eso que, desde temprano, había solo dos inquietudes en el predio porteño, frente al Aeroparque metropolitano: desentrañar la magnitud de la diferencia de puntos entre el presidente electo y Daniel Scioli –mucho más ajustada que la esperada–, y el destino de los miles de militantes y los cientos de funcionarios y dirigentes que se apiñaron desde temprano en las inmediaciones de Costa Salguero.


El lugar elegido para los festejos amarillos en los últimos años esta vez quedó chico: casi mil periodistas acreditados y 20 mil invitados, una cifra récord. La otra preocupación de la cúpula macrista fue la de evitar desmanes en torno a eventuales festejos. "Disfrutemos y festejemos en paz, lo tenemos que demostrar esta misma noche", pidió pasadas las 19:30 Horacio Rodríguez Larreta, acompañado por Vidal, Alfredo Cornejo, gobernador electo de Mendoza, y Gerardo Morales, de Jujuy. El Obelisco, acondicionado con pantallas gigantes, fue una de las opciones durante toda la tarde del domingo. Una convocatoria que el PRO intentó desactivar para evitar escaramuzas con los adherentes sciolistas.


El primer estallido de la militancia de Cambiemos fue minutos después de las 18, cuando las pantallas se clavaron en C5N y el graph rotuló "ganó Mauricio Macri". Aplausos y gritos que se multiplicaron entrada la noche. Y que explotaron cuando las enormes pantallas cambiaron a TN y repasaban, uno a uno, el conteo provincia por provincia. Estallidos en los distritos ganadores y silbidos en los perdedores. Para esa hora, la señal de wifi había colapsado. Ni el optimismo de la contraseña de la red "equipo cambiemos" -"Rosada2015"- alcanzaba para la demanda.


Macri subió al escenario rodeado de la mayoría de los principales dirigentes de la cúpula de Cambiemos un rato después de que Scioli reconociera la derrota y cuando el conteo daba algo más de siete puntos de distancia entre ambos candidatos. "Qué difícil, tanta emoción, estamos desbordados, no se cómo describir esto", empezó el presidente electo, y enseguida enumeró una serie de agradecimientos: a Elisa Carrió y Ernesto Sanz, a Gabriela Michetti, a Vidal, a Rodríguez Larreta, a su familia, hermanos y amigos y a su mujer, Juliana Awada, de blanco como su pequeña hija, Antonia.


El electo sucesor de Cristina Kirchner sorprendió con dos reconocimientos. El primero a Marcos Peña. El más influyente de los acompañantes de Macri recibió su primera ovación. El ex presidente xeneize lo colocó en un lugar de privilegio durante el festejo, y será, según las fuentes, el jefe de Gabinete nacional. El segundo agradecimiento a Ana "Anita" Moschini, su histórica secretaria que heredó de su padre. La abrazó a un costado del escenario: "Me cuida todos los días", la presentó en sociedad.


Entre los miles de militantes atiborrados contra las vallas, globos de colores, caretas de cartón con la cara del mandatario electo y cientos de smartphones levantados completaban la escenografía PRO. "Esto es un cambio de época, es un cambio que nos tiene que llevar al futuro", explicó Macri. Volvió a prometer trabajar para pobreza y narcotráfico cero, dos de sus programas de campaña, y pidió una agenda de "buenas relaciones" con Latinoamérica y el mundo.


No hubo menciones a su rival, ni a la Presidenta. Solo un pedido a sumarse a los que no lo votaron. "Tengo el enorme orgullo de presentar al presidente de los argentinos", lo había presentado Gabriela Michetti. Uno de los momentos de mayor algarabía. Todavía había cierto recelo en el entorno de la futura vicepresidenta por su dolencia y su ausencia en el cierre de campaña en Jujuy, y por la omisión de Macri durante su discurso jujeño. En la mañana del viernes, el jefe de Gobierno porteño se redimió: visitó a su vice electa en el sanatorio en el que se atendió.


Poco más de diez años después de la creación de un nuevo partido político que rompió el bipartidismo tradicional, Macri se consagró como el sucesor de Cristina Kirchner. En lo más alto del poder, un podio inimaginable hasta no hace mucho. Impensado hace unos meses por sus amigos más íntimos, Nicolás Caputo y José Torello entre ellos. No importó la diferencia con Scioli, de casi tres puntos. "Firmábamos con el 0,1 por ciento", confesó a última hora del domingo un funcionario de alto rango. Sabían que ganaban, que llegaba la noche imposible, pero faltaba saber por cuánto. Las 2.050 mesas testigo distribuidas en todo el país habían arrojado una diferencia de cinco puntos.


Aunque sea abstemio, ahora Macri deberá dejar atrás las burbujas del festejo y bocetar su gabinete. A los casilleros ocupados por Peña, Ernesto Sanz y Esteban Bullrich se especulaba anoche con la posibilidad de un radical en Defensa y la creación de una oficina que aglutine el rubro de la geopolítica bajo el paraguas de la Jefatura de Gabinete. Será después del festejo en el boliche Asia de Cuba, en Puerto Madero: el lugar elegido para celebrar.

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