Flor de la V logró construir una carrera importante en el mundo del espectáculo. Todos sus ahorros los invirtió en el teatro Melos de Carlos Paz, que adquirió junto a su socio, Gonzalo Fariña. Pero, confesó que "una mala jugada de su socio" la dejó sin nada, tras 20 años de trabajo. Por esta razón, debió volver a empezar de cero y se mudó a un nuevo departamento con sus dos hijos y su marido.
En una entrevista con Gente, la actriz contó que en 2014 comenzó a tener graves problemas económicos tras su pelea con Fariña: "Me hicieron mucho daño. ¡Todo eclosionó de repente! Dos hijos, los gastos de las tarjetas, los pagos de los pozos (inversión en construcción), el dólar por las nubes. Nos devastó".
Florencia inició una batalla legal para recuperar parte de su patrimonio: "El teatro está valuado en tres millones de dólares. Pido mi mitad, lo que es mío. Y no estoy dispuesta a cederlo. ¿Te das cuenta por qué hay que cambiar los titulares: de 'Flor de la V en quiebra' a 'Flor de la V engañada?'. Estuve ciega. Confié que en esta sociedad trabajábamos a la par. Mientras, me rodeaban de espías. Gente paga que se me hacía la amiga para pasar informe de qué hacía, en qué gastaba. En fin: ahí tienen mi capital, los ahorros de toda mi vida, atrapados".
A esta crisis se sumó la muerte de su mejor amigo, el diseñador Jorge Ibañez: "Con su muerte, todo se vino abajo. Yo transité la oscuridad, una profunda oscuridad (...). Durante tres meses no pude dejar la cama. Me levantaba solo para despedir a mis hijos que se iban al Jardín, y al cerrar la puerta, me desplomaba otra vez. Fueron tiempos de fingir frente a ellos, para no dejar de ser la mamá de siempre. Y después, el insomnio, el llanto..."
Además, reveló que fantaseó con quitarse la vida: "Sí. Tuve ganas de morir, para no seguir sintiendo ese dolor insoportable. Pero en esos momentos, mis ángeles de la guarda (su madre, Sabina e Ibañez) me guiaban hasta la cuna de mis hijos. Era lo único que aclaraba mi visión. De haber estado sola, hoy no estaríamos teniendo esta charla".
"Hubo días en que no tenía efectivo para ir al supermercado. Las tarjetas explotaban y pedíamos citas con los gerentes de los bancos para explicarles la situación. Todos se solidarizaban. Nuestra gratitud será eterna. Si Dios quiere, a fin de año, liquidamos la deuda final", explicó Florencia.
Por último, destacó: "La vida te puede apretar mucho, pero siempre tiene una salida. Las situaciones extremas me hicieron entender... ¿De qué sirve acumular? Ya no quiero coleccionar zapatos o carteras. Prefiero acumular recuerdos: de un abrazo de Jorge, la comida con amigos, las torpezas de mis hijos, esos que me rescataron de la oscuridad".