En los primeros días de enero, entre el 7 y el 9, tres terroristas lanzaron una serie de ataques en París que tenían como objetivo la sede del semanario satírico Charlie Hebdo, una agente de policía y un supermercado judío.
Se organizaron en dos comandos y atacaron sus objetivos independientemente. El primero lo formaban los hermanos franceses Chérif y Said Kouachi, que penetraron en las oficinas de esa revista armados con subfusiles y mataron a 12 personas, entre ellas varios dibujantes emblemáticos de la cabecera. Al Qaeda de la Península Arábiga (AQPA) reivindicó el atentado.
Huyeron y se atrincheraron en una imprenta cercana a París, donde fueron abatidos por la policía dos días después.
Su muerte se produjo casi al mismo tiempo que la de Amedy Coulibaly, otro ciudadano con pasaporte francés que en esos mismos días mató a una agente de policía y a cuatro personas en un supermercado judío del este de París durante una toma de rehenes en la que fue liquidado por las fuerzas especiales.
Los atentados contra Charlie Hebdo habían generado una reacción de solidaridad espontánea
Aquellos atentados, con un alto contenido simbólico contra la libertad de prensa, generaron una reacción de solidaridad espontánea en París y en todo el mundo que las redes sociales resumieron en la etiqueta #JeSuisCharlie (Yo soy Charlie).
Francia ya había sufrido atentados terroristas con el fanatismo islamista de fondo, por ejemplo en 2012, cuando el "lobo solitario" francés de origen argelino Mohamed Merah asesinó en Toulouse (sur) y sus alrededores a siete personas en varios días, cuatro de ellos a las puertas de un colegio judío.
Pero el atentado contra Charlie Hebdo desató una indignación sin precedentes en la sociedad francesa, que salió a la calle sin miedo a defender su libertad.
A partir de esos ataques, París elevó su nivel de alerta antiterrorista y se movilizaron 10.000 militares para proteger el territorio francés, al tiempo que grupos islamistas como el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) multiplicaban sus amenazas contra Francia.
En febrero, tres militares que custodiaban un centro judío fueron atacados con un cuchillo por Moussa Coulibaly, un radical de 30 años que había estado sometido a vigilancia policial, sin que los agentes sospecharan que preparaba un atentado inminente.
Dos meses más tarde, el 19 de abril, un estudiante argelino de informática, Sid Ahmed Ghlam, fue detenido en París en posesión de armamento pesado, como sospechoso de haber matado a una mujer y de preparar un atentado contra una iglesia. Confesó que también quería atacar un tren.
Pero el primer atentado mortal tras los ataques de enero no se produjo hasta el 26 de junio, cuando el transportista Yassin Salhi decapitó a su jefe a las afueras de Lyon y dejó el cuerpo rodeado de banderas del ISIS en una fábrica química contra la que intentó atentar, antes de ser reducido por un bombero.
El crimen se produjo solo dos días después de que la Asamblea Nacional francesa aprobara una nueva ley para ampliar las competencias de los servicios secretos, con menos restricciones para interceptar comunicaciones y el foco puesto en el integrismo.
Tres semanas después, la sombra del terror yihadista volvió a dejarse notar en Francia: cuatro jóvenes de entre 16 y 23 años fueron detenidos y acusados de planear atacar un enclave militar y de querer grabar la decapitación de un oficial en nombre del ISIS.
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También durante el verano europeo, esta vez en un tren de alta velocidad Thalys que viajaba de Ámsterdam a París, el marroquí Ayoub El-Kahzzani, de 26 años, protagonizó una nueva tentativa de ataque.
Llevaba un kalashnikov, nueve cargadores, una pistola automática y un cúter, pero tres pasajeros estadounidenses y uno británico lograron reducirle en un acto de heroísmo aplaudido por los respectivos gobiernos.
Fue el último atentado antes de la terrible oleada de ataques de este viernes, que han causado más de 120 muertos y dos centenares de heridos, en un año en el que las autoridades francesas han detenido a 370 personas por supuestos vínculos con el yihadismo.
Entre ellos, un hombre de nacionalidad francesa que había estado en Siria, y que planeaba atentar contra una sala de conciertos en Francia. Fue en septiembre, solo una semana antes de que Francia empezara a bombardear Siria, como viene haciendo desde 2014 en Irak, y dos meses antes de que el emblemático Bataclan fuera atacado ayer.
Los siete atentados simultáneos de este viernes
Siete atentados terroristas simultáneos tuvieron lugar anoche en París. En total se contabilizaron 153 muertos hasta el momento. Los ataques, perpetrados por fundamentalistas islámicos al grito de "¡Alá es grande!", fueron coordinados, lo que demuestra el grado de preparación de los fundamentalistas.
La policía de ´la capital francesa se vio desbordada por la cantidad de alertas que iban sucediéndose una tras otra entre las 21 y las 22. El más grave de los hechos sucedió en el teatro Le Bataclan, donde 1.500 personas disfrutaban de un concierto de rock. Más de 100 espectadores resultaron ejecutados.
Durante el primer tiempo del partido amistoso entre las selecciones de Francia y Alemania del trágico viernes, tres explosiones se escucharon cerca del Stade de France, uno de los más importantes del país. La primera de ellas se pudo oír alrededor de las 21:20 de la noche, fue un estallido corto y seco. El siguiente se escuchó pocos minutos después, y se oyó claramente mientras se abría paso en el aire helado. Luego, otra detonación ocurrió afuera del estadio. En las afueras del estadio fallecieron cinco personas como consecuencia de los tres ataques, perpetrados por kamikazes.
El presidente francés, François Hollande, quien asistía al partido, fue evacuado inmediatamente, mientras que se reforzó la seguridad en las entradas y salidas del estadio. El partido se jugó hasta el final y el público fue desalojado finalmente en un ambiente de calma relativa. En las afueras del estadio fallecieron cinco personas como consecuencia de los tres ataques, perpetrados por kamikazes.
También a las 21:20, un tiroteo en plena calle, en Boulevard Voltaire, sorprendió a la gente que caminaba por el lugar. Estos disparos dejaron un muerto en el lugar.
En Rue Bichat, el primer tiroteo tuvo lugar sobre las 21.30 hora local en las terrazas de los bares Le Carrillon y Petite Cambodge, en el Distrito X de París, junto al canal Saint Martin. Allí dos hombres a cara descubierta abrieron fuego con armas automáticas sobre los clientes. "
En tanto, en la pizzería Casa Nostra, minutos después de las 21.30 sucedió un hecho similar. Uno de los terroristas islámicos comenzó a disparar contra los comensales que se encontraban en la terraza del lugar. Provocó un baño de sangre. Varias ráfagas de una "ametralladora automática" abatieron a al menos cinco personas, según un testigo, Mathieu, de 35 años.
Unos minutos más tarde, a las 21.40, los terroristas irrumpieron con sus Kalashnikov en uno de los teatros más concurridos de la ciudad: Le Bataclan. Fue allí donde ocurrió la mayor de las masacres: más de 100 personas fueron acribilladas.
Pasadas las 21:40 se dio inicio a otro tiroteo, pero sin dejar víctimas fatales. Fue en Bld. Beaumarchais. La policía logró advertir a tiempo a los transeúntes que allí se encontraban, poniéndolos en alerta. "Vuelvan a sus casas, son terroristas", se escucharon los gritos. No se reportaron muertos, pero sí varios heridos como consecuencia del accionar de los radicales islámicos.
Por último, en Rue Charonne, un hombre disparó varias ráfagas desde el interior de un automóvil. La escena posterior al accionar terrorista fue calificada por los transeúntes como una "verdadera pesadilla". "Los cuerpos están tendidos sobre la calle", señaló Jeremy Cliffe, periodista de The Economist desde el lugar. Un hombre dijo haber escuchado disparos durante "dos, tres minutos", "ráfagas". "Vi varios cuerpos ensangrentados por el suelo. No sé si estaban muertos", aseguró. Según él, un café y un restaurante japonés fueron el blanco de los disparos. Allí fueron ejecutadas 18 personas.
Las reacciones en el mundo
La comunidad internacional condenó con firmeza los múltiples atentados terroristas perpetrados en París este viernes que dejaron más de 100 muertos y obligaron al presidente francés, François Hollande, a decretar el estado de emergencia.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, condenó los ataques, a los que consideró un atentado "contra toda la humanidad" y una "vil tentativa de aterrorizar a civiles inocentes".
París "representa los valores atemporales del progreso humano. Aquéllos que piensan que pueden aterrorizar a los franceses, a los valores que representan están equivocados", añadió Obama, quien se mostró dispuesto a ayudar a "su más antiguo aliado".
Obama y Putin condenaron la ola de atentados en París
En la misma línea, el presidente ruso, Vladimir Putin, expresó su pésame y la solidaridad de Rusia al presidente y al conjunto del pueblo francés, así como su disposición a ayudar en la investigación de estos "crímenes terroristas".
"La tragedia de París nos insta a unirnos en la lucha contra el extremismo y a aportar una respuesta fuerte a las acciones de los terroristas", añadió el primer ministro ruso Dimitri Medvedev.
"El terrorismo es el enemigo de toda la humanidad y China apoya firmemente a Francia en sus esfuerzos (...) por combatir el terrorismo", dijo Hong Lei, portavoz del ministerio de Exteriores chino.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, denunció el viernes los "ataques terroristas despreciables" en París.
"Israel está codo con codo con el presidente François Hollande y con el pueblo francés en la guerra conjunta contra el terrorismo", declaró el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, mientras que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dio su "más sentido pésame" y reclamó "un consenso de la comunidad internacional contra el terrorismo".