Es uno de los sitios arqueológicos más importantes de América. A diferencia de cualquier otro, quedó casi intacto gracias al fenómeno natural que obligó a sus 200 pobladores a huir.
Fue descubierto en 1976 por el antropólogo Payson Sheets, profesor de la Universidad de Colorado en Boulder, Estados Unidos. Los numerosos trabajos arqueológicos que se hicieron desde ese momento determinaron que las estructuras halladas datan del año 600.
La erupción del volcán Laguna Caldera, situado a menos de un kilómetro de distancia, destruyó una parte del asentamiento, pero enterró otra con 14 capas de cenizas, con temperaturas superiores a los 100 grados. Eso permitió una muy singular preservación de los edificios y de los elementos que usaban los habitantes en su vida cotidiana.
A diferencia de lo que pasó con Pompeya, que quedó sepultada en el acto por la explosión del volcán Vesubio, los habitantes lograron escapar. Por eso no se encontraron restos humanos.
Entre los hallazgos más destacados están las casas en las que vivía la gente. Constan de dormitorios, cocinas y bodegas. En ellas se pudieron desenterrar cuchillos, vasijas y platos. Además, cada una tenía afuera un terreno que era utilizado para cultivo.
También hay edificios más grandes. Algunos, presumiblemente, cumplían una función religiosa y otros, política.