A grandes rasgos, quien más, quien menos, todos conocen qué hábitos de la vida cotidiana atentan contra la buena salud y cuáles son dignos de ser mantenidos en el tiempo. Sin embargo, llevar una vida saludable muchas veces no es tan sencillo, si en pos de ese objetivo deben erradicarse costumbres nocivas muy arraigadas, como el tabaquismo o el consumo excesivo de sal.
Más aún a medida que los años se acumulan en el documento de identidad, evitar los siguientes comportamientos será de gran ayuda si de lograr una larga vida sana se trata.
No dormir bien
En una sociedad que funciona las 24 horas, los siete días de la semana, con exigencias que se multiplicaron en todos los ámbitos de la vida, muchas veces el sueño es considerado como un lujo que no todos pueden darse. Y esa convicción, junto a la exposición casi permanente a pantallas y artefactos electrónicos, llevó a una reducción importante del número de horas de sueño y de los trastornos que de ello derivan.
Sin embargo, toda persona necesita dormir bien, ya que tanto el cerebro como el cuerpo tienen que recargar la energía que gastaron durante el día.
Después de los 40 años, no dormir suficiente por la noche puede aumentar el riesgo de hipertensión, ictus, obesidad, depresión, además de que hará que la persona luzca mucho mayor.
No cuidar la salud bucal
Mantener una limpieza dental correcta debe incluir siempre el uso de hilo dental, esto evita que se acumule placa entre los dientes y mantiene las encías sanas. También es importante recalcar que las enfermedades dentales son más frecuentes en personas entre los 30 y 40 años, y las mujeres son las más afectadas.
Según la Academy of General Dentistry, existe una relación entre la enfermedad de las encías (periodontal) y complicaciones de salud como un accidente cerebrovascular y enfermedad cardíaca.
No escuchar al propio cuerpo
Ignorar dolores en lugares específicos o un cambio de color de orina, puede generar enfermedades o lesiones a largo plazo. Es importante acudir al doctor cuando el organismo envíe una señal, de esta forma se podrá identificar el problema antes de que pase a mayores riesgos.
No dejar de fumar
Si una persona no abandona su adicción por el cigarrillo después de los 40 años correrá el riesgo de multiplicar todos los males asociados al tabaco. En cambio, dejar de fumar entre los 40 o 50 podrá revertir dos tercios del daño que ya se haya ocasionado al cuerpo.
Según cifras del Ministerio de Salud de la Nación, cada año en la Argentina, mueren más de 40 mil personas por enfermedades relacionadas con el tabaco. Esto representa el 16% del total de las muertes de personas mayores de 35 años.
No dejar de comer sal
Es difícil controlar exactamente el consumo de sal, ya que ésta se encuentra de manera natural en casi todos los alimentos que se consumen a diario, así como también en el agua.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda reducir la ingesta de sodio para reducir la tensión arterial y el riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y cardiopatía coronaria en adultos. La recomendación del organismo para los adultos es menos de 2 g/día (5 g/día de sal).
No tomar agua
Mantener una correcta hidratación es fundamental para el buen funcionamiento de todo el organismo en general, ya que ayuda a alimentar cada una de las células.
La sed es una señal que no se debe ignorar porque es uno de los primeros síntomas de deshidratación. Y no se necesita que el cuadro sea extremo para que el organismo acuse recibo de las consecuencias. "Un nivel de deshidratación de apenas el 2% de pérdida de masa corporal ya puede impactar en la capacidad cognitiva de una persona, es decir, en los procesos intelectuales que le permiten percibir, pensar y recordar", alertaron desde la Asociación Argentina de Nutricionistas (AADYND).