Aunque en su nombre lo pretende, ISIS no es un Estado, sino un grupo de criminales extremadamente peligrosos que dispone de dinero, logística y está muy bien armado. Por lo que la palabra Daesh es el término correcto del árabe para describirlo.
Es que, ante todo, es importante llamarlo correctamente: Daesh, el acrónimo árabe (al-dawla al-islâmiyya fi l-'Irâq wa l-shâm, Estado islámico de Irak y Siria), y también aclarar que no se trata de "un Estado" sino de una máquina del terror. Hasta ahora, las siglas del autodenominado "Estado Islámico de Irak y Siria" eran utilizadas por los medios de comunicación internacionales en diferentes formas como ISIS, ISIL, IS o EI.
Hoy ya hay un nuevo nombre oficial para ISIS entre aquellos que están combatiendo al grupo terrorista, cuyo culto apocalíptico va creciendo, y ese nombre claramente debe ser Daesh.
Daesh es una palabra totalmente antijurídica desde la sharia, que para nada habla de Estado o califato y que, por otro lado, a los miembros del grupo terrorista les disgusta enormemente por tener claras connotaciones negativas, ya que también alude a otro significado peyorativo en árabe, al sonar igual que términos que significan "el que aplasta algo bajo sus pies" o "el que siembra discordia".
Incluso han llegado a amenazar con cortar la lengua a cualquiera que use este nombre y azotan públicamente con saña con sesenta latigazos en la espalda a cualquier persona por pronunciar esta palabra.
Para Jean Filiu, profesor de Ciencias Políticas en París, el objetivo de los yihadistas es "avanzar territorialmente", pues el éxito militar es para ellos la prueba de que están en el camino justo de la expansión de sus preceptos. En consecuencia, la clave para derrotarlos pasa no solo por Occidente sino también por Siria y Turquía.
Este grupo (muy numeroso) de criminales tiene objetivos claros: primero crearse un Estado y después ir saldando lo que consideran que son sus deudas históricas, tratando de sembrar el miedo con sus videos de crueldad difícilmente superables.
Por eso es importante que la batalla del lenguaje no la ganen. Como de forma clarificadora y acertada explica la investigadora del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEES) Blanca Palacián de Inza, la denominación de Estado Islámico no es acogida de forma unánime en el mundo árabe y sigue siendo controvertida.
Como ejemplo valen las decisiones adoptadas por el gobierno francés, que ha preferido tomar el nombre que utilizan algunos medios de comunicación árabes como Al Arabiya con la idea de no legitimar a este grupo ni el califato que han declarado. Ciertamente EI no es una denominación adecuada puesto que se trata de un grupo terrorista, y no de un Estado, y además no representa del todo del islam.
Por este motivo muchas cadenas de noticias árabes se refieren a este grupo con el nombre de Daesh o Da'ish. Además, en su forma plural, Daw'aish define a una agrupación de intolerantes que impone su punto de vista de forma violenta sobre los demás. Dahes también hace referencia a un período de caos y guerra entre las tribus árabes que tuvo lugar en el siglo VII.
Daesh, por lo tanto, tiene bastantes connotaciones negativas, por lo que se puede adivinar la intención del gobierno francés de utilizar este término como arma lingüística. El grupo terrorista ha expresado su disgusto con este término y ha amenazado con eliminar a cualquier occidental que lo utilice.
Pero la batalla iniciada por los responsables de la seguridad de Francia no es aislada. Son muchas las agencias de inteligencia europeas que tratan de dar y de ganar esta batalla: la consideran clave. Y es muy razonable que así sea, el lenguaje es fundamental.
Si los terroristas logran confundir con su terminología, les resultará más fácil para que su propaganda, captación de combatientes extranjeros, así como el afianzamiento y la extensión de su poder.
Aunque en América Latina el término no sea utilizado ni siquiera por aquellos que simpatizan aún en silencio (que todavía son menos que los simpatizantes con los que cuenta Hezbollah), Daesh es la palabra que utiliza la mayoría de los países árabes para referirse a este grupo yihadista.
En EEUU, el propio general del Ejército estadounidense, James Terry (comandante de Operaciones Especiales), dijo a los periodistas días pasados en el Pentágono que usaran la palabra Daesh, ya que "es un término que sus socios en el Golfo utilizan".
El comandante añadió que las fuerzas de la coalición y los interlocutores en la región prefieren usar Daesh. "Nuestros socios –al menos con los que estamos trabajando– nos han pedido que usemos este nombre", sostuvo Terry, que no es el único funcionario militar estadounidense de primer nivel que ha adoptado el término.
El secretario de Estado, John Kerry, usó el nombre cuando declaró en una audiencia en Capitol Hill días pasados. "Daesh es la razón por la que estamos allí", comentó Kerry. "Daesh usa el terror y el miedo para controlar a las personas. Ha demostrado una y otra vez una total falta de respeto por la vida y los derechos humanos. También tiene intenciones abiertas de aplicar sus métodos bárbaros a nivel global", afirmó
La Unión Europea
El uso del acrónimo Daesh también está siendo promovido por la Unión Europea. El Ministro de Asuntos Exteriores español, Margallo, ha confirmado que "hay un acuerdo entre todos los ministros de Asuntos Exteriores de la UE y de la coalición de llamarle Daesh". Según ha explicado, la palabra Estado tiene una connotación positiva que no puede ser atribuida a este grupo terrorista yihadista, por lo que está "absolutamente convencido" de la conveniencia de utilizar el término Daesh.
Bruselas considera que durante muchos años, los terroristas lograron imponer su lenguaje en Occidente. Demasiados años la prensa ha sido seducida por términos como lucha armada, aparato militar, aparato logístico, comandos, acciones, etc. Todo un lenguaje de guerra que era justo lo que buscaban los "malos", para no ser tratados como lo que son: asesinos y terroristas. "Caímos en la trampa, como si hubiera una guerra y hubiera bandos. Y eso nos pasó con ETA", aseveró el ministro Margallo.
Ahora, de nuevo, en el siglo XXI, vuelve el debate, vuelve la controversia. Ni es un Estado, ni es Islámico. Los terroristas del Daesh, herederos de Osama Bin Laden que han logrado fagocitar a Al Qaeda, han logrado también trasladar su lenguaje.
Cuántas veces se habla de inmolación para describir un atentado suicida, cuántas veces hablamos de la yihad con la connotación religiosa que tiene, cuando simple y llanamente es un atentado criminal. Ahora, tratan de vendernos que son un Estado Islámico, que son algo más que un complejo y completo grupo de terroristas organizados como si fueran un Ejército. Así lo definió el presidente Obama en la sede la Naciones Unidas esta semana.
El Daesh no construye nada, es una banda de mafiosos que no produce nada. Su Constitución, elaborada entre 2006 y 2007, no es más que una serie de prohibiciones. Es una organización que se ha extendido en un territorio y, por tanto, se encuentra con que tiene que gestionar a millones de personas, a diferencia de Al Qaeda. Esta última estaba sometida a los talibanes y la administración estaba en manos de los talibanes.
Las personas que negociaron en su tiempo a propósito de evitar la destrucción los Buda en Afganistán se pasaron semanas sin saber dónde estaba el centro del poder del grupo, precisamente porque en la práctica era una organización y no un Estado.
Interrogantes sobre el Daesh
Antes de su irrupción en la escena de la violencia terrorista, en Siria, Irak o cualquier país árabe, se hablaba de dawla (estado), no decían Daesh, del mismo modo en que se dice nizâm (régimen) cuando se habla de Bashar al Assad.
Todos saben que el nizâm de Al Assad es únicamente represión. Para el Daesh, introducir la idea de Estado no indica en absoluto una evolución ideológica, sólo significa que Abu Bakr al Baghdadi quiere ser el señor intocable de las zonas que controla. Las únicas zonas homogéneas en la Siria dividida de hoy son el nizâm de Assad y el Daesh: donde la dimensión totalitaria cuenta más que la estatal.
Es importante también señalar para el público de este lado del Atlántico, donde no pocos países sudamericanos se acostumbraron a llamar Estado Islámico al Daesh, que en la etimología de las palabras, cuando se hace una revolución, son pensadas y llevan una connotación lingüística. Mientras que cuando ésta termina, ya no se piensa y sólo se imaginan conspiraciones y complots.
La revolución es racional. Durante la revolución nunca se habla del fin de los tiempos, de eso se habla en la contrarrevolución.
Naturalmente, hay preguntas sin resolver sobre el Daesh. Concretamente cómo es que Abu Bakr al Baghdadi fue detenido por los norteamericanos, según el Pentágono en 2004, según el jefe de la prisión entre 2005-2007; y no se sabe por qué no ha habido un proceso o una investigación. Sin embargo, los que creen en la conspiración no comprenden algo que los historiadores conocen muy bien: la inmensa estupidez de los hombres. Muchas cosas se explican mejor por la estupidez, la incompetencia y la falta de coordinación que por la voluntad de manipular.
A partir de la presidencia de Barack Obama, los norteamericanos ya no controlan nada. Ello puede ser una noticia buena o mala, lo cierto es que hay muchas personas en Oriente Medio y otras partes del mundo que siguen pensando que los estadounidenses lo controlan todo, interpretando los hechos a partir de este presupuesto erróneo e ideologizado.
En el mundo árabe, la conspiración es frecuente y el lugar donde más se cree en la teoría del complot es Egipto. Allí se ha llegado a decir que los Hermanos Musulmanes, igual que el Daesh, serían una creación única de los norteamericanos. Pero es hora de acabar con esta lógica y comenzar a preguntarse ¿qué relación existe entre el Daesh y los países del Golfo?