Brasil anunció este lunes un plan de austeridad con profundos recortes de gasto y aumento de impuestos para intentar cubrir su déficit, mientras lucha con una crisis que ya le costó la pérdida del grado de inversión a manos de Standard & Poor's.
Sumergida en una recesión, la séptima economía global "cortará la carne" del gasto estatal, como definió recientemente el ministro de Hacienda, Joaquim Levy.
El plan consiste en postergar ajustes salariales y contrataciones del sector público, eliminar 10 de los 39 ministerios, reducir mil empleos y podar el gasto social en vivienda y salud.
¿La meta? Pasar del actual déficit fiscal primario del 0,5% del PIB para 2016 que le hizo perder el sello de buen pagador y lograr un superávit del 0,7%, lo que implica conseguir unos 17 mil millones de dólares más de los previstos inicialmente.
"Tenemos que salir de un déficit de 30.500 millones de reales (USD 8.000 millones) para un superávit de 34.400 millones (USD 9.030 millones). Un valor total de 64.900 millones (USD 17.030 millones). Ese es el valor total de las iniciativas" de corte de gasto y de aumento de recaudación, indicó el ministro de Planificación, Nelson Barbosa, al anunciar las medidas en una rueda de prensa.
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"Son reducciones importantes, que involucran a los funcionarios públicos de manera significativa, el funcionamiento de la máquina" del Estado, precisó por su lado el ministro de Hacienda, Joaquim Levy.
El raleo de gastos confeccionado por el equipo económico de la presidente Dilma Rousseff para equilibrar las cuentas incluirá, asimismo, recortes en el sensible terreno de los programas sociales, la marca de fuego del Partido de los Trabajadores (PT) y uno de los pilares del boom brasileño que sacó a 40 millones de personas de la pobreza.