Yo conozco la maldad de la Peste Roja

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Cerré la semana con un desvelo angustioso: No podía irme a dormir sin conocer lo que un régimen tiránico, con sus jueces afines, le impondría al hombre que más le temen, tanto la Peste Roja como esa oposición complaciente.

Cómo conciliar el sueño sin saber cuál sería el resultado de un juicio antidemocrático violatorio de todos los derechos del procesado y que prolongaron hasta la madrugada buscando el agotamiento de Leopoldo López y de los millones de venezolanos pendientes de la decisión de una señora cuyo nombre quedará en esas páginas donde la historia anota canallas que se prestan para hacer de la ley una subjetividad perfecta para los tiranos y sus planes.

Cómo conciliar el sueño sin saber si eso que en la Venezuela de la Peste roja presentan como "Ministerio Público" y es quien acusa a Leopoldo, después de culparlo de los delitos de instigación pública, asociación para delinquir y determinador en daños e incendio decide suspender el juicio y continuar la terrible tortura tanto a Leopoldo López como a su esposa, sus pequeños hijos, sus padres y hermana, o condenarle de una vez, bien entrada la madrugada a más años en esa mazmorra infecta donde lleva casi 19 meses aunque no hayan pruebas que sustenten la acusación.

Cómo dormir sin saber si Marco Aurelio Coello Morillo, un joven valeroso ha logrado escapar de los cancerberos que lo han torturado con saña desde el mismo día que fue detenido (12 de febrero de 2014). Cómo dormir si las madres de otros muchachos presos, cuyo único delito es querer vivir en un país libre, donde se pueda disentir, donde el futuro sea algo cierto y no la aterradora y letal ruleta que ponen a girar los hampones que el chavismo protege, denuncian torturas horribles también desde el mismo día que fueron detenidos. Cómo dormir sin saber si el infierno en el que han convertido las vidas de Christian Holdack, Demian Martín, Ángel González, Luis Felipe Boada y Nelson Gil, llega a su fin o por el contrario será más largo, más cruel y más injusto.

Cómo dormir sin saber hasta dónde llega la maldad de Susana Barreiros, una más de los jueces del horror chavista. Cómo dormir cuando sé la realidad de mi país donde esta Peste roja con su tufo a muerte, a droga, a riqueza mal habida, a tiranía comunista perversa y descarada encarcela líderes y jóvenes valerosos mientras se preocupa de mantenerle la impunidad a asesinos, narcos y ladrones.

Cómo dormir si mientras en el Palacio de Justicia, o mejor de injusticias se podía estar gestando la pavorosa sentencia, pensé en Nicolás Maduro y sus alegres compañeros de viaje compartiendo y departiendo hace pocos días -durante la conmemoración en China de los 70 años de la Segunda Guerra Mundial- con Vladimir Putin y Omar Hassan al-Bashir de Sudán, el primero experto en desaparecer opositores entre otros crímenes y el segundo un monstruo, acusado de ejecutar una carnicería en Sudan, específicamente en Darfur donde se calculan 400.000 muertes. Nicolás Maduro alebrestado porque debe pensar que si la justicia ni roza a esos déspotas, aunque en el caso de al-Bashir, éste tenga una acusación de la Corte Penal Internacional por genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra y una orden de arresto que para nada le impide ir a disfrutar de saraos de amigotes, él puede incursionar con igual suerte en similares hechos.

Y no especulo, ya encarceló a Leopoldo, anuló a Antonio Ledezma y Daniel Ceballos. Arremetió contra decenas de jóvenes que ven pasar sus vidas desde cárceles inmundas donde se les tortura y se les niegan todos sus derechos. Ya también arremetió contra los colombianos que viven en los pueblos de frontera y el mundo ha visto la bestialidad que otra vez viste de rojo...

Sumo otro día a los 557 que lleva Leopoldo preso. Escribo, espero y me desvelo; y me aterro también, porque yo conozco a la Peste roja, sé de su maldad, de su prepotencia, sé de sus encubridores, asalariados y chulos. Y algo peor, sé de la cómplice actitud de instituciones y figuras públicas a nivel mundial.

Llegó la madrugada y se anuncia que la sentencia de Leopoldo ha sido diferida para el jueves 10 de septiembre. ¿Cuántos días más tendré que sumar? Siento mucho miedo y no lo escondo llamándole prudencia. Nadie está exento de sentirlo, pero todos debemos evitar que nos paralice frente a la barbarie.

A Lilian, Antonieta, Leopoldo padre, a Diana, a Manuela y al pequeño Leopoldo Santiago en esta larga noche de angustias y desvelos mi cariño, admiración y solidaridad ¡Fuerza! no sé si fe...

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