Alrededor de 270.000 inmigrantes han llegado a las costas de Europa en lo que va del año, más que en todo 2014, que en su momento fue considerado un año récord, según señala un artículo de The Economist.
Muchos de ellos emprenden la odisea de abandonar sus países y llegar a suelo europeo movidos por la esperanza de encontrar una vida mejor lejos de la guerra, el hambre y la violencia, o simplemente buscando sobrevivir.
De acuerdo con el semanario, aunque las casi 300.000 personas llegadas deberían representar un número "manejable en un continente de 500 millones", las preferencias de los solicitantes de asilo por ciertos países de Europa han creado tensiones entre los gobiernos del bloque.
Según explica el artículo, en este momento, los inmigrantes "están ajustando sus rutas". Así, el "gran cambio" de este año es el número de personas que entran en Grecia a través de los "saltos marítimos de corta distancia desde Turquía".
El gobierno griego, inmerso en una de las mayores crisis de deuda de su historia, que lo colocó muy cerca del default, necesita ayuda para afrontar la crisis migratoria y busca que más inmigrantes se asienten en otros lugares, sostiene la publicación.
"Este problema está más allá de las capacidades de Grecia, que tiene una crisis económica y al mismo tiempo está viviendo una crisis humanitaria"
"Este problema está más allá de las capacidades de Grecia, que tiene una crisis económica y al mismo tiempo está viviendo una crisis humanitaria", dijo Alexis Tsipras a principios de agosto.
Los sirios, por su parte, están abandonando la ruta italiana debido al caos en Libia –en una virtual desintegración estatal después de la caída de su gobierno– y los peligros del mar potenciados por las distintas bandas armadas que dominan el tráfico ilegal de objetos y de personas con destino a Europa.
En el marco de un acuerdo alcanzado por la Unión Europea en junio, la mayoría de los países de la zona empezarán pronto a recibir a los solicitantes de asilo que llegan a Italia y Grecia, los principales puntos de entrada de la inmigración ilegal.
El acuerdo está basado en un esquema de distribución equitativa, apoyado en cuatro criterios de acuerdo con las posibilidades de cada Estado.
Sin embargo, apunta The Economist, muchos de los residentes, sobre todo de los países de la parte oriental de Europa, no están a gusto con "la intrusión". Esa incomodidad, en países que atraviesan sus propias dificultades económicas, ha desatado olas de xenofobia y racismo y hasta ataques violentos.
Y no pocas veces los inmigrantes que han sobrevivido "la barbarie del Estado islámico o los caprichos del Estado policial de Eritrea se encuentran con los gases lacrimógenos de la policía macedonia o evadiendo las garras de los guardias de seguridad franceses".
Muchos expertos, políticos y activistas afirman que las
en camiones o en naufragios.