"La Kennedy oculta", la triste historia de la hermana del presidente de Estados Unidos

Dos nuevos libros ilustran la vida de Rosemary, la miembro del clan que vivió en un psiquiátrico luego de ser sometida a una brutal lobotomía

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La califica como "el secreto más oscuro de la familia" Kennedy. Y quizás sea cierto. Es la "vida oculta" de Rosemary Kennedy, la hermana menor de John F., quien en enero de 1961 se convertiría en presidente de los Estados Unidos. Formaba parte, además, de una de las dinastías más importantes, tradicionales y ricas de ese país.

Lo cierto es que su historia fue dramática. Y los esfuerzos de su padre para colocarla tras un manto denso e impenetrable para que nadie supiera sobre ella fueron exitosos. Rosemary era vista como una "amenaza", según la revista norteamericana People, que dedica su próxima edición a la historia de la joven "abandonada". El artículo se basa en lo que la periodista Liz McNeil recogió de dos libros que saldrán a la venta en los Estados Unidos y que prometen develar una de las historias más secretas de los últimos 75 años.

Ellos son Rosemary: la hija oculta de Kennedy (Rosemary: The Hidden Kennedy Daughter) y La Kennedy perdida (The Missing Kennedy).

Su vida cambió dramáticamente a los 23 años, cuando su padre, el embajador Joseph P. Kennedy, tomó una medida drástica: someterla a una lobotomía, una práctica brutal pero muy extendida en la época. Creía que de esta manera podría mejorar intelectualmente, ya que había padecido un accidente que le generó un leve retraso cognitivo al nacer. Los resultados fueron catastróficos para la vida de la bella Rosemary.

La decisión familiar de qué hacer con ella una vez que fracasó la cirugía fue también desafortunada: resolvieron internarla y ocultarla para siempre. Su malograda vida fue destinada a Saint Coletta, una institución católica en Wisconsin, para que nadie supiera de ella. La decisión causó cierta vergüenza en el núcleo de la dinastía, pero nadie se atrevía a contradecir las decisiones de "Joe".

Rosemary: la hija oculta de Kennedy -escrita por Kate Larson- saldrá a la venta en los próximos días. En sus páginas se relata cómo fue el accidente que sufrió al nacer -13 de septiembre de 1918-, que impidió que le llegara suficiente oxígeno al cerebro. Al parecer, la pésima decisión de una enfermera fue crucial. Al momento del parto, la mujer le ordenó a Rose (madre de Rosemary) que cerrara las piernas para retrasar el nacimiento hasta tanto llegara el médico a cargo.

Pero no fue hasta que la niña creció que los Kennedy comenzaron a notar conductas extrañas en ella. Las rabietas y situaciones de cólera se repetían. "No era como los demás" hermanos, repetían los padres secretamente entre sí. Sin embargo, Rosemary continuó creciendo y su figura era muy atractiva, lo que preocupó al embajador. Creía que su falta de criterio podía derivar en que quedara embarazada, situación que podía estropear no sólo la "reputación" de la familia, sino el futuro político de sus integrantes.

Fue entonces que se tomó la infortunada decisión. Larson relata detalladamente en su libro esa intervención. La operación fue un desastre, y Rosemary salió del quirófano totalmente incapacitada. Más que una operación fue un experimento en el cual su cráneo sufrió tortuosas prácticas de las cuales no se recompondría jamás. "Joe" ordenó entonces internarla en Craig House, una clínica psiquiátrica en el norte de Nueva York, donde permaneció hasta 1949 totalmente aislada, según relata Larson en su libro. Luego sería trasladada a una institución católica donde su padre nunca más la visitaría.

En La Kennedy perdida, la autora Elizabeth Koehler-Pentacoff relata sus encuentros con Rosemary en Saint Coletta. Allí trabajaba la tía de la escritora, quien cuidaba de la hija de Kennedy. "Amaba las fiestas, la música y los dulces. Si decíamos que teníamos una caja con dulces, sus ojos se iluminaban. Cuando la gente la visitaba, se sentía en el cielo", cuenta Koehler-Pentacoff.

Rosemary Kennedy murió el 7 de enero de 2005 a los 87 años en el Fort Memorial Hospital de Nueva York. Durante sus años de internación fue visitada sobre todo por su hermano Ted y su hermana Jean, quienes le dedicaban gran parte de su tiempo e, incluso, la llevaban consigo de vacaciones a las diferentes residencias que la familia posee por todos los Estados Unidos.

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