El nuevo mapa del narcotráfico en México

Especialistas explicaron a Infobae cómo se agravó el problema de los cárteles en ese país, a pesar de haber sido golpeados. La colaboración de los políticos y la existencia de estados fallidos

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 AFP 163
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El profesor Raúl Benítez Manaut, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) comparó en The New York Times la estrategia de la lucha contra el narcotráfico en México con la estrategia antiterrorista de los Estados Unidos, para concluir que esconde un peligro latente: el agravamiento del problema.

"Con la estrategia de los Estados Unidos para el combate del terrorismo se le dio prioridad a los grandes capos, a las figuras de gran estatura, y no le pusieron atención a cómo los terroristas generaban redes entre las sociedades islámicas, ni a cómo hacían su trabajo de adoctrinamiento entre la población de países como Afganistán, Irán, Egipto, etcétera. Se combaten las organizaciones desde la cúpula, pero siempre va a haber reemplazantes que puedan sustituir a quienes vayan cayendo. Fue el caso de Al Qaeda: Al Qaeda quedó prácticamente desmantelado, pero se generó un fenómeno mucho más peligroso que es el Estado Islámico (ISIS), y no se detectó esto hasta muy tarde", explicó el especialista, en diálogo con Infobae.

-¿Qué sucede con el narcotráfico?

-Lo mismo: en un principio, hace veinte años, el narcotráfico en México operaba solamente en los estados de Sinaloa y Jalisco. Cuando se empezó a golpear a los capos del cartel de Sinaloa, quedó el dirigente más inteligente, el que consiguió armar un súper emporio criminal, Joaquín el Chapo Guzmán, y al mismo tiempo se obligó a los narcotraficantes a irradiar sus actividades criminales en otras partes del país, como el estado de Tamaulipas, y luego el de Michoacán. Copiar la estrategia de buscar solamente los liderazgos para poder controlar quiénes dan las órdenes y quiénes manejan los recursos financieros ha generado una irradiación del narcotráfico, y el fenómeno no para, es continuo, por la alta demanda en los Estados Unidos.

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-Algunos cárteles grandes están golpeados. ¿Qué consecuencia tiene eso?

-Los dos cárteles que se calcula que están destrozados, que ya no tienen capacidad de recuperarse, son Los Zetas y Los Caballeros Templarios. También el del Pacífico del Sur, que operaba en el estado de Morelos y en el de Guerrero. Sucede entonces que los grupos de tamaño mediano, como los que hay en el estado de Guerrero -en este momento, el más violento del país-, mantienen mucha actividad criminal: secuestran gente, extorsionan a los comerciantes, impiden que la gente se dedique a sus actividades laborales normales, y esto sigue generando pánico social.

Samuel González Ruiz, consultor de la Red de Especialistas en Seguridad Pública del Centro de Investigaciones y Docencia Económicas (CIDE) se concentró en ese derivado de la misma estrategia: el surgimiento de muchos grupos medianos que controlan territorios y diversifican sus actividades criminales.

"Es una modalidad que pasa desde el año 2008, porque Los Zetas desarrollaron una modalidad de cambio con la unificación de los mercados ilícitos", argumentó. "Mientras los grandes cárteles sólo trafican droga a los Estados Unidos y otros países, y tratan de controlar productos o servicios, los otros grupos más fraccionados ocupan territorio. Es lo que pasa con el Cartel Jalisco-Nueva Generación".

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-¿Qué significa ese cambio?

-Se instalan en un lugar y tratan de controlar todos los mercados ilícitos unificados. Se cambia del concepto de control de un producto al concepto de control de territorio.

Un problema que se suma a otro

La receta de los Estados Unidos implicó eliminar o encarcelar a los cabecillas: Guzmán (quien acaba de escapar de la cárcel una vez más); los líderes de Los Zetas, muy golpeados entre 2013 y 2015; Vicente Carrillo Fuentes, del Cártel de Juárez, detenido en 2014. Pero el ejemplo más claro del problema es tal vez el caso de Héctor Beltrán Leyva, cuyo cártel se deshizo en una miríada de grupos, como Los Mazatlecos, La Barredora, Los Rojos, Guerreros Unidos, La Oficina y La Calle, entre otros. La estrategia de cortar las cabezas más importantes ha llevado a una reconfiguración del mapa criminal. Pero la reciente fuga de Guzmán ilustra que en esa reconfiguración no hay un cambio de un modelo por otro sino un problema que se suma a otro.

"Hay que golpear las estructuras de forma completa"

"Esto no quiere decir que no haya que golpear a los grandes líderes, sino que hay que golpear las estructuras de forma completa", argumentó Benítez, también presidente de la fundación Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (CASEDE). "Hay que buscar una estrategia integral que se dirija tanto hacia las partes estructurales del fenómeno como también a los liderazgos."

-Con Guzmán suelto, ¿el cartel de Sinaloa se fragmentará o se mantendrá?

-El Chapo Guzmán no es una persona proclive a hacer guerras de narcotráfico: él hace negocios, no guerras. No puedo dar un pronóstico de lo que puede pasar con el cartel de Sinaloa, pero él va a tratar de recuperar la hegemonía de la organización, eso sí. Y probablemente ponga en orden algunos otros carteles.

-¿Cómo sería eso?

-Recuperando espacios para el embarque de drogas, recuperando sus contactos en Colombia para introducir la cocaína a los Estados Unidos.

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-Pero la reconfiguración en unidades medianas o pequeñas, ¿es algo que está en el porvenir?

-Eso es posible. De hecho ya sucede, por ejemplo en el estado de Guerrero. Allí hay entre diez y veinte organizaciones criminales de tamaño pequeño y mediano disputándose el territorio, con mucha violencia.

Con él coincidió González, ex asesor de la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito y ex titular de la Unidad Especializada en Delincuencia Organizada en el nivel nacional de México.

"Se ve en Guerrero; también en Tamaulipas, Veracruz, Zacatecas; en San Luis Potosí les ha pasado algún tiempo... Esta modalidad no quiere decir que hayan desaparecido los cárteles como Sinaloa, que sigue queriendo controlar productos", explicó.

"Los grupos asociados al cártel de Sinaloa, como Jalisco-Nueva Generación, tienen la modalidad de control de territorio. Pero el cártel de Sinaloa se ocupa del tráfico y la venta de drogas independientemente de México: no se va a transformar en un grupo que controla territorio como la mafia, porque no le interesa ya que sus ganancias mayores están en el control de los productos como la cocaína, la marihuana, la metanfetamina y la heroína hacia y en los Estados Unidos. Sinaloa tiene vigencia por sí mismo, y su función sigue siendo la misma desde hace veinticinco años. Las dos modalidades coexisten, no es que la otra haya terminado", agregó González.

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-¿Cómo cambian las consecuencias para las comunidades?

-A nivel local la violencia está vinculada directamente al fenómeno del control de los territorios: el que controla el territorio controla la venta de los productos. Y ese proceso de unificación de mercados ilícitos abarca la expansión al secuestro, la extorsión, el cobro de piso, el tráfico y la trata de personas, la piratería de productos... Todo eso tiene una fuerte carga que genera el control del territorio como concepto clave, y es lo que estamos viendo.

Corrupción, política y muerte

Benítez —sociólogo, ex profesor de las universidades de Columbia, American y FLACSO, autor de Mexico and the New Challenges of Hemispheric Security y editor de Crimen Organizado e Iniciativa Mérida en las relaciones México-Estados Unidos, entre otros libros— enfatizó que conviene no generalizar cuando se habla de los vínculos de los alcaldes con el crimen organizado.

"No en todo México sucede el mismo fenómeno. Sólo los estados donde hay alta densidad de narcotráfico. En otras partes el país funciona normalmente. México es mucho más tranquilo en estadísticas generales que Colombia o Brasil o todo Centroamérica. Pero en muchas partes, donde hay gobiernos locales rurales sin recursos, los narcotraficantes son más poderosos: tienen más dinero y mejores armas que los propios policías municipales. Para esos narcotraficantes es fácil someter a las autoridades locales, en poblados rurales chicos. No obstante, eso no es narco-política, dada la debilidad de la estructura de las alcaldías. Muchos alcaldes inclusive lo hacen no por voluntad sino porque también son víctimas: amenazan a sus familias. Por esas amenazas se ablandan, y casi que se ven forzados a colaborar con el narcotráfico", señaló.

 Reuters 163
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-¿Qué significa colaborar con el narcotráfico?

-Dejarlos hacer sus operaciones, ordenarle a la policía que no se meta con ellos. Básicamente eso. Y cuando hacen actos violentos —secuestros, por ejemplo— los alcaldes no hacen nada, porque tampoco tienen recursos para hacer algo. Y si el gobierno federal manda tropas, esos pueblos se vuelven escenarios de gran violencia.

González -doctorado en derecho, coautor de Violencia, corrupción y narcotráfico: el desafío de un México democrático y editor de Instrumentos, análisis y herramientas contra la delincuencia organizada y corrupción- tomó el caso de los 43 estudiantes desaparecidos para referirse a las bases de esas acusaciones de connivencia.

"Allí se ve muy claramente el control del territorio en su parte política. Porque el grupo que controla el municipio de Iguala, el que tiene vinculaciones con la actividad política, a partir de ahí logra establecer una red de protección muy desarrollada. En Iguala claramente había una relación entre los grupos de Guerreros Unidos y los políticos que controlaban la zona. Estaban listos para ser ella [María de los Ángeles Pineda Villa, cuyos familiares estaban vinculados al cartel desaparecido de Beltrán Leyva] la nueva presidenta municipal y él [el presidente municipal renunciante, José Luis Abarca Velázquez, quien se supone que permitió que la policía entregara a los estudiantes a la policía del municipio vecino de Cocula, que a su vez los entregó a los Guerreros Unidos] diputado en el próximo parlamento que arranca el 1º de septiembre. Ahí se ve la vinculación importante entre este modelo y el modelo político".

"El gran problema es la colaboración de los políticos"

-¿Cómo puede confrontar la crisis un gobierno comprometido con ella?

-Ese es el problema: los gobiernos están comprometidos con la crisis. En México la reforma de la policía se intentó desde 1986, luego en 1994, luego en 2007... Estamos en continuo intento de cambiar el tipo de policías que se requieren. Pero a pesar de todas las inversiones, los políticos no hacen el esfuerzo suficiente para cambiar y controlar a las policías. Falta muchísimo. Estamos en varios cambios del sistema procesal acusatorio, y se presenta un grandísimo problema porque las reformas no cuajan, y a pesar de las decenas de miles de millones de dólares que se han gastado todavía no tenemos una policía que satisfactoria para este asunto. El gran problema es la colaboración de los políticos.

-¿Hay ejemplos positivos de políticas públicas efectivas?

-Sí, hay estrategias en políticas que se llevaron a cabo en Colombia o en Italia, que generaron una disminución de la violencia y la delincuencia. Requieren de participación de la sociedad civil y apoyo del gobierno; mientras eso no se dé, como dice el ex alcalde de Palermo, Leoluca Orlando [quien enfrentó a la mafia siciliana], deben funcionar al mismo tiempo la prevención social del delito (evitando que los delincuentes tengan carne de cañón barata con los jóvenes, que no tienen otro objetivo en la vida y se suman a esos grupos criminales) y la aplicación de la ley, la represión. Las políticas públicas tienen que apuntar al fortalecimiento de las instituciones judiciales y de la institución policial y a la vez a reducir las posibilidades de que un joven se una a la delincuencia por carecer de otras opciones, como pasó en Ciudad Juárez.

 El Mañana de Reynosa 163
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El doctor Benítez aludió también al problema de la prevención en poblaciones jóvenes:

"Los grupos de narcotraficantes reclutan a jóvenes en condiciones muy marginadas, y también adictos a drogas baratas entre la juventud humilde: esos son los lugares favoritos. El gobierno necesita de una especie de inteligencia social para ver dónde están apareciendo brotes de jóvenes marginados que se empiezan a dedicar a actividades delictivas y dónde las organizaciones criminales están reclutando a los narcotraficantes soldados, a los de base. Luego, dado que las estructuras policíacas tienen que sustituir a las militares en un momento dado, necesitan capacidad para combatir al crimen organizado".

-¿En qué áreas se han hecho esfuerzos?

-En salud pública y en seguridad pública. Pero México es un país grande. Y aunque tiene más de 400.000 policías, están muy dispersos en todo el territorio y sus mandos dependen del municipio, lo cual no permite su profesionalización. Muchos municipios son rurales, muy pobres, y ahí es, en algunos estados, donde penetra el narcotráfico. Hay que hacer tareas integrales tanto a nivel policíaco como a nivel de salud como a nivel educativo.

¿Estado fallido? Peor están Argentina, Venezuela y Colombia

Si bien la expresión del Estado fallido es ya un lugar común de la prensa y los analistas políticos, se la sigue aplicando a la situación de México: el gobierno pierde el control de la situación y las mafias del crimen organizado se apoderan del Estado a través de la corrupción. El doctor Benítez manifestó su completo desacuerdo:

"Pues está más fallido el estado argentino, y el venezolano no se diga; el guatemalteco está peor y el hondureño mucho peor. El colombiano está mucho más fallido que el mexicano: el gobierno de México controla casi todo el territorio nacional, y el de Colombia no controla una tercera parte del territorio. México tiene problemas en zonas rurales y en zonas de frontera con los Estados Unidos, pero no es cierto que el Estado federal como tal sea un estado fallido."

"Está más fallido el estado argentino y el venezolano"

"La tasa de homicidio de México en este momento es de 18 por cada 100.000 habitantes; la de Colombia es de 32 por cada 100.000 habitantes, y el gobierno no ha logrado negociar con un grupo guerrillero cuando otros países en América Latina lograron hacerlo con éxito. Y nadie dice que es un gobierno fallido", profundizó Benítez.

El doctor González, en cambio, aceptó la expresión pero la acotó geográficamente: "En algunas zonas del estado de Guerrero no cabe duda que es una definición cierta; no lo podría afirmar respecto de todo el territorio de México, pero en algunas zonas se aplica".

El tema del homicidio, que mencionó Benítez, es de importancia: desde 2006 hubo unos 80.000. Las estimaciones oficiales dan una declinación desde 2011.

"No se puede negar que hay mejoras en las tasas de homicidio", apuntó González. Y agregó: "Pero sucede que muchas organizaciones criminales desmanteladas por el gobierno, al generar una dispersión de grupos criminales, realizan otras actividades: el secuestro, la extorsión, el robo. Se dejan de dar los homicidios, que se daban con armas de alto calibre, y hay mucho secuestro y extorsión con armas de bajo calibre. La población sigue siendo víctima de la actividad criminal."

González buscó contexto en el pasado reciente: "La tasa de homicidios de México bajó de manera notable desde el año 1999 al año 2007. Es a partir de 2008, y fundamentalmente entre 2009 y 2011, cuando aumentó de 9 homicidios por 100.000 habitantes a 24 homicidios por 100.000 habitantes. A partir de 2011 hubo una disminución hasta el año pasado, 2014. Este año estamos en un leve aumento de la tasa de homicidios. Pero no todos esos 80.000 homicidios están vinculados a la delincuencia organizada; una buena parte sí, pero la cifra corresponde a homicidios totales. Ahora se ha reducido y estamos hablando de una cantidad menor".

-¿Tiene que ver con las políticas contra los cárteles?

-No lo creo. La reducción de los homicidios se ha debido a que algunos estados —por ejemplo Chihuahua, Durango, Nuevo León, Morelos— han hecho reformas estructurales que han empezado a bajar los homicidios. Desde mi punto de vista no hay correlación entre la detención de los capos y el número de homicidios, pero sí importa la cantidad de detenciones por homicidio, además de la prevención social del delito.

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