El pasado fin de semana circuló unas fotografías que causaron gran revuelo en Colombia. El sitio Las 2 Orillas y Semana señalan que se trata de las imágenes poco conocidas de la hija de Pablo Escobar, la consentida del capo narco. Desde su llegada a la Argentina, luego de la muerte de su padre, Manuela comenzó una nueva vida pero siempre con el recuerdo de quien en su infancia era su superhéroe.
Manuela, quien hoy tiene 31 años, fue quien más sufrió la tormentosa vida a la que Escobar expuso a su familia. Después de algunos años ya asentada en Buenos Aires, la hija del ex líder del cartel de Medellín había conseguido lo que nunca en Bogotá: tener una vida relativamente normal entre el colegio y la gran cantidad de amigas que había hecho.
Pero esa "tranquilidad" no le duró mucho. En 1999 se hizo público que los hermanos Marroquín –apellido que habían adoptado a su llegada a Argentina- eran en verdad los hijos de Pablo Escobar. A partir de ahí, la vida de la joven volvió a derrumbarse.
Incluso estuvo cerca de formar parte de un coro que dirigía el por entonces secretario de Cultura de Buenos Aires, Piero, quien advirtió el gran talento de la joven para el canto. Pero el sueño se esfumó rápidamente.
Al conocerse su verdadera identidad, su mamá y su hermano Sebastián fueron enviados a prisión. A Manuela, en cambio, por ser menor de edad, no le pasó nada. Pero esa vida "normal" y "tranquila" que gozó durante sus primeros años en Argentina quedó en el olvido.
La niña no quiso salir a la calle y tuvo que recibir clases en su casa, tal como lo hacía en Colombia mientras vivía de refugio en refugio con su padre.
Según consigna la revista Semana, durante mucho tiempo corrió el rumor de que a su llegada a Argentina, Manuela dormía con la camisa que tenía Escobar el día que lo mataron y que incluso llevaba debajo de su almohada un pedazo de la barba de su padre.
Fue tal la confusión en la que se vio inmersa desde la muerte de su padre que entró en una profunda depresión. Ese estado de confusión y angustia la llevó a intentar suicidarse.
La consentida de su padre
Distintos relatos de gente cercana a la familia, desde Popeye hasta Sebastián Marroquín, dan cuenta de la devoción que tenía Pablo Escobar por su hija. Tal era la adoración por Manuela que en una oportunidad la niña quería un unicornio y como el capo narco no pudo conseguirlo, sencillamente hizo uno.
Popeye, uno de los más letales sicarios que tuvo el líder del cartel de Medellín, contó que el patrón tomó un fino caballo de su finca y le pegó un cuerno de vaca en la frente. A los pocos días el animal murió por la infección de esa insólita cirugía.
Sebastián, hermano mayor de Manuela, relató la noche en que Escobar quemó dos millones de dólares para que su hija no muriera de frío.
"En una oportunidad se hallaban 'encaletados' en una casa-quinta en una de las montañas que rodean a Medellín y la zona terminó acordonada por la Policía. No tenían provisiones y el frío les estaba haciendo mella. En la madrugada la hipotermia comenzó a hacer estragos en Manuela. En la casa lo único que había eran dos costales con dos millones de dólares y Escobar decidió hacer una hoguera con ellos para evitar que se congelara", relató Sebastián Marroquín a la revista Don Juan.
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En 1988 un atentado contra el edificio Mónaco, donde se ocultaba la familia Escobar, por poco deja sorda a su hija. A raíz de este hecho, atribuido a Pacho Herrera, la guerra de carteles en Colombia se volvió aún más sangrienta.
"El odio del entonces jefe del cartel de Medellín por él se debió a que la onda explosiva por poco deja sorda a su pequeña hija, Manuela. Desde esa época Escobar juró que lo mataría y fueron muchos los intentos que hizo para cumplir su palabra", publica Semana en un reportaje.
La fotografía que circuló este fin de semana, que muestra a Manuela con su mamá y su hermano, es lo primero que se sabe de la hija de Pablo Escobar, quien desde su llegada a la Argentina optó por una vida fuera de la escena pública para dejar atrás los tormentos a los que fue expuesta durante su niñez.