Tucumano, nacido en 1789, se graduó en leyes en 1808, donde comenzó a realizar una férrea defensa de los pobres. A sus 18 años, ya había escrito obras que inspiraron las sublevaciones independentistas de Chuquisaca –la que se conoce como el primer grito libertario de América– , La Paz y Buenos Aires.
Tras ello, se incorporó como teniente de artillería del ejército revolucionario, y al recuperar las fuerzas realistas el control del Alto Perú, Monteagudo fue encarcelado junto a los demás líderes independentistas, acusado del "abominable delito de deslealtad a la causa del rey".
Al fugarse de la cárcel terminando 1809, se incorporó como auditor al Ejército del Norte de las Provincias Unidas del Río de la Plata que, al mando de Juan José Castelli, había tomado esa ciudad luego del triunfo en la batalla de Suipacha. Defensor de la política ordenada por Mariano Moreno de vigilar, restringir y desplazar a los españoles sospechosos de apoyar a los realistas, compartía una actitud hostil contra la Iglesia Católica.
En 1812 fundó el periódico Mártir o Libre, donde constantemente expresaba la necesidad de una inmediata proclamación de la independencia. Incluso reflotó la Sociedad Patriótica y con ellos se unió a la Logia Lautaro, fundada por José de San Martín. Apoyó la revolución de octubre de 1812, que depuso al Primer Triunvirato y colocó en su lugar al Segundo Triunvirato, dominado por la logia.
Integrante de la Asamblea del año XIII representando a Mendoza, fue uno de los principales impulsores de medidas que reconocían la abolición de la mita y la servidumbre indígena. En 1818, viajó a Chile donde se desempeñó como Auditor de Guerra del ejército de San Martín. Ya en 1820 sólo se dedicará a labores periodísticas.
En 1821, se embarcó con la expedición libertadora al mando de San Martín como auditor del ejército argentino en Perú, y tras proclamarse su independencia, Monteagudo quedó a cargo del Gobierno de ese país. Según expresó, sólo una monarquía constitucional democrática podría evitar la anarquía y las guerras civiles, por lo que ello quiso instalar en Perú. Sin embargo, sus opositores de tendencia republicana, aprovechando la ausencia de San Martín –quien fuera a celebrar su histórica entrevista con Bolívar–, realizaron un movimiento subversivo y fue depuesto en julio de 1822.
En ese instante, se convirtió en uno de los hombres de máxima confianza de Bolívar, con quien regresó a Perú en diciembre de 1824.
Bernardo de Monteagudo fue asesinado el 28 de enero de 1825 en Lima, atacado frente al convento de San Juan de Dios por Ramón Moreira y Candelario Espinosa, quien
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