La tercera gran protesta contra el Gobierno en seis meses -pacífica y en clima de carnaval- reunió este domingo a 879.000 personas en San Pablo, Río de Janeiro, Brasilia y otras 200 ciudades brasileñas, según cifras de la policía recopiladas por el sitio G1.
La movilización superó a la anterior del 12 de abril (600.000 personas), pero fue inferior a la primera del 15 de marzo, que reunió entre un millón y tres millones de personas en las calles.
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Agitando banderas de Brasil o vestidos con la camiseta verdeamarela de la selección de fútbol, los manifestantes cantaron el himno nacional, gritaron "¡Fuera PT!", "¡Fuera Dilma!", y levantaron pancartas donde se leía: "No a la corrupción", a raíz del colosal escándalo de sobornos que ya le costó al menos 2.000 millones de dólares a la petrolera estatal Petrobras.
"Vamos a marchar hasta el fin. Hasta que la Presidente salga del Gobierno. Tiene que irse definitivamente y dejar este país en paz y libre de esa mafia del Partido de los Trabajadores", dijo Patricia Soares, una funcionaria pública de 43 años en Brasilia, no lejos de un gigantesco muñeco inflable del ex mandatario Luiz Inácio "Lula" da Silva (2003-2010), vestido con un traje rayado de presidiario.
San Pablo, el centro económico de Brasil, compuesto por 11 millones de habitantes, concentró el mayor número de manifestantes: 350.000 en la avenida Paulista, según la policía, aunque la encuestadora Datafolha, que siempre calcula por debajo de las autoridades, dijo que había 135.000.
Por su lado, los organizadores estimaron un millón de manifestantes en la metrópoli y dos millones en total en todo el país.
"Brasil despertó"
El Gobierno "vio las manifestaciones dentro de la normalidad democrática", se limitó a decir el ministro de Comunicaciones de la Presidencia, Edinho Silva.
Mientras, el senador y líder de la oposición (PSDB, centro) Aecio Neves, que perdió en octubre pasado el ballottage contra Rousseff por apenas tres puntos porcentuales, participó por primera vez en la protesta de Belo Horizonte (en el sudeste del país) vestido con una camiseta amarilla.
"¡Basta de tanta corrupción! Mi partido es Brasil!", gritó Neves a los manifestantes. "Brasil despertó. Es el pueblo en la calle lo que permitirá la superación de la crisis. No este Gobierno que no tiene más autoridad ni credibilidad", afirmó desde un camión de sonido, antes de sacarse fotografías con manifestantes.
En Río de Janeiro, sede de los próximos Juegos Olímpicos de 2016 y donde se disputó este domingo el evento test olímpico de ciclismo de pista, decenas de miles de personas colmaron la avenida Atlántica frente a la célebre playa de Copacabana en un perfecto día de sol. Algunos manifestaron en bikini o pequeños shorts, mientras otros lo hicieron cargando sus tablas de surf o practicando skate.
"Están saqueando Brasil", se lamentó Jorge Portugal, un jubilado de 63 años.
Los manifestantes piden la renuncia o el impeachment (juicio político en el Congreso) de la presidente de la séptima economía mundial, una opción que podría darse si el Tribunal de Cuentas juzga finalmente que la jefa de Estado utilizó de manera indebida fondos de bancos públicos para tapar agujeros en el presupuesto.
"Nuestro objetivo es cambiar Brasil. Ya no aguantamos más esta corrupción, los niveles de miseria y sufrimiento. No puede haber millones de reales desviados al año", dijo a periodistas en San Pablo Rogerio Chequer, líder de Vem pra Rua (Ven a la calle), uno de los organizadores de las protestas.
La Justicia brasileña examina asimismo si Rousseff financió su campaña con fondos ilegales provenientes del escándalo que estalló en la mayor empresa de Brasil, lo cual podría terminar con una anulación de las elecciones de 2014.
"No voy a caer"
"Está muy bien que la gente salga y proteste y hasta que pida la salida de la Presidente, pero ¿para poner a quién?", se preguntó André Perfeito, economista jefe de la consultora Gradual Investimentos en San Pablo.
"En el empresariado y en la élite hay una idea de que sería aún peor si ella saliera", estimó Perfeito.
La mandataria de izquierda fue electa por primera vez en 2010, cuando Brasil creció un espectacular 7,5% y cautivó al mundo sacando de la pobreza a más de 40 millones de personas. La población total de Brasil es de 202 millones de habitantes.
Pero en la actualidad, a siete meses de haber comenzado su segundo mandato, su popularidad ha caído a cifras de un dígito tras cuatro años de frágil o nulo crecimiento económico y la confabulación en Petrobras.
Rousseff, una ex guerrillera de 64 años que luchó contra la dictadura, se aferra a su silla en el Palacio de Planalto: "No voy a caer", asegura.