La historia de los mineros chilenos, como nadie la contó

A cinco años de haberse quedado atrapados durante 70 días a 700m de profundidad, se publica una crónica que narra todos los detalles del accidente que capturó la atención del mundo. Infobae publica un adelanto

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El desprendimiento del megabloque de diorita transmite un fuerte sonido. Muchos de los treinta y tres hombres atrapados bajo tierra no lo oyen porque llevan protectores auditivos o porque están trabajando con maquinaria pesada. Los mecánicos del nivel 150 reparan una "elevadora de carga" Toro 400 de veintisiete toneladas, aparcada a unos 10 metros del vertiginoso abismo del Pozo. Van con retraso y tratan de acabar antes del almuerzo porque han perdido hora y media esperando una llave especial que ha habido que subir a buscar a la superficie. A las 13:40 hay tres hombres trabajando con dicha herramienta apretando las dos últimas tuercas de una de las máquinas achaparradas con ruedas de metro y medio, cuando oyen un ruido parecido a un disparo. Un instante después, la onda expansiva los derriba y el ruido de rocas desprendidas es ensordecedor, al tiempo que las paredes que los rodean comienzan a temblar y caen piedras del tamaño de naranjas.


Raúl Bustos, superviviente del terremoto y el tsunami sucedido cinco meses antes, se escurre bajo el chasis del Toro 400. Lo mismo hace Richard Villarroel, un hombre de 26 años con una novia embarazada de seis meses; es su primer hijo. Juan Carlos Aguilar, el que ha llegado tras un viaje desde los bosques húmedos del sur, se agarra a una tubería cercana. El ruido del hundimiento de la montaña les retumba en los oídos durante dos minutos. Es como el sonido de muchos martillos neumáticos que percuten simultáneamente sobre una acera. La segunda onda de expansión en sentido contrario al de la primera barre el corredor y causa más desprendimiento de rocas. Las piedras que caen en el túnel más cercano empiezan a llenar el improvisado taller y, cuando finalmente aminora algo el ruido y el estrépito, se miran unos a otros y ven que otro de los vehículos próximos a la entrada del túnel está medio enterrado por las piedras.



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