El presidente regional catalán, Artur Mas, firmó este lunes el decreto de convocatoria a las elecciones del próximo 27 de septiembre, que pretende que se conviertan en un plebiscito para iniciar un proceso independentista, mientras Madrid insiste en que son simples comicios autonómicos.
La convocatoria, firmada en un breve acto en la sede del gobierno regional catalán en Barcelona, no hace ninguna referencia al carácter plebiscitario que las fuerzas independentistas quieren dar a estas elecciones, para evitar posibles acciones judiciales por parte del gobierno central, que se opone firmemente al proceso soberanista catalán.
Los independentistas dicen ir "a por todas" en estos comicios. Si ganan, prometen conseguir en un máximo de 18 meses la independencia de esta región nororiental de 7,5 millones de habitantes que atesora una quinta parte de la riqueza española.
"Estamos preparados", repite sin cesar Mas. Desde hace meses su Ejecutivo trabaja en crear una administración paralela para asumir las competencias propias de un Estado si fuera necesario.
La semana anterior, el gobierno catalán presentó su modelo de administración tributaria en caso de secesión y aprobó un decreto ley para facilitar la conversión de un instituto de crédito público en un hipotético banco central de Cataluña.
También reforzaron su red diplomática para ganar apoyos internacionales ante el previsible escenario de confrontación que puede darse después de estas elecciones, que el presidente catalán debe convocar formalmente el próximo lunes.
"Estamos ante las elecciones autonómicas más importantes de la historia", reconoció Xavier García Albiol, el candidato catalán del Partido Popular del jefe de Gobierno, Mariano Rajoy, que hasta entonces insistía en que estos comicios eran únicamente para cambiar el parlamento regional.
En los últimos meses, la cuestión catalana había quedado en un segundo plano para el Ejecutivo de Madrid, preocupado por el auge de la izquierda radical de Podemos y los socialistas del PSOE, que podían apartarlos del poder en las elecciones legislativas de final de año, como ya ocurrió en comicios locales de mayo.
Pero la situación cambió cuando los partidos independentistas dejaron atrás sus divisiones para ir juntos a las elecciones.
Esta lista, "Juntos por el sí", estará integrada por el partido de Mas, Convergència Democràtica (CDC, conservador), la segunda fuerza de la región, Esquerra Republicana (ERC, izquierda) y las influyentes asociaciones que organizaron las masivas manifestaciones nacionalistas de los últimos años.
Otro partido independentista, la anticapitalista CUP, irá por separado pero podría ser clave para alcanzar una hipotética mayoría absoluta, suficiente -según ellos- para proceder a la secesión.
Ante tal envite, las instituciones centrales, incluida la monarquía, reaccionaron tajantemente. "No habrá independencia de Cataluña", aseveró Rajoy, mientras Felipe VI recordaba en un acto en Barcelona con Artur Mas que se debe respetar la ley.
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Además, varios ministros de Rajoy plantean la aplicación del artículo 155 de la Constitución española, que permite suspender la autonomía de una región si esta incumple la ley. Los independentistas aseguran que, en tal caso, declararían inmediatamente la secesión.
Sería el clímax de tres años de tensión, iniciados en 2012 cuando Rajoy rechazó mejorar la autonomía fiscal de la región.
Mas se convirtió entonces al independentismo y buscó la organización de un referéndum de autodeterminación, reclamado en multitudinarias manifestaciones.
Ya "no hay marcha atrás", lanzó el líder de la coalición independentista, Raul Romeva, un ex eurodiputado ecolocomunista designado para mostrar la hipotética transversalidad ideológica del movimiento y reactivar sus bases.
Después del apogeo del referéndum simbólico del 9 de noviembre, celebrado en contra de una prohibición judicial, el movimiento perdió fuerza y, por primera vez desde 2011, las encuestas oficiales apuntaban a una mayoría en contra de la secesión.
Con esta maniobra, Mas consigue centrar el debate electoral en la cuestión independentista, incluso entre sus adversarios más críticos, el Partido Popular de Rajoy y el emergente Ciudadanos (centroderecha), que defienden formar un gobierno de concentración del heterogéneo bando unionista.
"Es urgente ganar las elecciones autonómicas en Cataluña para configurar una nueva mayoría" no nacionalista, escribió el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en el diario El País.
Esta mayoría requeriría de una alianza de estos dos partidos conservadores con los socialistas, los democristianos de UDC -separados recientemente de su histórica alianza con Mas por su independentismo- y una coalición de izquierda radical liderada por Podemos.
"El debate no es si en el Parlamento de Cataluña tiene que haber un parlamento de derechas o izquierdas, lo importante es conseguir una mayoría para aquellos que quieren a Cataluña dentro de España", sentenció García Albiol.
A dos meses del escrutinio, el resultado se prevé muy ajustado. "Hay una mayoría social a favor de la unidad, pero no está movilizada ni cohesionada, por lo que los independentistas podrían llevarse la victoria y mantener el proceso", opina el analista y articulista del conservador ABC Nacho Martín Blanco.