La relación con Rusia se afianza pese al enfriamiento de las economías

En medio de la escalada autoritaria de Vladimir Putin, el Gobierno consolida su vigoroso vínculo estratégico y comercial con la ex Unión Soviética, que ya arrojó un superávit de 45 millones de dólares en el 2015

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 NA 162
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Las relaciones diplomáticas entre Argentina y Rusia, hoy viviendo su momento más esplendoroso en muchas décadas, vienen en realidad afianzados desde el año 2012, cuando el entonces secretario de Comisión de Relaciones Exteriores ruso, Yuri Paniev, apoyó el reclamo de soberanía argentino de las Islas Malvinas. El guiño argentino tuvo su devolución el año pasado, cuando durante la crisis de Crimea Cristina Kirchner criticó las sanciones impuestas a Rusia por Occidente y opinó que seguiría propiciando la resolución pacífica de los conflictos, dada la ineficacia de la aplicación de sanciones que solo impiden el diálogo constructivo. Luego, los ministros de Relaciones Exteriores de Rusia y Argentina realizaron una rueda prensa y convinieron que estaban en contra de la intromisión en asuntos de otros Estados.


Mientras los vínculos diplomáticos se fortalecían, los comerciales crecieron en mayor proporción en los últimos años. En el Foro Económico Internacional celebrado en San Petersburgo el mes pasado, el ministro de Economía Axel Kicillof resaltó que en los últimos 10 años las relaciones comerciales entre países han crecido un 1000 %, uno de los crecimientos de vínculos bilaterales más importantes de la cartera de comercio exterior argentino. Sin embargo, en 2014 el déficit de la balanza comercial con Rusia fue de 621 millones de dólares. El 76% de las importaciones argentinas son gasoil y a cambio ofrecemos carne bovina, quesos y frutos secos.


En la primera parte de 2015 la situación de la balanza fue superavitaria para Argentina, con 45 millones de dólares. A su vez, el año pasado Rusia invitó a Argentina a participar de la cumbre de jefes de Estado de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que se llevó a cabo en la ciudad de Fortaleza. Más allá del incremento de vínculos comerciales, financieros, energéticos y militares entre ambos países a nivel regional, la voz de mando la tiene Brasil y no Rusia para incrementar la alianza de países emergentes.


La economía rusa no pasa por su mejor momento, con bajas en el precio del petróleo, sanciones económicas por parte de Occidente y problemas en la gestión para sortear el complejo escenario de vínculos multilaterales en rojo. El 50 % de los ingresos del Gobierno ruso provienen de las exportaciones de petróleo y gas, muy similar a la situación de nuestro par latino Venezuela. La caída del precio del barril de petróleo le sacó millones de dólares de su presupuesto y obligó a su economía a contraer las importaciones ante la escasez de divisas.


En el mismo Foro Económico Internacional, Vladimir Putin, actual presidente de la Federación Rusa, anunció que frente a las restricciones externas sustituirán importaciones en la industria petroquímica, ligera, de procesamiento y farmacéutica por producción local. A su vez, informó que implementará un programa de menores impuestos para las pymes e incentivos hacia la inversión en nuevas industrias.


En la actualidad el IPC general ruso proyectado para 2015 es de 15,8 %, sin embargo el calentamiento de precios por el alza inflacionaria que se vive en las góndolas parecería mostrar otra temperatura. Rusia es la décima economía del mundo por el volumen de su PBI y el salario medio de sus habitantes es de unos 800 euros. Argentina es la número 24 de las economías del mundo por el volumen de su PBI, con un salario medio de unos 1059 euros en términos comparativos.


En lo que se asemejan es en la capacidad para absorber salarios y el gasto de sus habitantes en una salida de compras a un supermercado. Al día de hoy, en Rusia un paquete de fideos económicos tipo spaghetti de 500 gramos, pasando el tipo de cambio de rublos a pesos argentinos, tiene un precio de 23,83 pesos; medio kilo de tomates, unos 33,50 pesos; un kilo de mandarinas, 22,54 pesos; 25 saquitos de té negro, 11,30 pesos; un paquete de azúcar de 500 gramos, 30,20 pesos; un agua mineral de 1,5 litros, 10 pesos; un aceite de oliva extra virgen, 53 pesos, y podríamos seguir con la lista de las compras.


Axel Kicillof, se reunió con su par de Rusia, Anton Siluanov. Del encuentro, que se desarrollo en el Centro de Convenciones del G20, tambien participaron el canciller Hector Timerman y miembros de la delegación argentina.&nbs  162
Axel Kicillof, se reunió con su par de Rusia, Anton Siluanov. Del encuentro, que se desarrollo en el Centro de Convenciones del G20, tambien participaron el canciller Hector Timerman y miembros de la delegación argentina.&nbs 162

Entre las diferencias de la economía minorista rusa y la argentina se encuentra que. en el caso de la primera. el salario medio es menor y su desarrollo económico es muy desigual. Motivos no le falta, porque es el país más extenso de la Tierra, se lleva una novena parte de la tierra firme del planeta, ocupa todo Asia del Norte y el 40 % de Europa; en su territorio se viven situaciones tan polares como el caso de ciudades como San Petersburgo o Moscú, donde se encuentran los más pudientes del país, frente al resto de las ciudades, donde hay mayor pobreza, precios altos, climas extremos, escazas de oportunidades de crecimiento y una clase media diluida.


El intercambio cultural entre Argentina y Rusia también ha crecido. En los últimos 10 años se abrieron más de cincuenta escuelas de tango que enseñan este baile practicado por miles de personas. Por ejemplo, en Moscú, en los meses de verano, en el parque Gorki se comparten clases de tango entre los ciudadanos rusos. En 2013 se celebró el primer campeonato mundial de tango argentino de Rusia en esta misma ciudad.


Ciertos aspectos culturales para sobrellevar el desarrollo económico del mercado interno parecerían ser comparables entre países. Así como en Argentina se desarrolló la cadena de locales de fast food Nac & Pop para competirle a las cadenas extranjeras, Rusia a partir de este año también intentará rivalizar con las marcas occidentales de comida rápida con su proyecto Comamos en Casa, que consiste en una inversión de 19 millones de dólares, donde el 70 % del financiamiento para la concreción del plan por parte de un grupo de empresarios será aportado por el Estado ruso. El proyecto consiste en la apertura de 41 restaurantes y 91 locales de comida rápida que utilizarán en sus cocinas productos locales para impulsar la agricultura rusa. La esperanza rusa es claramente no terminar como Nac & Pop, que comenzó con despidos, luego no pudo pagar los salarios de sus trabajadores y en 2015 intentan continuar con el proyecto a través de la autogestión, mediante la organización de cooperativas.


El frenesí por el dólar también forma parte de la idiosincrasia rusa, ya que es el país, luego de los Estados Unidos, con más dólares en circulación, aunque Argentina se encuentra en el segundo lugar con 1300 dólares per cápita, mientras que los rusos se llevan unos 650 dólares por persona por el tamaño de su población de más de 140 millones de habitantes. En San Petersburgo, por ejemplo, en su avenida más importante, Nevsky Prospect, mientras en enero de 2014 un dólar equivalía 33 rublos, a fines de diciembre se adquiría por 80 rublos y para estos días su precio es de 53 rublos. Por las calles tranquilamente podría deslizarse la frase "Dollar teryayet etu stavku" o su traducción al español "El que apuesta al dólar pierde".


La economía rusa y la argentina también podrían tener en común, en términos metafóricos, a las mamushkas, ya que estas tradicionales muñecas rusas tienen la particularidad de que en su interior albergan a otra muñeca, y a su vez a otra más, y así hasta finalizar. En cada apertura de muñeca el diseño cambiará de color y de combinaciones. Como una caja de pandora, ambos países transitan ciclos económicos muy volátiles, con inconvenientes en su tipo de cambio, alta inflación, restricción externa, déficit fiscal y caída del PBI en el último año.


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