La Argentina impune

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Hace algunos días la Sala I de la Cámara Federal, integrada por los jueces Jorge Ballestero, Eduardo Freiler y Eduardo Farah, decidió apartar al juez Claudio Bonadio de la investigación por la causa Hotesur, aportando un ladrillo más a la construcción de esta Argentina impune.


Sin embargo, sería un error tomar este hecho como un evento aislado. La separación del juez Bonadio de la causa Hotesur es parte de una lógica de impunidad con la que el kirchnerismo opera desde sus primeros pasos en Río Gallegos allá por 1987. Desde sus inicios en el mundo de la política, el kirchnerismo ha perseguido un objetivo: el poder absoluto. Y ha adoptado como mecánica la persecución, la remoción o el hostigamiento de cualquiera que se pusiera en su camino para lograr ese fin.


Lo que estoy diciendo no es una novedad. Lo han admitido ellos mismos cuando nos dijeron que para cambiar la Argentina se necesitaban veinte años, o que había que ir por todo. Cuando el kichnerismo dice "vamos por todo", no está hablando de conquistas sociales, de derechos obtenidos por la ciudadanía o de beneficios para los argentinos. Cuando el kichnerismo dice "vamos por todo", está diciendo vamos por el poder económico, vamos por el Poder Judicial, vamos por el Poder Legislativo, es decir, vamos por el Estado.


Otro error es creer que lo que el kirchnerismo está buscando es meramente protección judicial. Sí, por supuesto, pero no es solo eso. Eso es solo una arista de lo que el kirchnerismo persigue, basado en la creencia de que en la Argentina no somos todos iguales, sino que ellos, el Estado, están por encima de los ciudadanos para hacer y deshacer a piacere o a conveniencia. Convencidos de que ellos personifican el bien, lo verdaderamente argentino y popular, necesitan de la suma del poder público para transformar la Argentina a su imagen y semejanza. La causa Hotesur era un obstáculo en ese camino. Lo que el kichnerismo parece no entender –o no le importa- es que en ese proceso han destruido la base de nuestro sistema democrático, que es que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley.


Todos los hombres somos creados iguales, dice uno de los documentos sobre los que nuestra Constitución está inspirada. Que tenemos los mismos derechos, entre los que se encuentran la vida, la libertad y la oportunidad de construir nuestra felicidad. Sin embargo, en la Argentina kirchnerista, la vida se pierde sin sentido todos los días, la libertad es condicional y la felicidad es subsistir un día más. En la Argentina kirchnerista algunos ciudadanos tienen derecho a la vida, y otros no. Algunos ciudadanos pueden ser investigados por la Justicia y otros no. Algunos pueden expresarse libremente y otros no. Algunos deben pagar impuestos y otros no.


En 1995 el entonces gobernador Néstor Kirchner separó de su cargo al procurador general (jefe de los fiscales de la provincia) Eduardo Sosa, que estaba investigando el pago de cuantiosos honorarios a un estudio jurídico relacionado con los famosos fondos de Santa Cruz. Ese mismo año el kirchnerismo reformó el Tribunal Superior de Justicia para controlar la mayoría, nombrando como presidente a Carlos Zannini, hoy candidato a vicepresidente de Daniel Scioli. Posteriormente, en 1998, reformó la Constitución Provincial para garantizarse la reelección indefinida, mediante un procedimiento tramposo e inconstitucional, por una consulta popular, ya que no contaba con los 2/3 de la Cámara de Diputados. Con esta reforma también se incorpora la figura del diputado por pueblo, para asegurarse el control del Poder Legislativo. A su vez, modificaron la ley electoral para crear la ley de lemas, para asegurarse el control de las elecciones.


Una de sus primeras medidas al frente del Gobierno provincial fue declarar la emergencia económica, destruyendo de hecho la ley de presupuesto que los representantes elegidos por la ciudadanía habían votado. Para coronar el proceso, tomaron control de todos los entes autárquicos provinciales, que hasta el día de hoy no han presentado ni un solo balance de cómo gastan el dinero de los ciudadanos. Destruyeron el Instituto de Estadísticas y Censos provincial y los organismos de control provinciales y, a través del hostigamiento y las prebendas, se aseguraron el control del poder económico en manos de amigos, hoy día tristemente conocido por todos. En medio de todo este proceso terminaron de destruir a la Justicia, ahora repleta de familiares y amigos, para asegurarse de que no pudieran ser investigados por sus actos.


¿Suena conocido?

El jueves 16 de julio, a través de jueces adictos, el kirchnerismo removió al juez Claudio Bonadio de la causa Hotesur. ¿El pecado del juez Bonadio? Creer que en la Argentina todos somos iguales ante la ley y debemos responder por nuestros actos.


Dentro de tres semanas los argentinos tenemos que tomar una decisión: si continuamos viviendo en esta Argentina en la que hay ciudadanos de primera y de segunda, o si empezamos a construir un país en el que todos somos iguales, todos debemos estar sujetos a la ley y el Estado funciona para garantizar la igualdad de oportunidades de los ciudadanos.


Está en nuestras manos. Cambiemos.

La autora es precandidata al Parlasur por el frente Cambiemos y titular de la Coalición Cívica-ARI de Santa Cruz.

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